Capítulo 13

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-Hola, ¿Qué tal todo?- Dije con una voz amable.

-Bien, muy bien. Bueno ya os dejamos, solo venía a por la cartera. Pasarlo bien- Nos sonrieron los tres y cerraron la puerta.

Estuvimos un rato en silencio, en el cuál pudimos distinguir un "Hacía mucho tiempo que no se les veía tan juntos, me alegro mucho por los dos". Ambos nos ruborizamos y esbozamos una sonrisa.

-Bueno, el caso es que me lo llevé a mi habitación y empecé a leer un poco y empiezo a creer en estas estupideces porque de verdad que me ha...Resultado extraño.

-Bueno pues ya estas leyéndome.

-Zamora, la pequeña ciudad que apenas nadie sabe localizar, resguarda a una chica, una chica especial y peculiar. Una chica de cristal, una chica bellísima, pero a la cuál apenas nadie se lo ha reconocido ¿Cómo saber quién es?

Lee los siguientes pasos

1.-Nunca se habrá relacionado con apenas gente.

2.-Cosas insignificantes le afectarán y ellas las notará rápidamente.

3.-Para comprobarlo, alcanza una piedra, minúscula, y tírasela a la espalda.

-Liam todo esto es muy subrealista. ¿De verdad piensas que soy parte de una leyenda escrita en un libro viejo?- La verdad es que me asusté, y mucho. Lo primero es que no entendía cómo un libro podía conocerme, y lo segundo, hasta un libro decía que yo era frágil. Exactamente una chica de cristal, un mísero golpe y estoy fuera de juego.

Quizá todos tenemos una pequeña porción de nosotros de cristal que solo ciertas personas saben agrietar hasta romper. Y el amor es algo así,  siempre hay alguien que rompe ese fragmento de cristal y al romperse los trocitos se te clavan por todas partes. Con el tiempo se van, pero unas esquinas microscópicas siguen ahí clavadas y cometes el error de acordarte de todo aún sabiendo el daño que te va a causar. Con el tiempo encontramos otros amores que desaparecerán pero ya no tienen nada que romper, y así hasta el último amor, que supongo que será el único que no pretenda romper algo que ya no hay.

-No lo se Alexa...No lo se. Pero esto es como cuando nos subimos al pequeño árbol del parque cuando éramos pequeños y te caíste. No te deje sola y no lo pienso hacer ahora. Y me niego a ver como cuatro gilipollas intentan hacerte daño, te juro que me niego -Se puso serio de un momento a otro. Le conocía de sobra como para atreverme a decir que lo decía absolutamente enserio.

-Bueno me....- suspiré y seguí hablando - me voy a casa.

-Vale, te acompaño- Se levantó y cogió las llaves.

-No, en serio. Quiero estar un poco sola, si no te importa- Esbocé una sonrisa torcida con la boca cerrada y los labios apretados.

-Ah, claro.Bueno, cuando llegues a casa hazme una perdida y ya te llamo y hablamos si quieres- Asentí y le abracé con mis brazos por debajo de los suyos.

Siempre me gustó olerle la ropa, olía a una mezcla entre su colonia y su olor natural. Me encantaba ese olor.

Salí de la casa, rodeé la urbanización y me senté en un banco a mitad de camino a mi casa.

Empezó a nublarse el cielo y seguidamente se puso a llover, poco, pero llovía. "Dolía poco, pero dolía". Pensé en esa frase, recapacité y llegué a una conclusión. Una conclusión que no me debería callar.

Jenny una vez me dijo que las cosas era mejor decirlas. Primero decirlas bien, para desahogarte, para cuando te encerraras en la habitación a llorar, lo cual es inevitable, no hubiera tanta tensión acumulada y tantas cosas en tu contra.

Quizá la conclusión a la que había llegado no era la correcta en algún tiempo, pero en ese momento lo era.

Me quedé sentada en el banco, mientras las pequeñas gotitas de agua me empapaban la cara, en ese momento me sentía como una almohada. Sabía todo lo que incluso no debería saber,solo servía para  cuando la gente me necesitaba para algo y de lugar en el que apoyarse cuando estabas mal. Como una auténtica almohada.

Una única conclusión sobre todo lo que ha pasado.

Y es que me había enamorado por primera vez de...

Chica de cristalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora