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Me desperté y me senté en la cama algo agitado. Miré hacia mi izquierda y Alana dormía tranquilamente allí. Solté un suspiro y me volví a acostar. Había tenido una pesadilla, solo eso. Ella esta bien, ella esta a mi lado.

—¿Qué sucede? —su dulce voz rozó mi oído.

Giré mi cabeza para mirarla y ella tenía sus ojos bien abiertos. —Nada, solo tuve una pesadilla —le dije y me acomodé bien de costado para acariciar su rostro.

Ella se acercó más a mí y escondió su cara en mi cuello. Sus brazos se metieron debajo de los míos y sus manos acariciaron mi espalda.

—Solo fue una pesadilla —susurró.

—Lo se —dije mientras cerraba los ojos y disfrutaba de su cercanía —¿Me das un beso?

—Primero necesito ir al baño —dijo mientras se alejaba.

—No, no... primero mi beso —hice un puchero.

—Bien —dijo en un suspiro y se acercó a mi boca. Coloqué mi mano en su nuca y la acerqué más a mí.

—¿Me amas? —le pregunté cuando la solté.

—Mmm... no lo se —dijo ella mientras se ponía de pie. Sonrió y me volvió a besar —Claro que te amo, ¿Por qué lo preguntas?

—Solo quería volver a saberlo —le dije.

—Tontin —dijo divertida y entró al baño.

Aquel sueño había sido tan real. Alana era alejada de mí y nunca más volvía a verla. Mi vida se volvía miserable y sin sentido. Había sido tan fea la sensación del vacío y el dolor. Me volví a acostar sobre la almohada y me tapé bien con las sábanas. Hacía un poco de frío.

Alana salió del baño y volvió a acostarse a mi lado.

—¿Qué hora es? —le pregunté.

—Temprano, muy temprano —musitó mientras se acurrucaba entre mis brazos y volvía a cerrar los ojos.

—¿Qué tan temprano?

—Son las 5 de la mañana, amor.

—¿Enserio? —pregunté.

—Si —dijo ella y besó mi pecho —Aún tenemos 4 horas más para dormir. Así que deja de hablar y cierra tus lindos ojos.

La abracé contra mi pecho y cerré mis ojos. Aún la maldita sensación me seguía molestando. Pero decidí ignorarla. Eso solo una sensación, nada significa.

-

Las cuatro horas que faltaban para levantarnos pasaron volando y Alana fue la primera en levantarse y bañarse. Se puso el uniforme de la Universidad y luego se tiró encima de mí para despertarme mientras sus manos intentaban hacerme cosquillas.

—No vas a lograrlo, no las tengo —le dije sin abrir los ojos.

—Bueno, no tendrás cosquillas pero si te dan calor los besos —dijo ella y se metió debajo de las sábanas para comenzar a besar mi pecho y bajar hasta mi estomago.

—Alana... no —le dije.

—¿Viste? Yo sabía —susurró y su aliento quemó mis abdominales.

—No hagas eso. Espera... porque... ¡Alana! —dije elevando mi voz y sacando las sábanas de encima de ella.

Ella estaba sentada a horcajadas sobre mí con aquella linda polera que estaba obligada a usar para asistir al campus. Sonreí al recordar que así mismo la quería yo cuando estaba encima de Betty.

Ella mordió su labio inferior y me miró con ganas —¿Por qué no me haces caso y te levantas? —me preguntó.

—¿Por qué estas sentada encima mío con esa ropa? ¿Acaso piensas que así voy a levantarme y querer salir de esta cama? —le pregunté.

Podría decirse que ella casi gateó sobre mí hasta llegar a mi rostro. Sus labios rozaron los míos. Su aroma a ropa lavada y perfume simplemente me excitó.

—Vamos a llegar tarde mi amor... tienes que levantarte, ahora —dijo.

—¿Tú estas jugando conmigo? —dije y sin darle tiempo a nada giré sobre la cama y la atrapé debajo de mí.

Ella rió divertida. —Esto no es justo —se quejó ella mientras calmaba su risa.

—Y ¿Por qué no?

—Porque yo era la que te estaba controlando... así no vale, Ashton.

—¿Tú controlar? Estas equivocada, amor.

—¿Estás seguro? —dijo sin dejar de mirarme fijo a los ojos.

Entonces entendí aquello, si ella dice que no... a veces realmente es no.

Me bajé de ella y me acosté a su lado. —Está bien, tú ganas —le dije.

Rió por lo bajo y volvió a subirse sobre mí. Bajó su rostro y me besó tiernamente. Intenté acariciar su rostro mientras la besaba. Pero ella tomó mis manos y las dejó sobre la cama. Se alejó despacio dejándome totalmente idiotizado.

—Ahora si, nos vamos —dijo y se bajó de la cama.

Soltando un gruñido me puse de pie y entré a bañarme. Lo hice rápido pues al ver la hora, solo teníamos media hora antes de que comenzara la Universidad. Salí y me cambié. Bajé las escaleras del cuarto de Alana y me acerqué a la cocina para comer un poco de cereales.

—¿Vamos? —le pregunté.

—Vamos, amor —dijo ella con una leve sonrisa.

Salimos de su casa y otra vez en su auto nos dirigimos hacia otro maldita día de clases. Más rápido de lo que esperé llegamos y allí estaban nuestros amigos.

—Hola —dijo contenta Alana.

—Hasta que al fin aparecen —dijo Jose.

—Lo siento, se nos hizo tarde —le dije a mi prima mientras besaba su cabeza. Saludé a Rafa y luego les di la mano a Luke y Calum.

—¿Entramos? —dijo Cal.

—Si, antes de que lleguemos tarde enserio —dijo Luke.

Caminamos hacia la entrada. Y Alana se detuvo. Nos giramos a verla.

—¿Qué pasó? —le pregunté.

—Me olvidé de unos cuadernos en el auto, voy a buscarlos —dijo.

—Te acompaño —dije y caminé hacia ella.

—No, amor. No es necesario. Vayan yendo que ya los alcanzo —se acercó a mí y me dio un leve beso antes de correr hacia la salida.

Volví hacia donde estaban los chicos.

—¿Larga noche, Irwin? —me preguntó Luke.

—No le preguntes esas cosas, Luke Hemmings —lo retó mi prima.

—¿Qué tiene? —dijo él confundido —Es mi amigo, toda la vida le pregunte sobre sus aventuras de cama.

—¡Eres un asqueroso! —dijo realmente ofendida y comenzó a caminar más rápido.

Mi Pequeña Obsesión.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora