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Luego del juicio volví a mi casa con mi prima y mis amigos. Jose se preparó para ir a lo de Alana, en donde me dijo que desde ahora en más se iban a juntar por mi culpa...

Pues eso es mejor para mi, ya no tendré que llegar a mi casa y verla... infestada de chicas.

Calum y Luke se sentaron al mismo tiempo en el sillón.

—¿Y que pasó con Alana? —me preguntó Luke.

Solté un agobiado suspiró y me senté frente a ellos después de pasarles su plato de comida. Habíamos pedidos unas pizzas.

—Es una loca —dije irritado.

—Pero bien que esa loca te salvó el pellejo, ¿vieron la actuación que hizo? —habló Calum.

—Fue increíble, te aseguro que casi me hace llorar —agregó Luke.

—Ya dejen de hablar de ella —sentencié.

—¿Qué sucede? ¿Estás sensible hoy? —preguntó con burla Hood.

—No me busques... porque vas a encontrarme —le advertí.

—No creo que quieras otro día en la cárcel ¿o si? —dijo Hemmings.

Gruñí por lo bajo y tomé un poco de mi lata de cerveza antes de darle un mordisco a mi porción de pizza.
Sus palabras aún sonaban en mi cabeza.

"Querías una respuesta directa, entonces la tendrás. ¡No! ¡No tienes ninguna posibilidad!"

¡Condenada y mil veces condenada seas Alana!

Luego de terminar de comer, ordenamos todo y nos acomodamos para dormir. Hoy, ellos se quedarían a dormir aquí. Me acosté en el colchón y miré fijo al techo. Alana no salía de mi cabeza, Alana me atormentaba y no me dejaba pensar en otra cosa que no fuera ella.

Levanté la cabeza para mirar a mis amigos y ambos ya estaban dormidos. Sin hacer ruido, me puse de pie, tomé el teléfono y salí al balcón. Cerré la puerta, para que no escucharan y caminé hasta el fondo. Me recargué sobre la baranda y comencé a marcar el número de su casa. Comenzó a sonar, pero nadie contestaba. Corté y volví a marcar. Sonó una vez... sonó otra.

—¿Hola? —escuché su dormida voz. No dije nada, solo guardé silencio —¿Hola? Holaaaa, ¿Hola, hay alguien? —preguntó elevando un poco más su voz —¿Thom? ¿Eres tú?

—¿Quién es Thom? —la pregunta salió impulsivamente de mí.

—¿Irwin? ¿Eres tú? —dijo con sorpresa.

—Te hice una pregunta directa, espero una respuesta directa —le dije.

—¿Acaso no has visto que hora es? —preguntó nerviosa.

—¿Quién diablos es Thom? —dije elevando más mi voz.

Guardó silencio por varios segundos. Solo se escuchaba su leve respiración, y por un momento deseé poder escuchar esa respiración pero cara a cara. Poder escuchar esa respiración cerca de mi oído...

—Si te contesto, ¿me dejaras en paz? —dijo con voz calma.

—Contéstame de una vez —sentencié.

—Un viejo amigo...

—¿Qué clase de amigo? —pregunté al instante.

—¿Acaso esto es un interrogatorio judicial? Que yo sepa el que estuvo preso fuiste tú, yo no le debo nada a nadie. Así que mejor deja de molestar y déjame dormir, ¡de una vez! —me dijo.

—¡Ahora tú vas a escucharme...! —escuché el interminable sonido del fin de la llamada.

Me había cortado. Con cuidado alejé el teléfono de mi oreja. No, ella no pudo haberme cortado el teléfono de esa forma. Respiré profundamente antes de enloquecer.

Mi Pequeña Obsesión.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora