7. Como Quisiera Odiarte

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El cansancio en mi cuerpo era enorme, desde que tuve a mi pequeño mi físico se había vuelto más débil, ahora si sentía el cansancio y el dolor, el aseo de la agencia del día anterior me había dejado exhausto, todo gracias al imbécil de Dazai.

Mi barriga no dejaba de rugir, saque lo ultimó que tenia de los ahorros para así poder comprarme algo de comida, pero al abrir el tarro de leche de mi pequeño, me di cuenta que esta solo me alcanzaría para dos teteros máximo, deje de lado mi hambre, primero estaba mi pequeño.

Salí junto con mi pequeño rumbo al supermercado, pero al llegar a las escaleras de aquel edificio de apartamentos encontré a Kunikida besándose con Dazai, ver esa escena me rompió en pedazos, por más que me negara a sentir algo por aquel imbécil, en mi interior era más que consiente que mis sentimientos por el seguían intactos.

—Buenos días Chuuuuuya —dice de manera risueña aquel imbécil.

—Buenas —saludo en lo que paso, por un lado— nos vemos luego —digo y me marcho a paso rápido de allí.

Al estar lejos de esos dos disminuí mi paso, en mi mente una y otra vez se repetía esa escena, causando que mi pecho se comprimiera, no podía creer que aun gustara de ese imbécil, que me doliera tanto verlo con alguien diferente a mí.

—Nakahara-san, buenos días —escucho a un lado mío.

—Buenos días —saludo al percatarme que era el albino.

—¿Vas al supermercado? —pregunta.

—Sí, la leche de Haru se acabó y no puedo dejar que pase hambre —respondo.

—¿Puedo preguntarte algo? —cuestiona.

—Adelante —respondo.

—¿En dónde está la mamá del niño? —pregunta causándome una leve risilla.

—Estás hablando con ella, por decirlo de algún modo —respondo y una cara de sorpresa se dibujó en su rostro.

—¿Cómo paso eso? —pregunta sin salir de su asombro.

—Pues veras, el papá de Haru y yo, tuvimos relaciones sexuales varias veces y bueno así lo hicimos —respondo.

—No me refería a eso —dice totalmente avergonzado— se su pone que los hombres no se embarazan.

—Yo también pensaba lo mismo —digo— pero cuando los dos tienen algún tipo de habilidad, es posible.

—¿Entonces yo también podría? —me cuestiona.

—Sí, siempre y cuando tú seas el pasivo —contesto— ¿Con quién sales? —pregunto curioso.

—Se llama Fyodor —responde— él también es poseedor de una habilidad al igual que nosotros.

—Vaya, entonces Atsushi, si no quieres hijos es mejor que le digas a tu pareja que se cuide —aconsejo en lo que con cuidado tomo un tarro de leche.

—Lo tendré muy en cuenta —murmura— el papá Haru, ¿dónde está? —pregunta tomándome un tanto desprevenido.

—Ese imbécil se fue sin decirme nada —respondo.

—Debió ser difícil para ti —pronuncia.

—Lo fue, tanto que al comienzo no quería tener a mi niño —digo en lo que abrazo un tanto fuerte a mi pequeño.

Una Nueva Vida, Vivir Solo Para Ti.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora