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—Sé perfectamente en dónde estás metido, y tienes exactamente dos horas para estar en mi casa. Y te quiero solo... deja a tu acompañante en donde se te plazca, pero no vengas con ella. ¿Entendiste? —me dijo.

Me tensé al instante de escuchar su maldita voz. ¿Cómo demonios se había enterado de que yo estaba aquí? ¿Acaso el infeliz estaba siguiéndome o algo por el estilo?

—Mal nacido —musité.

—Y más te vale que me hagas caso o ya verás —dijo y colgó.

Apreté con fuerza el celular que estaba en mi mano. Cerré los ojos y traté de estar calmado, pero se me estaba haciendo imposible. Sentí una suave mano apoyarse en mi hombro, me giré a verla, y era ella, Alana.

—¿Qué sucede? —me preguntó preocupada. Solté un suspiro y acaricie su mejilla.

—Debemos irnos —dije y bajé mi mano para acariciar sus labios.

—¿Por qué? —dijo confundida.

—No puedo explicártelo ahora, solo sé que debemos irnos, cariño —me acerqué a ella y la besé cortamente.

Volvimos los pasos hacia donde estaban mi madre y Ben. Ambos me miraron con cara de preocupación.

—Lo siento, mamá, pero tenemos que irnos —le dije.

Ella se acercó a mí y me acarició el rostro. —Tu padre, ¿verdad? —susurró por lo bajo.

La miré fijo a los ojos. —Él sabe donde estoy —le contesté. Ella sonrió levemente, se acercó más a mí y me abrazó.

—Él ya no puede hacerme nada, Ashton... que sus tontas amenazas ya no te controlen, cualquier cosa que él te diga es mentira. Bobby perdió control sobre mí hace exactamente un año —me calmó ella y con cuidado la alejé de mí para mirarla a los ojos.

—Entonces ¿ya no... no hay peligro? —preguntó con algo de duda.

—No, ya no hay peligro. Pero sé como es, así que ve... y hazle saber que ya no le tienes miedo, pero por favor no pierdas el control Ashton, es tu padre —me pidió.

Asentí y besó mi mejilla, para luego alejarse completamente.

—Más tarde, cuando todo este arreglado voy a llamarte —le dije a mi madre.

—Esperaré ese llamado ansiosamente, hijo —dijo ella.

Los tres nos acompañaron hasta la puerta. Hope no tenía esa sonrisa que tenía cuando llegamos.

—¿Qué pasa, enana? —le pregunté agachándome hasta quedar a su altura.

—Yo no quiero que se vayan —me dijo sin dejar de mirar al suelo.

Levanté su rostro con una mano e hice que me mirara. —Prometo que nos veremos otra vez. Eres mi hermanita y prometo que voy a cumplir bien mi rol de hermano mayor —le dije.

Ella me sonrió y luego miró a Alana. —Tú también cumplirás bien tu rol de cuñada ¿verdad? —le dijo. Alana la miró asombrada.

—¿Qué es eso de rol de cuñada, Hope? —la regañó mi madre —¿De donde has sacado eso?

—Lo vi en una telenovela, en casa de la abuela Fiona —se defendió ella. Todos reímos divertidos y salimos fuera de la casa.

Caminamos hasta el auto de Alana y nos giramos a verlos. —Prometo, mamá, que esto pronto va a acabar —le dije.

Ella me sonrió. —Lo sé, mi amor, cuídense. Adiós, Alana, y gracias por traerme de nuevo a mi bebé —le dijo. Ésta sonrió.

—Gracias a usted, por haberlo traído al mundo —le dijo ella, entonces la miré algo sorprendido. Ella me miró y al instante, se dio cuenta de que eso le salió sin permiso de la boca, se sonrojó de sobremanera y apartó la vista de mí.

Mi Pequeña Obsesión.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora