"Vendida" - |Christopher Vélez y tu| (Terminada)

Capítulo 4

Ninguna joven se merece maltratos, golpes, y mucho menos que abusen, siempre desee que no tuviera hermana, ¿Porque? Porque si tendría estuviera vivienda esta mierda de vida, su futuro se arruinaría.

—TN alístate hoy tendrás que ir donde el joven Vélez, vendrán por ti —dijo y se fue.

El muy hijo de puta bien relajado mientras yo tengo que sufrir esta miseria, como quisiera estar en un orfanato que tener padre, lo odio...

Baje lista, sin ninguna palabra dirigida a el, un carro negro de estaciono enfrente de mi casa, no dije nada sólo subí y me tocó lo que me tocó...

—Servido señorita —dijo el chofer.

—Te pagan por esto? —pregunte sin mirarlo. 

—¿Disculpa? 

—¿Te pagan por traer personas a esta miseria de casa? —lo miro de reojo.

—Señorita, por favor bájese

Claro otro imbécil, ¿Cuánto le pagarán? ¿Acaso yo no puedo tener un trabajo fijo? ¿Un trabajo normal? claro que no, porque ni siquiera acabe la Universidad...

—Llegaste, pasa —se hizo a un lado.

—¿Ahora que "sorpresa" tienes hoy? ¿Un disfraz de perra? —dije con sarcasmo.

—¿Me viniste respondona No? —ríe — No pero esa es una idea genial —me guiña el ojo.

—¿Y tu muy chistosito No?

—Cállate, por hoy serás mi sirvienta —agarra mi cintura.

—¿Que? ¿Es enserio Vélez? —dije sería.

—Si, por ahora no te necesito o dime algo, ¿me deseas? — Me beso descaradamente. 

¿Por qué me besa? ¿Por qué le estoy siguiendo el puto beso? No... ¡No puedo separarme todo mi cuerpo esta inmóvil! ¿Qué me pasa? Ese beso no fue nada brusco al contrario fue suave y lento.

—¡¿Que te pasa?! —me alejo de el.

—Lo vez, yo te gustó, es obvio que me deseas — dijo riendo.

—¡Claro que No! Como podría gustarme alguien idiota, quien sólo juega conmigo —estaba apunto de llorar.

—Ya nena deja el drama—suelta un suspiro— pronto vendrá Gabriela, quiero que la recibas bien.

—¿Que? Gabriela? Quien es?

—Es mi amiga, ella si se divierte es una fiera en la cama —dijo muy cerca de mi oído.

—Claro, el típico hombre mujeriego, yo estaré sobrando aquí —cruzo mis brazos.

—Pues tal vez, o ¿quieres ser tu quien gime mi nombre?

—No, Prefiero limpiar tu casa. 

—Hablé con tu papá, y definitivamente tu me perteneces —me señala.

—¿Que? No entiendo —arrugo mi frente.

—Tu ya no irás a tu casa, ahora vivirás aquí, te compre —sonríe sin dientes.

—¡¿Que?! ¿hablas enserio? ¡No! ¡Yo no quiero eso, no soy un juguete! —grito.

—¡Que te calles! Hazme caso y punto, harás lo que yo diga o si no ahora yo te venderé de nuevo —me aleja empujándome con su dedo en mi frente.

—¡Basta de esto! estoy cansada —mis ojos comienzan a llenarse de lagrimas.

—Eso no pasara, ahora te pido amablemente que te retires a ordenar mi habitación. 

Esto es demasiado, cada vez me hacen sentir menos y aun querer matarme. 

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