Suena mi canción favorita desde el móvil y se oye por toda la habitación. Cojo el móvil y miro la hora, las cinco y cuarto de la mañana, después miro a ver qué ser humano sin sentimientos ni corazón llama a esas horas. Número privado, descuelgo y contesto con voz ronca.
- ¿Sí?- Me aclaro un poco la garganta carraspeando.
- ¿Cuál es tu prototipo?
- ¿Perdona? - Digo alargando la "e"- Vaya, que confianza te traes.
- En serio, ¿cómo describirías a tu chico perfecto? - Hablaba como si me conociera de siempre, con demasiada confianza diría yo. Su voz no me sonaba, pero si tenía mi número sería por algo.
- Lo primero esque la perfección no existe, lo segundo quisiera saber qué haces llamandome a las cinco de la mañana y tercero, no tengo prototipo, supongo que me gustaría tener a alguien que me quiera.
- Qué poético Alexa, si señor- ¿Alexa? ¿Co...Cómo sabe mi nombre? - Eh, sigo aquí.
- Ya, pues yo no - Colgué, dejé el móvil en la mesilla y me tapé con las finas sábanas a pesar de ser verano.
Corría una fresca brisa que entraba por la ventana con alféizar, algunas veces, de estas que piensas que todos y todo están contra ti, está bien eso de quedarse hasta tarde sentada en las almohadas del alféizar, observando al mundo y viendo cómo las estrellas parpadean desde ahí arriba.
Me despierdo a las 12 y media de la mañana. Hace unos años mi madre se fue a vivir con mi abuela a una ciudad de Francia cuyo nombre me es imposible aprender. Se mudó con ella por la muerte de mi abuelo, mi abuela cayó en una gran depresión y sola no podía, yo me negué a ir, mi vida estaba en Zamora, aquí nací, me crié y me niego a irme.
Mi padre... Según mi madre cuando yo tenía 6 años puso la escusa de que tenía que ir de viaje, los negocios y esas cosas, y bueno, aquí sigo esperando que entre por la puerta.
Por tanto, me levanto a la hora que quiero, me acuesto a la hora que quiero y hago lo que quiero.
Según me pongo las chanclas llaman a la puerta. Me miro en el espejo y me hago un moño mal hecho. Llevo puesto un pantalón negro corto y una camiseta de manga corta gris con unos pequeños detalles negros casi invisibles, por tanto no parece exactamente un pijama. Me echo un poco de colonia y abro la puerta.
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Chica de cristal
Romance¿Podrían ser los sentimientos armas de destrucción contra corazones de cristal? No elegimos de qué queremos estar hechos, si de acero o de cristal, pero quizás queden personas que nos cuiden como verdaderas reliquias.