El aire helado acariciaba el rostro del pelinegro mientras caminaba hacia aquella pequeña cafetería que lo esperaba en una esquina. Su nariz estaba roja y su bufanda bordó apenas lo cubría, pero lo que más llamaba la atención era aquella pequeña sonrisa que decoraba su rostro,la cual no lo había abandonado desde el día anterior.
Habían llegado los últimos días de invierno, que extrañamente, eran más fríos que los primeros. Las calles de Londres se veían menos pobladas, pocas personas salían de sus hogares debido a la ola de frío, además de que todavía era muy temprano. Debías estar loco o tener un compromiso muy importante para salir a tal horario. En este caso, Brendon era la segunda opción. Lo habían citado en una cafetería poco conocida del centro de Londres. La invitación lo tomó de sorpresa pero definitivamente lo había hecho feliz. Siempre es reconfortante pasar tiempo junto a un amigo, aunque sólo sea para desayunar.
Toda una temporada había pasado, sin embargo se sintió como sólo unos minutos. Metió una de sus manos en el bolsillo de su chaqueta, encontrando un pequeño papel con una dirección escrita a mano. Lo comprobó y sí, estaba justo en frente.
El lugar era pequeño, sus paredes eran de tonos marrones y se podía leer "75's café" en letras blancas. Observó a través del vidrio, buscando a su cita, sí es que podía llamarlo así. Buscó entre todas las cabelleras una de un suave color castaño, y aunque no había más de 10 personas allí, no logró encontrarlo. Suspiró decepcionado, pero decidió entrar a esperar por un tiempo. No era sorpresa que él no estuviera allí, suele ser alguien bastante impuntual. Disfruta llegar tarde debido a que odia esperar a los demás.
El agradable aroma a café entró en sus pulmones haciéndolo sentirse más cálido. Se quitó sus guantes para frotar sus manos, buscando más calor.
Tomó asiento en una de las mesas para dos personas que se encontraban contra las paredes y leyó lo que ofrecía el menú. Leer sobre aquella variedad de postres mientras moría de hambre sólo lo ponía más impaciente... ¿Debería esperarlo o sólo desayunar de una vez?
La segunda opción sonaba mejor, su estómago rugía como nunca. Llamó a una camarera y pidió un latte junto a una pequeña porción de pastel de chocolate. Sabía que quizás no era lo mejor desayunar un pastel de chocolate y que luego su cuerpo reaccionaría mal, pero no pudo evitarlo. Al menos si lo dejaba plantado, no le dolería tanto porque pudo comer chocolate.
"Nada mejor que llenar un pequeño vacío con comida", pensó.
• • •
Ryan corría junto a la suave brisa que recorría las calles, recordando aquel compromiso. Últimamente se había vuelto alguien muy distraído y su cabeza vivía en las nubes, es lo que suele suceder cuando estás viviendo en un sueño. Desde que firmaron aquel contrato sus vidas no habían dejado de mejorar, pero claro, todo tiene una desventaja y la suya era soñar despierto. Es increíble el hecho de que una simple hoja de papel pueda significar tanto, al punto de cambiar una vida para siempre.
Había dormido menos de cuatro horas la noche anterior y sus ojeras eran tan grandes que parecían tener vida propia pero había logrado escribir dos canciones de las cuales se sentía orgulloso. Luego de un tiempo en un frustrante bloqueo de inspiración, lo había conseguido. Las letras fluían de él con total naturalidad, la música resonaba en su cabeza y la sonrisa no escapaba de sus labios. Y aunque su habitación era un desastre de papeles en todas partes, era el desastre más hermoso en el que ha estado involucrado.
Faltaban sólo unos días para que comenzaran a grabar las canciones para su álbum debut y todo parecía irreal para los cuatro chicos. Él todavía esperaba que alguien lo pellizcara hasta despertarse, pero eso nunca pasaba. Y nunca había sido más feliz.
En parte, todo se lo debía al gran apoyo de su amigo. Luego de aquella mañana en la que se dejó conocer por él, la relación había dado un giro y se sentía como si se conocieran desde siempre. Lo ayudó a salir de esa burbuja en la que vivía, le brindó la motivación de la que carecía y le enseñó a vivir. Era un gran amigo.
Y por eso corrió como nunca, para no decepcionarlo otra vez.
• • •
Observó su reloj, habían pasado diez minutos desde que llegó a la cafetería y todavía no había señal del castaño. Era muy poco tiempo, pero se sintió como si hubiesen pasado siglos. Lo peor de todo: su pastel todavía no había llegado y su estómago seguía sufriendo. Brendon no era alguien odioso o impaciente, pero se convertía en un monstruo cuando tenía hambre.
Alguien tocó su hombro e ilusionado volteó esperando que fuese el desayuno con el que tanto soñaba, pero no, sólo era Ryan.
—Hey, ¿qué pasa? ¿No te alegras de verme? —Preguntó gracioso mientras se sentaba en la silla frente a Brendon. Su cabello estaba alborotado y sus mejillas rojas por tanto correr, provocando que el pelinegro soltara una carcajada.
—¿Qué te pasó? ¿Un tren por encima?—Se burló.
—¡Hey! Corrí kilómetros para venir a verte, no seas desagradecido.
—Eso te pasa por impuntual.
Ryan hizo una mueca, su amigo tenía razón. Era conocido por llegar tarde a todas partes, pero él había sido el que planeó la cita, por lo que era terrible que fuese impuntual en esa ocasión.
—Lo siento. — Se disculpó apenado.
El pelinegro soltó una suave risa.
—Está bien, no te preocupes. Sólo esperé 10 minutos.
Luego de unos segundos, finalmente llegó su desayuno y Ryan pidió el suyo. Café con tostadas, algo mucho más ligero que la elección de Brendon. Pero ambos sabían que en el final, compartirían el pastel de chocolate y las tostadas quedarían olvidadas.
Y así transcurrieron la mañana, desayunando entre risas y suspiros. El ambiente era cómodo y sus alrededores habían dejado de ser relevantes hace bastante tiempo. Se apoyaban el uno a el otro, olvidaban las preocupaciones y escapaban de los murmullos de la enorme ciudad, aunque sea sólo por un momento.
Siempre es reconfortante pasar tiempo junto a un amigo. O algo más.
Sí, pasaron miles de meses y el capítulo es corto. Perdón, la verdad es que tenía un bloqueo enorme del que no podía salir. Extrañaba mucho escribir para ustedes :( ojalá pueda conseguir más tiempo para hacerlo, nos leemos la próxima!
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seventies ; ryden
FanficRyan Ross pasa sus días sentado en un banco detrás del mostrador de una polvorienta librería mientras sueña con estar en una gran banda. Hasta que un chico pelinegro se asomó por la puerta, dándole un giro de 360 grados a su vida, y a su sueño.