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Alana comenzó a reír divertida al igual que Rafa. Dejamos de hablar y nos giramos a verlas.

Calum se puso de pie. —¿Qué sucede? —preguntó mientras se acercaba a ellas. Luke y yo lo seguimos.

—Me parece muchachos que Jose acaba de arruinar nuestra cena —dijo Alana sin dejar de reír. La miré divertido... se estaba descostillando de la risa.

—¡No es divertido! —se quejó la rubia. Rafa se restregó los ojos, mientras calmaba su risa.

—No les hagas caso a estas brujas, linda —dijo Luke y se acercó a Jose, quien apoyó su cabeza sobre su hombro cuando él estiró sus brazos.

—Aaaay, me dijo bruja —se quejó Alana.

Me acerqué a ella y la abracé por la espalda apoyando mi mentón en su hombro. Mi boca quedó cerca de su oído. Ella colocó sus brazos sobre los míos que estaban sobre su vientre.

—Y sí, algo de eso debes ser... porque me tienes hechizado. No puedo dejar de verte, no puedo dejar de pensar en ti, en tus besos, en tu cuerpo... —le susurré.

Sonrió levemente y mordió su labio. Giró un poco la cabeza y me miró.

—No puedes con tu genio, ¿verdad? —preguntó.

—Te lo aseguro... apenas se vayan todos, tú no te salvas de mí —besé su mejilla y volví mi vista a los demás, pero sin dejar de abrazar a Alana —Entonces ¿Qué vamos a comer?

—Pidamos unas pizzas —dijo Calum.

—Perfecto —aseguré y me alejé de Alana para ir en busca del número del delivery. Pero detuve mi paso al recordar aquello, me giré a verlos a todos —No podemos.

—¿Por qué? —dijo confundido Luke.

—Alana no come pizzas —dije.

Ella sonrió y se acercó a mí, para acomodar un poco mi cabello.

—Eres un dulce de leche —aseguró.

—Y tú eres mi envase —murmuré y me incliné para besarla cortamente.

—Pero no se preocupen por mí... pidan la pizza, yo no tengo hambre —les dijo a los chicos.

Ellos volvieron a sus charlas y le lancé a Cal la tarjeta con el número para que llamara. Volví mi vista a Alana. Me senté en el sillón y le hice un gesto para que se sentara sobre mis piernas.

—Es mentira que no tienes hambre. Hace un rato estabas que matabas por un poco de comida.

—No te preocupes, comeré un poco de fruta —me dijo.

—No, ¿sabes qué? Vas a comer una porción de pizza o dejo de llamarme Ashton Papasito Irwin.

—¿Papasito? —dijo divertida —Más bien 'el calentón'.

—Muy graciosa —bufé —Pero la única calentona aquí eres tú...

—Sí, y me encanta serlo —dijo en descarado coqueteo.

—No me seduzcas aquí... tenemos invitados amor mío. No querrás que haga cosas inapropiadas delante de ellos ¿o sí?

—No te atreverías —dijo entre divertida y nerviosa.

—¿Quieres averiguarlo? —pregunté.

—No, Ashton, ni se te ocurra —se estaba por poner de pie, pero no la dejé. Me miró fijo a los ojos.

—¿A dónde crees que vas?

—A... a estar con las chicas.

—Con ellas puedes estar otro día, ahora estas conmigo —le robé un breve beso.

Mi Pequeña Obsesión.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora