Capítulo veintitres.

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23. "Si llego a arruinar esto algún día, nena, quiero que cuentes hasta cinco en tu cabeza, y tengas piedad por este idiota al que le has robado el corazón."

— ¿Dónde estamos?—pregunto, pero él no me responde.

Sus dedos están entrelazados con los míos, y sube una montaña de arena conmigo. Ahora sí puedo ver donde estamos. Una playa. Y no lo puedo creer. Bueno, tampoco puedo creer que esté en pi...jama aquí.

Después del momento en frente de la comisaria, ambos subimos a mi auto. Justin acelero y no tuve que preguntarle a dónde íbamos. No lo necesitamos, aunque una playa nunca paso por mi mente.

Justin camina, y llega muy cerca a la orilla, donde se sienta y me obliga a sentarme a su lado.

Es aún muy temprano, y está a punto de salir el sol. Que romántico, pienso sarcásticamente. Un amanecer en la playa. Me había burlado tantas veces de estas estúpidas escenas en las películas, y aquí estaba yo.

—Puedo dejarte entrar—dice él.

Está muy serio, y me sorprende verlo así. Jamás ha estado así por más de cinco segundos.

— ¿A qué te refieres?

—Puedo dejarte entrar. Pero primero necesito saber a quién estoy dejando entrar, bunny. No dejo entra a nadie. —me dice.

Y entiendo lo que está queriendo decir.

No me había percatado que Justin era de esas personas que protegía su corazón demasiado de los demás, y entendía en parte porque. Cuando no creces debajo de una familia que te ama, y creces solo, pasa a menudo esto. No puedes confiar en alguien así por así.

Yo tampoco lo hago. No suelo confiar en los demás, pero Justin…él tenía algo. Algo que ese día que me descubrió cortando mis muñecas me hizo querer que se quedara conmigo. Necesitaba que se quedara conmigo más que nada.

— ¿Qué quieres saber?—le pregunto.

—Todo.

Tomo una profunda y muy larga respiración, sabiendo que estoy a punto de decir cosas que nadie sabe de mí. Incluso las personas más cercanas a mí. Peor al mismo tiempo siento alivio, quiero hacer esto, quiero tener a alguien a quien contarle todo.

—Mi nombre es ___________ Buckner Weber. Tengo diecisiete años, aunque para muchas personas parezco de catorce. Nací en Nueva York, pero me mudé a Bulgaria durante un tiempo después de la muerte de mi madre. Jamás había asistido a una escuela antes. Entre en una profunda depresión después de que mi mamá murió, me lastimaba…me lastimaba a mí misma…cortándome. Sentía alivio, y el dolor logra desaparecer. Lo solía hacer siempre que podía. Durante mucho tiempo. Odio a la mujer con la que se casó mi padre, y no puedo estar más feliz de que se estén divorciando. No me había vuelto a cortar desde que llegue a Nueva York este año, se lo prometí a mi tía. Pero…—tomo una respiración—estaba…herida. Descubrí que mi madre murió cuando nos estaba abandonando a mi padre y a mí, que tenerme había sido un error para ella. Nadie me lo había dicho para no herirme. Pero lo descubrí. Y me corté, o estaba punto de hacerlo…cuando un idiota evito que lo haga. Era la primera persona que a pesar de que lo apartaba…—levante la mirada, él me estaba observando fijamente. —no se iba.

— ¿Por eso te…estaba lastimando?—me cuestiona.

Y asiento con la cabeza.

Sus manos se enredan a la altura de mi cintura, y me estrecha contra él. Me gusta mucho estar así, y jamás me imaginaba a mí así. Con alguien. Jamás.

— ¿Qué hay de ti?—le preguntó. —Sabes todo de mí ahora, yo también quiero saber.

—Eh…sabes toda la basura de mi familia. No hay nada más conmigo.

— ¿Por qué hiciste lo que hiciste hoy?

—No lo sé. Suelo ser un idiota. Siempre soy un idiota. ¿Sabes que es la peor mierda de todo esto? Cuando me llevaron a la cárcel, hice mi llamada. Llame a mi padre primero. Me dijo exactamente: “No necesito tu mierda en este momento, Justin, estoy ocupado”. Y cortó. La única persona que apareció en mi mente…fuiste tú.

Sonrió al saber que pensó en mí. Creyó en mí ayudándolo.

—Le debo dinero a tu padre por cierto—recuerda.

—No creo que le importe. ¿Puedo hacerte una pregunta?

—Dispara.

— ¿Qué quieres de esto? Porque no estoy dispuesta a ser un acostón y ya, ¿me entiendes?

—No planeaba que fueras eso, bunny. Vamos a intentar esto, quiero y necesito intentar esto. Me gustas mucho, ¿de acuerdo?

Asiento con mi cabeza.

Sus labios capturan los míos, y coloco mi mano en la arena para evitar caerme pero lo hago. Justin está encima de mí besando mis labios como fuera la última vez que los suyos iban a hacer contacto con los míos.

Empieza a abrir la parte superior de mi pijama y me la quita, dejándome en un pequeño top negro. Justin se ríe al ver en su mano mi pijama, y empieza a besar ahora desde mi mandíbula hacia abajo. Dolorosamente. Y me retuerzo, por nunca me he sentido mejor en toda mi vida.

—No vamos a hacer esto aquí. —susurra sobre mis labios. —Pero que conste que me muero por tenerte completa, toda tu.

Extiende su brazo y me levanta de la arena.

El sol ya ha salido, y no puedo evitar sonreír cuando me dedica una sonrisa de oreja a oreja.

No sé en qué demonios me he metido…pero me gusta.

10 things i hate about you.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora