Capítulo 6

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Ya había oscurecido y llevábamos una hora en el coche.

No hablamos mucho, nos dedicamos a escuchar la música de la radio con el volumen alto. A Carlos le gustaba cantar, al igual que a mi. Aquella hora en el coche se basó en risas y música, nada más.

-Dios mío, ¿me vas a llevar al fin del mundo o que? -Esbozó una sonrisa.

-Algo parecido.

Eran las 10 y media cuando llegamos a un pueblo casi deshabitado cuyo nombre no llegué a ver.

Aparcó en una especie de restaurante de comida basura, que no parecía muy bueno ya que no había gente.

-Vaya...Que...acojedor - Dije poniendo una cara de asco al tocar un chicle pegado en la mesa de la terraza en la que me senté.Carlos se rió y al segundo se puso algo más serio.

-Fíjate un poco más allá de este restaurante tan cutre. Si hubiese querido amargarte más de lo que estabas esta tarde, créeme que nos quedaríamos aquí sentados toda la noche- Le miré extrañada y se levantó en dirección a la barra de dentro. Pidió unas hamburguesas, pagó y salio fuera.

-Solo les quedaba esto- Asentí y nos las comimos en un santiamén.

-Están buenas, si señor- Sonrió con la boca cerrada, lo cuál le hacía unos hoyuelos bastante...¿irresistibles? - Y...¿Nos vamos ya?

-Para el carro señorita.Dije que te iba a traer a un sitio para hablar ¿no?-Asentí con la cabeza- Bien, creo que aún no hemos hablado.Ahora, si me permites...- Cogió un pañuelo azul turquesa del bolsillo, que olía a colonia y helado de chocolate.Un olor bastante peculiar a la vez que delicioso. Me lo puso en los ojos y lo ató con delicadeza al rededor de mi cabeza.Lo cuál nos costó un poco "gracias" a mi moño.

-¿No tenías más días para hacerte recogidos así en el pelo? - Dijo riendo mientras lo colocaba.

-¿Y este momento de película ñoña?

-Por dios, admite que te encantan  esas películas- Me mordí el labio ocultando una sonrisa de niña pequeña cuando alguien descubre alguna mentira oculta entre sus palabras.

Caminamos unos 10 minutos, casi todo el camino recto. Me llevaba agarrada por la cintura.Pero de una forma especial, ninguno de los dos sentía nada por el otro. Lo hacía con confianza.

-Y...ya llegamos - Me quité el pañuelo y  estábamos en una especie de colina, debimos subirla al caminar todo recto. Miré hacia abajo y todo tenía sentido, ya que la cuesta para subirla era casi plana.

Estábamos ahí arriba y, literalmente, era la primera vez que me sentía por encima de todos.

Desde pequeña veía las estrellas desde el alféizar de la ventana de mi cuarto, las veías lanzando destellos desde miles de kilómetros. Aquí estaban todas, era una noche despejada, millones de estrellas nos observaban desde ahí arriba, me sentía libre, con el viento en la cara. Cerré los ojos apoyándo todo mi peso en una pequeña cerca de madera que rodeaba una pequeña parte de la colina, cerré los ojos y respire ondo.

Al rato note una mano en mi cintura.

-Precioso, ¿verdad?- Asentí con la cabeza y sonreí. No fue una sonrisa cualquiera, fue una sonrisa de que era la única persona que había hecho tanto por mí, porque para mí eso era demasiado bonito.

Me gire y le abracé poniendo mis manos en su cuello y de puntillas ya que me sacaba una cabeza y media.

-Gracias- Me acurruqué en su pecho, no le quería soltar.

-No- Se soltó de mí y se sentó en la hierba- Ven- Me senté a su lado, al borde de caernos desde aquella altura, pero con la seguridad de que sabíamos que no íbamos a caer, era un punto clave, igual que en la vida. Estar bien esta entre dos precipicios de estar mal. Un movimiento y te caes.Solo hay que saber mantenernos en el sitio adecuado.

-Alexa, pienso abrirte los ojos y ahora que he conseguido conocerte después  de estos años me niego completamente a dejar que alguien te haga daño. No me vas a creer, pero vales más que toda la gente de ahí fuera- Hizo un gesto moviendo la mano al rededor de nosotros- ¿Sabes por qué?  Porque has aguantado de todo, golpes e insultos, físicos y mentales, y mírate, sigues en pié y con esa sonrisa. No una sonrisa artificial, no, no, tú sonrisa- Dijo pronunciando más alto la palabra "tú"- Y te prometo que voy a estar a tu lado siempre, en todas. Y sé que dirás que los siempres de hoy en día pueden acabar en un mes o incluso menos. Pero yo te juro y perjuro que desde ahora hasta siempre. Y no quiero verte una última vez con lágrimas en los ojos, porque sé que eres de cristal. Algún día entenderás de una forma más creíble que lo eres y sí, no te ha tocado una buena vida pero yo intentare que lo sea. Y ahora que está todo más claro, podemos hablar de nosotros- Cuando acabó la frase me guiñó un ojo, y sonrió, otra vez esos malditos hoyuelos perfectos. Me puse roja y le miré a los ojos, que se le iluminaron al pasar unas cuantas estrellas fugaces por detrás de mí- Creo que deberías pedir un deseo.

Chica de cristalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora