Abrumado era la palabra correcta para describir como se sentía. Sus ojos no dejaban del ver al hombre de espaldas sobre la cama, soltando quejidos de dolor a causa de las múltiples puñaladas que tenía en la espalda. No existía definición alguna para tal atrocidad hecha.
Su cuerpo estaba lacerado, pero también Seok Jin suponía que su corazón al percibir las lágrimas que retrataba silenciosamente cada que se acercaba y lo veía. El mayor estaba meditando detenidamente. Esos chicos estaban arriesgando su vida por una persona que no conocían. Esta acción le afirmaba que su elección con respecto a ellos era buena, pero estaban siendo afectados fuertemente. Mucho más porque su apego al muchacho de cabello platinado era grande.
El siempre había sido una persona pensante, con la capacidad de encontrar la solución a cualquier problema o dificultad; sin embargo, no sabía que hacer ahora. JiMin, Nam Joon y Ho Seok enfrentaron a Min Yoon Gi y habían sido afectados en el proceso. Y era más doloroso una persona capaz de afectar antes lo sentimental a lo físico. Su psicología estaba a otro nivel y una que dejaba a sus víctimas en un estado impactante. El Assasin era astuto.
Eran las nueve de la mañana y seguía despierto. Tae Hyung acababa de llegar de su vigilancia esa noche, mientras los demás habían luchado por la falta de sueño al tener síntomas de la noche anterior. JiMin era un manojo de nervios. No se despegaba del lado de ninguno y no quería estar sólo en la habitación. Balbuceaba y se tensaba con el mínimo ruido.
Después de verlo tan extraño en todo el día y alentar a los demás de que todo estaría bien, —aunque el creyera lo contrario— decidió que sería bueno adentrarse más en lo concerniente a JiMin. Presentía que habían muchas cosas allí que estaban ocultas y necesitaba aclarar.
El rubio se sentó en la butaca frente al escritorio, con el mismo semblante decaído que llevaba esos días. Sus dedos eran retorcidos entre ellos y sus ojos estaban rojos, aparentemente por el llanto derramado o próximo a serlo. Seok Jin lo contempló, viendo en el porte del pequeño la necesidad de ser consolado por una ráfaga de temor que posiblemente le recorría.
—JiMin, necesitamos hablar.— inicio. El menor no dirigió palabra. —Quiero que me cuentes el porque no te defendiste de Min. Quiero que confíes en mi. No quiero presionarte si no estás listo, pero necesito saber porque...— el pequeño llevó sus manos a sus mejillas, colocando sus palmas en ellas y dejando reposar los dedos en sus párpados, cubriéndolos. Un jadeo involuntario salió de sus labios.
***
El sonido sordo de las cadenas acompañaba al grito del cuerpo que se balanceaba suspendido en el aire. Las manchas de sangre recorrían la espalda nívea haciendo un contraste grotesco y degradante.
ㅡ¿No cree que es suficiente?ㅡ preguntó el castaño, viendo con melancolía la escena ante sus ojos. Ese pequeño no merecía recibir aquel castigo.
ㅡNada es suficiente, Tae Min. Tenemos que lograrlo, tenemos que conseguirlo.ㅡ murmuraba el hombre, más para sí que para el joven a su lado.
—Pero lo matará si no nos detenemos.ㅡ Se quejó. ㅡSi el líder se da cuenta de lo que estamos haciendo con él perderemos todo.
ㅡLo que perderemos es la oportunidad de hacer lo que muchos han querido en todo el mundo y no han logrado. Además, ni que le importara mucho a Go Min que su hijo sea mancillado y vuelto un asesino por el beneficio del gobierno y el suyo propio.
ㅡSi, pero es muy diferente preparar a un Assasin que lo que estás haciendo, Dong Hae. Esto es tortura.ㅡ expresó el menor, señalando al pequeño que gimoteaba y temblaba. Se veía tan indefenso. Le provocaban deseos de abrazarlo y consolarlo. De decirle que todo lo que le pasaba era un mal sueño, una pesadilla. Que nada era real
ㅡMejor cállate y pide que terminen el trabajo o tu serás el próximo en estar suplicando ante mis pies.ㅡ musitó el mayor, incorporándose de la silla para subir del sótano.
El castaño, con debilidad, solicitó a los dos sujetos que terminarán de golpear al chico. Estos extendían sus manos con furia sobre aquel muñeco de porcelana endeble, que ya hipeaba sin voz. Al terminar, los hombres dejaron con un seco movimiento de las cadenas, caer estrepitosamente en el suelo. El mayor se aproximó rápido a sostenerlo, viendo como los dos hombres salían. Allí desprendió la tela que cubría su cara, las cadenas y el nudo en sus tobillos. El pelinegro yacia desnudo. Tae Min sostuvo su cara de cachetes abultados y enrojecidos. Las lágrimas aún marcaban un camino en ellos. La sangre brotaba con abundancia y no dudaba de como debía estar sintiéndose.
La humanidad era cruel sólo para cumplir sus caprichos. Él mismo, cada segundo de su vida al lado de aquel inepto de su jefe y amo, lo sabía.
JiMin. Ese jovencito de sonrisa alegre y tierna estaba siendo objeto de los caprichos de la alta alcurnia y temía gravemente por su vida. Todas aquellas cosas que le hacían o terminarían matándolo o lo convertirían en un monstruo.
Se dedicó a curar su piel herida, limpiando las zonas para que no se infectaran y dándole los cuidados necesarios, hasta que el menor estuvo estable. Lo llevó luego a su dormitorio para recostarlo y recuperará hasta la próxima sección.
Era el décimo quinto día luego de la última golpiza. El castaño se la pasaba revisando que los latidos y respiración del menor estuviesen bien. Y hoy estaba en aquella rutina que había adoptado, pero esa vez el pequeño despertó al fin, estirando su cuerpo como un gato, gimiendo y abriendo los ojos débilmente, negado a caer otra vez en el sueño.
—Hola, Hyeong.— saludó con una reluciente sonrisa de labios gruesos y labios brillantes. —Creo que tuve otra pesadilla.— expresó con un puchero. El castaño apartó el estetoscopio del pecho de JiMin, que se acomodó mejor en la cama para ver el rostro de su amigo.
—¿En serio? ¿Y que podemos hacer para que se terminen?— dijo con alusión a estar impactado; sin embargo él ya sabía que había pasado. JiMin siempre se negaba a aceptar la realidad, dejando que ese lado tan tierno saliera a flote como si aún seguía siendo un niño pequeño de cinco años. El suponía, que era un mecanismo de defensa para no creer lo que era su entorno y reprimir lo que en realidad pasaba en su interior.
Aquello era impredecible. JiMin siempre actuaba de esa manera. Al menos desde que el tratamiento estaba siendo parte de su vida.
El menor asintió aún con el labio inferior abultado, se incorporó de la cama con movimientos torpes, y se aferró al torso del más alto, apretando sus brazos al rededor.
—Creo que con un abrazo suyo será suficiente para que desaparezcan.— la inocencia del menor era reflejada en aquellos actos llenos de cariño.
—Pues entonces te daré miles de abrazos.
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Si he vuelto. No, no me morí ni nada por el estilo.
Aquí está otro cap sad de los que tanto me gustan con mucho amor par a ustedes.Gracias por seguir fieles a esta historia. Hasta la vista, Boy and Girls
PD: suculenta foto de Tae Min
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Deal - Kim Nam Joon
FanfictionÉl estaba muerto y no tenía otra cosa que derramar su llanto, y recordar el pasado que había vivido con su mejor amigo. Nam Joon no esperaba que el destino fuera tan despiadado con él. "El destino tiene sorpresas para todos. Y muchas de ellas son i...