-Verte, por lo menos una última vez- ¿Estaba saliendo con mi mejor amiga y ahora quería verme? Nunca llegare a entender a esta sociedad.
- Pues ya me has visto ahora puedes irte- Apreté las uñas de la mano izquierda en el brazo derecho por no llorar, por no hacerme la débil.
- Alexa, no quiero verme obligado a no volver a sentir lo que siento cuando me miras con esos ojos ¿vale?- Me agarró con sus fuertes brazos, resultado de ir cada semana al gimnasio. Apretó la mandíbula y respiró nervioso- Y si estoy saliendo con Jenny es por que contigo no tendría una miserable oportunidad.
-¿Ni una miserable oportunidad?- Me desplomé, ahora sí que sí, ya no pretendía ser fuerte. No pretendía aparentar lo que no soy- Estoy harta de hacerme ilusiones tanto contigo como con la vida. Me pienso que la vida un día será justa, pero ¿cuándo? Y ¿cuánto más tengo que esperar? Tengo defectos, como todo el mundo, y quizá necesite a alguien que acepte mis defectos y no quiera cambiarlos- Me solté de sus brazos y subí a mi habitación no podía más, no, ya no.
Sonó un portazo, pensaba que se había ido cuando noté una mano en mi pelo, suave y agradable.
-Carlos vete, por favor- Dije con voz entrecortada.
-No, vamos a hablar, y no pienso irme de aquí hasta que te vea con una sonrisa en la cara. Y a mi no me engañas con tus intentos de felicidad y lo sabes- Me incorporé en la cama y tomé una bocanada de aire.
-¿Qué quieres que hablemos? Que incluso cuando la vida es un cuadrado de felicidad, completo, siempre hay algo de negatividad.
No creo en los finales felices, no son más que mitos pregonados por gente enamorada. ¿Dónde queda la compasión, ese punto de compasión y entendimiento hacia la gente que ya no tenemos esperanzas en ser felices?- Se acercó lentamente a mi, mirando a mi imperfecta boca. Sus hoyuelos se colaban en mis ojos. Me acarició la cara con sus suaves manos.
Empecé a ponerme nerviosa y colorada, lo que le provocó una dulce sonrisa torcida hacia el lado izquierdo de su boca.
Nariz con nariz, mirada con mirada, ojos cerrados con ojos cerrados, boca con boca y comienzo a mi primer beso.
Pasé mis delgados brazos por su cuello, me cogió por la cintura y me coloqué encima de él, separé los labios y le dí el abrazo que siempre quise darle. Aproveché el momento para respirar el mismo aire que el mezclado con su fragancia de colonia cara. Debía admitir que echaba de menos ver aquellos enormes ojos verdes, aquellos hoyuelos, aquella sonrisa con aquellos dientes en la perfecta posición. Le echaba de menos a él, echaba de menos la sensación que recorría mi cuerpo cada vez que se acaba a mi cintura.
-Pensaba que me llamaste por qué estabas mal, no para ver esto- Me giré en dirección a la puerta.
-Liam...
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Chica de cristal
Romance¿Podrían ser los sentimientos armas de destrucción contra corazones de cristal? No elegimos de qué queremos estar hechos, si de acero o de cristal, pero quizás queden personas que nos cuiden como verdaderas reliquias.