Carlos, Carlos era el primer amor de mi vida que se había quedado en unos años atrás. Pero no quería aceptarlo, no era algo agradable de aceptar cuando él está enamorado de tu mejor amiga.
Me tapé la cara con las dos manos y me sumergí en ellas. Empezó a oscurecer y las farolas no lucían debido a la tormenta.
No se distinguían las lágrimas de las gotas de agua, un buen método de auto- camuflaje.
La verdad es que el amor es una mierda, pero una mierda bonita.
Me quedé sentada en aquel banco hasta que me calé hasta los huesos.
Rápidamente llegue a casa, me quité toda aquella ropa empapada y me puse mi sudadera preferida.
Aquella sudadera no la solía sacar a la calle, no quería que nadie la viera y con el tiempo ver a la gente con aquella sudadera.
Era azul oscura o negra, un tono que nunca he llegado a averiguar. En ella hay frases, símbolos, de todo. Frases que me he planteado en la vida, símbolos que tienen su significado. Esa sudadera era... Era la razón por la que, cuando leía las frases y veía todo aquello ahí plasmado, tenía la suficiente fuerza como para aguantar un día más.
Mi casa tenía dos pisos, abajo estaba el salón, la cocina, un baño y una habitación de invitados, en la que nunca ha dormido nadie, sinceramente. Y arriba estaba mi habitación y un baño. Y en el resto del pasillo había pósters y fotos, y en una de las paredes una gran pantalla y cinco grandes pufs de colores. Me encantaba aquel pasillo, era como un pasillo en forma de rectángulo, con un gran hueco en el medio.
Entré en el baño de la planta de arriba y me sequé un poco el pelo con el secador y me senté en el puf naranja.
Enchufé el cargador del móvil en un enchufe que estaba al lado y vi 2 llamadas perdidas de Carlos.
-Dios...- Tragué saliva y respiré. ¿Le llamo o no le llamo? pensé.
Si le llamaba, quizá me haría más daño, pero si no le llamaba... sería una cobarde, y yo no soy una cobarde.
Marqué su numero, sonó unas cuatro veces, en ese tiempo me fui a mi habitación y me tiré en la cama, luego se oyó una voz suave.
-¿Sí? - Dijo nervioso.
-Me llamaste.¿Qué quieres? - Una parte de mi sentía ser tan borde, pero otra parte de mi estaba cansada de ser una niña inocente.
-Estoy...saliendo, con Jenny- Esas palabras, esas putas palabras plagadas de mentiras y odio, mucho odio y más mentiras aún.
Le colgué, tiré el movil contra el suelo, y lloré, lloré todo lo que pude y más. Grité, recapacité.
"No te fíes de nadie, nunca"
Primera ruptura de corazón, cuatro días sin apenas salir de la cama. Sin apenas comer, sin apenas nada.
Sin tener ganas de nada en ese tiempo, al cuarto día no podia más. Ni llevar mi sudadera me hacía feliz. Ni los "Stay Strong" de las paredes hacían su efecto.
La gente dice "Yo me desahogo escribiendo" o llamemoslo X. ¿Por qué intentamos mentirnos a nosotros mismos para que nos lo creamos?
Vivimos en una absoluta red de mentiras, creadas por nosotros mismos y por el resto, pero aún así son mentiras.
El único método literal para desahogarse es llorar. ¿Estás ahogándote? Blanco y en botella, llora.
Eran las 10 y media de la mañana y llame a Liam, no era un novio, pero era mi mejor amigo, y con todas las novias que ha tenido suponía que me entendería.
-Liam...- Era lo primero que decía en los dos últimos días en un tono medianamente normal.
Tenía la voz...No, no tenía la voz de ninguna manera. Apenas tenía voz.
-¿Alexa? ¿Estás bien?
-No, no estoy bien.
-Voy enseguida.
Y así fue, a los 10 minutos sonó el timbre. Me miré en el espejo como el día que vino Molly a verme, pero esta vez estaba peor. Muchisimo peor. Una coleta... o lo que fuera, ojeras, ojos rojos, labios escariados, dolor.
Pero cuando abrí la puerta no eran ni Molly, ni Liam.
Le partiría la puerta en la cabeza si no fuera por qué no tenía fuerzas ni si quiera para cerrarla.
-¿Qué quieres Carlos?
ESTÁS LEYENDO
Chica de cristal
Romansa¿Podrían ser los sentimientos armas de destrucción contra corazones de cristal? No elegimos de qué queremos estar hechos, si de acero o de cristal, pero quizás queden personas que nos cuiden como verdaderas reliquias.