-¿Envidia? -dije confundido. Me le quedé mirando y me levanté de la cama como si quisiera robarle un nuevo beso a sus labios. Me acerqué más a ella y ella sonrió ampJaiente. Cuando estaba por besar de nuevo sus labios, sentí que me punzaba la cabeza.
- Quédate quieto -susurró. Me recosté y suspiré un par de veces, esperando a que el dolor se me calmara, pero no se detenía. Al contrario me dolía mucho más el cuerpo y sentía espazmos horribles en todo mi cuerpo- ¡Ah! -grité abriendo los ojos.
Miré a mi alrededor y estaba en un cuarto diferente. Lleno de las mismas agujas y con las soluciones en el mismo lugar. El color de la habitación era azul cielo, mis sábanas eran blancas en lugar de azules, el monitor a mi lado derecho estaba ahora en el izquierdo. Mis manos estaban un tanto cálidas, pero no tanto como ahorita hacía unos minutos. Miré a mi alrededor y al primero que vi fue a Joseph.
- ¿Joe?
- Eres un idiota sabes -murmuró y yo entrecerré los ojos. Joseph desvió la mirada y se quedó serio. Pero siguió en la misma pocisión sin decirme nada más.
- ¿Dónde está Scarlett? -pregunté inmediatamente.
- Está en casa... muriendo de un resfriado -murmuró preocupado- no te preocupes Johnny está cuidando de ella. Antenoche que llegamos al hospital en la madrugada, estaba recostada en esa cama -dijo señalándola- tenía mucha temperatura, aquí mismo la atendieron y la mandaron a casa a descansar esa misma mañana.
- Espera... ¿mañana? -dije confundido- ¿Cuantos días han pasado?
- Tres... no habías despertado hasta ahora -murmuró y yo abrí los ojos como plato. ¿De nuevo había soñado con ella, nuestro beso y sus palabras diciéndome que me amaba? ¿Por qué? ¿Por qué la vida era tan cruel conmigo y con mis sentimientos? ¡Pensé que ya la tenía ganada!
- ¿Osea que ella aún no me ve despierto? -pregunté ansioso porque esta solo fuera una broma cruel.
- Así es... -respondió él- ¿por qué?
- Nada -dije desviando la mirada realmente decepcionado. Suspiré y mi corazón bajó de un ritmo bueno a uno lento y atontado.
...
Horas después, luego de que me revisaran y me dieran de alta. Joseph me ayudó a salir del hospital. Los señores Bouvier estaban tan decepsionados de mí que ni siquiera yo me atrevía a mirarlos a la cara. Subí a la camioneta e íbamos en completo silencio. Me acomodé cerca de la ventana y cerré los ojos para dejar de pensar en Scarlett. ¿Qué estará haciendo? ¿Estará preocupada por mí? ¿Ya se recuperó de su gripe? ¿Qué pensará de mí ahora? Estas y muchas más preguntas se apoderaban de mi cabeza.
- ¿Es cierto que le dijiste a mi hermana que la ambas? -preguntó con voz firme pero algo dudosa.
- Sí -susurré aún con los ojos cerrados.
- ¿Por qué? -volvió a inquirir- ¿Por qué de repente te muestras interesado en ella?
- Porque hasta ahora me doy cuenta de la clase de mujer que quiero conmigo -mentí- es maravillosa, es inteligente, es divertida, cariñosa, amable, dulce, leal... y muchas cosas más que no te puedo explicar porque ni siquiera sé cómo hacerlo. El punto es que la amo y la quiero en mi vida -dije mucho más que decidido. Me le quedé mirando y él medio sonreía, pero veía hacia la carretera.
- Es la mentira más grande que te he escuchado decir -mencionó y yo me le quedé mirando fijamente. Él estacionó la camioneta y yo me incomodé, ¿y si me pegaba y me dejaba vagando en las calles de una tierra desconocida para mí?
- Sé que la quieres o tal vez la ames, pero jamás dirías las cosas así por mi hermana. No te sabes expresar cuando de verdad se trata de la persona a quien más amas. Sé que si ella te gustara en realidad, no le gritarías lo mucho que la quieres, le cantarías.
- ¿Cómo es que? -jamás pensé que Joseph supiera mi forma de declararme a una chica.
- Vamos Luke viví al lado de tu casa por años, te conozco muchísimo, tanto a tí como a tu hermana mayor. Estoy seguro de que puedes sentir algo por mi hermana, pero no debes de expresarte de esa forma. Además -me miró- ¿por qué ahora?
- Porque... no lo sé... -dije frunciendo los labios- simplemente, necesito estar con ella. La... extraño -susurré.
- Eso sí te lo puedo creer.
Encendió la camioneta y retomó el camino a su casa. La lluvia de nuevo azotaba nuestro parabrisas y él suspiró.
- Si quieres recuperar a Scarlett como tu amiga, sé amable con ella. No seas impulsivo, piensa las cosas antes de hablar y además, eres buen chico cuando quieres serlo. Estoy seguro de que encontrarás una forma de volver a ser su mejor amigo y no solo el tipo con quien comparte un castigo.
- ¿Por qué me dices todo esto? -pregunté curioso. Joseph nunca era bueno conmigo.
- Porque sé que a Scarlett también le haces falta -susurró y estacionó la camioneta.
Bajó de ella, se llevó la maleta con mis cosas adentro de la casa y me dejó solo adentro de la camioneta de Johnny. Mordí mis labios y luego de mirar mi rostro en el espejo y ver mis enrojecidos ojos casi lagrimear, sonreí. Él sabía que yo le hacía falta a su hermana. Bueno, por lo menos esperaba que esto fuera real. Ya había despertado de tantos sueños que uno más me sería una pesadilla terrible.
Bajé de la camioneta corriendo para así no mojarme tanto. Al entrar a casa los padres de Scarlett estaban preparando aún las cosas para nuestro viaje de regreso mañana por la mañana. Entré tranquilamente y ellos solo me hicieron media sonrisa.
- Hola señora Bouvier, lamento enserio lo que pasó...
- No te preocupes Luke, eso fue un error y pues; esperamos realmente que no se vuelva a repetir por favor... -pidió y yo asentí, se me acercó la señora y me dio un fuerte abrazo- tranquilo... -me dio un poco de sentimiento que ella me abrazara, lo admito, extrañaba que mi madre me mimara un poco.
- Gracias -susurré y ella besó mi frente.
Me separé de la señora Bouvier y subí las escaleras a la habitación donde regularmente me quedaba. Al entrar, encontré a Johnny sentado al lado de Scarlett riéndose por no sé qué cosas. Agaché la mirada y caminé a la terraza dejando la maleta y algunas de mis cosas en mi buró.
- ¿Segura? -escuché que dijeron detrás de mí- Estaré abajo por si necesitas algo -pronunció Johnny.
Me di la vuelta y noté como Johnny salía de la habitación. Miré a Scar y ella estaba recostada y cobijada con una sábana. Me miraba con media sonrisa y su nariz estaba medio enrojecida, junto con sus ojos vidriosos.
- ¿Cómos estás? -preguntamos ambos al mismo tiempo, haciéndonos reír incómodos- Tú primero -dije acercándome a ella y sentándome al pie de la cama.
- Bien, solo tengo un pequeño resfriado -dijo ella encogiéndose de hombros- ¿y tú? -inquirió- ¿Qué tal el alcohól en tu sangre?
- Disminuyendo supongo -dije sonriendo- aunque creo que aún puedo poner una cantina con mi cuerpo -ella rió y limpió su nariz con un pañuelo.
- Nos iremos mañana de Nueva York -murmuró-. Es una pena que no pudimos salir y dar un paseo por aquí antes...
- Sí -dije mordiendo mis labios- Podemos dar un paseo en Londres... si tú quieres...
- Pero a Londres ya lo conozco -dijo murmuró muy segura.
- Pero no lo conoces todo -susurré y ella sonrió traviesa.
- ¿Johnny sí está saliendo contigo? -pregunté por curiosidad y ella hizo media sonrisa.
- Algo así, no es nada serio realmente... el no vendrá conmigo... aún -pronunció- tiene algunas cosas qué terminar aquí y puede que en tres meses nos visite en Londres.
De cierta forma me alegraba que él no fuera a Londres con nosotros. Al menos terminaría el verano aún con ella a mi lado y no con él. Suspiré aliviado, pero con discreción. Ella se me quedaba mirando y yo le sonreía o le hacía gestos para que ella riera más. Al cavo de un rato, yo estaba recostado a su lado y ella jugaba con mi tatuaje en mi brazo derecho.
- Quiero hacerme uno... -susurró.
- El día que te lo hagas... pídeme que te acompañe -dije y ella asintió- ¿qué planeas hacerte?
- Lo que sea, que no sea una letra...
- ¿Como una Z? -pregunté y ella rió.
- Eso jamás -susurró- tengo suficiente con una en mi mano -dijo mostrándomela, era tan perfecta. No tenía una fea cicatriz como mi S, esta estaba delineada, estaba bien escrita.
- ¿Alguna vez has pensado en ser mi amiga solamente? -pregunté- Sí... sin nada más. Simplemente jugar como antes, reír como antes y contarnos todo como antes. Sin pretender otra cosa, sin desconfiar... solo nosotros.
- Honestamente, sí -murmuró- extraño que seamos amigos; pero, ahora no sé si funcione -la observé y ella hizo una mueca.
- ¿Quieres que lo intentemos? -pregunté y ella me miró extrañada.
- ¿Qué?
- Ser amigos -pronuncié. Ella torció la boca y luego se encogió de hombros.
- Sin celos, sin trabas, sin reglas, solo nosotros y nuestra rara y exótica amistad -dije y ella me revolvió el cabello.
- Hecho -susurró.