Al abrir la puerta me encuentro a una niña de unos doce años, cuatro menos que yo. Tiene una melena color castaño claro, unos profundos ojos marrones, como el color de la coca cola, que dependiendo por donde los miraras eran claros u oscuros, con una nariz pequeña...Me recordaba a alguien, pero no sabía a quién.
-¿Eres Alexa? -Preguntó en un tono bajo y mirándose a los zapatos.
-Sí, ¿te conozco? -Negó con la cabeza sin levantar la vista del suelo.
-Soy...la hermana de Linsy, Molly.
Linsy...Bueno,creo que sabes que vivo sola con ella, y por lo que he oído nunca os habéis llevado nada bien. Y siempre que se enfada dice que soy como Alexa, y bueno, quería conocerte.
-Sí...-Dije riéndome de una forma un tanto extraña- Nunca hemos encajado.
- Dicen qué un rompecabezas no se completa con piezas iguales - Esa chica era inteligente, creo que en cierto modo era como yo a su edad, puede que sí que se pareciera a mí.
-Y es cierto, pero no con unas piezas tan diferentes. No encajamos por ningún lado- Molly sonrió por primera vez en esos minutos que habíamos estado hablando- Bueno, si quieres pasa y hablamos en el jardín.
Cuando miraba a esa niña... Era como verme a mi hace unos años, tímida, pero inteligente. Poco habladora, pero con recursos.
Estuvimos media hora sentadas en una hamaca colgada de los dos árboles más grandes de mi jardín.
Yo no vivía en un edificio como la mayoría, si no en una casa, una casa enorme, con un jardín en el que me pasaba la mayor parte del día, o si no en mi habitación. Fuera de esos sitios todo era un mundo diferente y peligroso, en el que pueden matarte por dentro con una simples palabras que se clavan como agujas en un globo.
-Al parecer mi hermana tenía razón en lo de que nos parecemos - Sonrió y le dio un trago al vaso de agua que le dí al entrar en casa- Y...¿vives tú sola?
-Sí, desde...hace un tiempo, pero me voy acostumbrando. Mi madre... -Me cortó la frase el número privado que me despertó hace unas horas.
- Alexa, Alexa, Alexa, no sabía que tenías una hermana- Parpadee unas cuantas veces seguidas y Molly me miró extrañada.
- No, ni yo.
-Vaya pues esa chiquilla es igualita a ti.
-Vale, esto me está empezando a asustarme, ¿Quién eres?- Me puse seria de un segundo para otro.
-Solo te digo que a las 5 y media en el templete de La Marina, arriba - Colgó dejándome con la palabra en la boca.
-¿Quién era?- Dijo Molly intrigada.
-Eso me gustaría saber. Hoy a las 5 y cuarto de la mañana llamó, y su voz no me suena de nada, y tampoco sé por qué no me llama con su número.
-Bueno, ya es tarde. Iré a casa a poner la mesa -Dijo triste, y me dio un gran abrazo.
-Eh, puedes venir cuando quieras- Dije esbozando una sonrisa.
- ¿De verdad?- Sacó una sonrisa llena de felicidad- Pero...No quiero ser pesada, saldrás con tus amigos.
-Bueno , en realidad no, a penas tengo. Siempre, en el colegio, me veían como la niña rara que se quedaba contra la pared del patio leyendo sus libros y, al parecer, no se molestaron mucho en conocerme. Sólo Liam, que es como mi hermano, Jenny, mi mejor amiga y Abbi, la cual se mudó a Francia.
-Definitivamente, somos iguales- Le sonreí y la acompañé hasta su casa, que vivía en frente de mí.
Cuando volvía a casa noté cómo una pequeña piedra golpeó mi espalda. Al girarme solo vi una chaqueta agitada por el viento, cuyo respectivo dueño ya había desaparecido tras la esquina más cercana . Dí unos pasos rápidos antes de llegar al final de la calle, quizás era la persona que me llamó por número privado, no lo sabía y, ¿acaso perdía algo por ver quién había sido? Aquella piedra no había chocado en mi espalda por casualidad.
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Chica de cristal
Romance¿Podrían ser los sentimientos armas de destrucción contra corazones de cristal? No elegimos de qué queremos estar hechos, si de acero o de cristal, pero quizás queden personas que nos cuiden como verdaderas reliquias.