Prólogo.

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“A veces tienes que estar solo, para estar seguro de que puedes estarlo.”


Lo más gracioso, son las personas que están a mi alrededor. Algunas fingiendo que de verdad les importaba mi madre. Otras dedicándome miradas de lastima, miradas que no necesitaba. Y el pequeño porcentaje que quedaba estaban aquí porque amaban realmente a mi madre. Casi tanto como yo. Y solo por ese pequeño porcentaje, seguía aquí. Mi mamá era la mejor. Y no lo digo sólo porque sea su hija, no. Ella era especial. Habían veces que deseaba tanto ser como ella. A pesar de que mi padre y ella tenían mucho dinero, se dedicaba a ayudar en organizaciones benéficas, amaba a los niños, visitaba orfanatos, hacía donaciones millonarias, y me amaba. Casi tanto como yo a ella.

—es hora _____________. Hora de decir adiós, mi pequeña.

Mi papá estaba destruido, de la misma manera que yo. Sus ojos llorosos estaban cubiertos por lentes oscuros. Me dio un fuerte apretón en mi mano. No había soltado su mano desde que llegamos, no podía. Sabía que si lo hacía no iba a poder soportarlo, y me derrumbaría.

Ambos nos acercamos juntos a donde estaba el cuerpo sin vida de mi mamá. A pesar de todo, se seguía viendo hermosa. Su cabello oscuro descansaba sobre sus hombros, sus labios estaban pintados del mismo color que siempre: Rosa pálido. Daría lo que sea por volver a ver su sonrisa, para volver a estar entre sus brazos, por volver a sentir sus labios dándome un beso en mis mejillas, por sentirme…segura.

—te amo, Madeline, siempre lo he hecho y siempre lo haré. Cuidaré de nuestra hija como te lo prometí.

Dos lágrimas se le escaparon a mi padre y ahora corrían por sus mejillas. Depositó un rosa blanca al costado de donde la estaban sepultando. Colocó una de sus manos en mi hombro.

—¿Quieres un minuto a solas? —preguntó. Aunque no estaba muy segura asentí con la cabeza—estaré cerca, lo prometo.

Papá liberó mi mano y me dejo sola. Al instante me arrepentí totalmente. Verla ahí, enfrente de mí, no podía describir lo que se estaba formando dentro de mí. Demonios, mi mamá se había muerto. Ella no estaba durmiendo, esto era una verdadera pesadilla hecha real.

—¿Me odias? —grité mirando al cielo— ¿Por qué me quitas a la persona más importante en mi vida? ¿No dices que nos amas, Dios? ¿No dices que nunca nos lastimarías? Mamá te amaba, ¿Por qué te la llevaste? Ella era una persona buena, ¿Quieres verme sufrir? Ella era mi todo, y ahora no tengo nada. ¿Qué se supone que tengo que hacer? ¿Ser fuerte? Lo siento, pero no puedo. No sin ella.

Mis rodillas golpearon contra el suelo, inmediatamente las lágrimas comenzaron a correr rápidamente por mis mejillas. Sentí como los brazos de mi papá me envolvían en un fuerte abrazo. Pero ni siquiera uno de sus abrazos era suficiente para quitar el dolor que tenía dentro mío.


{…}


Estaba sola. Completamente sola. Papá había salido, toda la familia de mamá había regresado a Bulgaria de donde ellos son. Nunca me había sentido tan sola en lo que llamaba mi hogar. Un hogar que ya no reconocía, sin mamá el lugar se veía tan vacío y tan grande. No sé que iba a ser de papá y yo sin mamá.

Cerré la puerta del baño de mi habitación, dejándome caer al suelo apoyada contra la pared. Aun tenía en mis manos el marco de fotos donde salíamos mi mamá y yo, en Bulgaria apenas unos meses atrás. Habíamos ido a visitar su familia el verano anterior, solo las dos. Papá se había quedado en Nueva York por trabajo. Cosa que hasta ahora me preguntaba, ¿si tienes tu propia empresa, por qué no darte vacaciones a ti mismo si eres tu propio jefe? Con o sin papá, la pasamos hermoso.

«Un verano que nunca se repetirá. Nunca. Porque ella no volverá jamás», pensé.

Sin ni siquiera tener el tiempo suficiente para pensarlo, lancé el cuadro fuertemente contra la pared. El cuadro cayó al suelo, rompiendo los cristales que lo cubrían. Nunca en toda mi vida había pensado en la autolesión. Había oído mucho de eso. Decían que es la solución a todos tus problemas, un modo de escape. Alivia todo el dolor que estés sintiendo.

Y eso era lo que yo necesitaba precisamente, necesitaba una vía de escape, una forma de desaparecer todo el dolor que tenía adentro, dolor que me estaba consumiendo viva.

Tomé uno de los pedazos de cristales punzantes del suelo y antes de poder darme cuenta, el primer corte…ya estaba hecho.

10 things i hate about you.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora