Rápidamente doblé la esquina, nadie, ni un rostro en aquella calle.
- ¿Pero cómo...?- Dije en voz baja y mirando en todas las direcciones posibles.
Volví por el mismo camino a casa, dándole patadas a las piedras que había en mi dirección. No entendía nada, lo único que sabía es que me iba a quedar con la intriga de quién era aquella persona.
Después de comer me senté en el sofá y encendí la televisión, a la cuál no presté mucha atención.
Llevaba una temporada siendo demasiado dramática y preguntándome el por qué de varias cosas.
¿Por qué todo el mundo ha encontrado a su "verdadero" amor aunque la tontería les dure un mes? ¿Por qué me repugnaba tanto físicamente? O mejor dicho... ¿Por qué me había tocado ese físico? ¿Por qué no puede caer un meteorito que acabe con la vida en la Tierra? ¿Por qué la gente me desprecia tanto?
Esas preguntas y más son las que hacen que el paso que hay hacia el vacío y el derrumbe sea cada vez más pequeño.
Cuando tenía unos... 9 o 10 años me acuerdo que vi a un chico en el parque de al lado mi casa, yo solía jugar sola, sin amigos imaginarios siquiera, pensaba que incluso ellos me darían una puñalada por la espalda cuando menos lo esperará.
Un niño de pelo castaño, liso y fino y con unos enormes ojos color verde botella que me miraban fijamente mientras me columpiaba y la brisa de otoño que arrancaba hojas de los árboles me movía el pelo en todas las direcciones. No hablamos, ni jugamos, nos dedicamos a mirarnos como extraños que se conocían de otra vida. Fue todo entre raro y bonito. Una sensación extraña, creo que esa es la única vez que me ha pasado algo parecido al amor.
Son las 5, debería ir a arreglarme, si se puede decir así.
Abro el armario y cojo lo primero que pillo, unos pantalones vaqueros por aquí, una sudadera negra por allá y voilà.
Cuando voy a peinarme veo que se me empiezan a separar las raíces del pelo, ya lo tengo algo sucio así que me lo recojo en una simple coleta, me pongo las converse altas negras, cojo las llaves y el móvil y me voy camino a La Marina.
Cuando llego al templete corre un viento un tanto molesto que se te mete por el hueco más microscópico de la ropa hasta llegar a tu piel, el cuál provoca un escalofrío que te recorre todo el cuerpo.
Subo las escaleras y no hay nadie. Llegaba 5 minutos antes y decido pasar el tiempo escuchando música.
Por casualidad había unos cascos blancos en el bolsillo del pantalón, pongo la música alta hasta que se adentra por todo mi cuerpo.
Cuando son las 6 menos veinte me me canso de esperar, así que me levanto y cuando bajo las escaleras me choco con alguien, cuya cara no llego a ver después del golpe.
Me caigo para atrás y me doy en la espalda con uno de los peldaños de las escaleras y el otro sujeto antes de caer se agarra a la barandilla dándose en el codo.
-Perdona, ¿Estas bien Alexa?- Le miro a los ojos, unos enormes ojos color verde botella...Espera ¡¿QUÉ!?
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Chica de cristal
Romance¿Podrían ser los sentimientos armas de destrucción contra corazones de cristal? No elegimos de qué queremos estar hechos, si de acero o de cristal, pero quizás queden personas que nos cuiden como verdaderas reliquias.