—¡Tsuna~! —llamó la castaña mientras subía las escaleras hasta la habitación de su hijo, quien se encontraba durmiendo pacíficamente sobre su cama toda deshecha—. Hijo, llegarás tarde a la escuela.
—¡¿Eh?! —Tsuna saltó de su cama hasta el suelo, y acabó golpeándose la cabeza contra la mesita que estaba cercana a su cama, y con los ojos muy abiertos miró a su mamá—. ¡Me asustaste, mamá! —se quejó con lágrimas en sus ojos, mientras se incorporaba para sentarse como indio en el suelo.
—¿Are? ¿Estás llorando? —Nana usó una fe sus manos para tapar los signos del comienzo de una burla inevitable a su cobarde hijo y con la otra lo señaló brevemente.
—¡Claro que no, waaaa!
—Sí, claro. Ya vete, se te hace tarde —acarició cariñosamente su cabeza y luego se marchó camino a la cocina donde terminaría de acomodar el bento que su hijo llevaría a la escuela.
El chico rápidamente se preparó para marcharse y bajó las escaleras lo más rápido que pudo, intentando no caerse, sin embargo sus pasos torpes de bebé jamás cambiaron y terminó cayéndose al dar el primer paso en el tercer escalón de arriba hacia abajo.
Finalmente tomó su bolso, su vengo y se fue caminando a clases lo más rápido posible porque quería evitar que el prefecto de su escuela, Hibari Kyoya, lo mordiera hasta la muerte. Al llegar a su salón, se encontró a sus amigos rodeando a Enma en uno de los asientos, por fortuna el profesor aún no había llegado y eso probablemente indicaba que no iría.
—¡Tsuna-kun! —exclamó el pelirrojo con bastante emoción al ver a su querido amigo castaño hacerse con el asiento vacío en la fila de pupitres a su lado, tenían la oportunidad de elegir cualquier lugar pues sus compañeros estaban dispersados por ahí en las esquinas del lugar, y apenas habían notado sus presencias.
—Pensamos que no llegarías, ¿estás bien? —preguntó Yamamoto expectante al verlo respirar agitado cuando por fin se había apoyado sobre el respaldo del asiento, sin embargo, su torpeza o mala suerte le jugaron una mala pasada y terminó en el suelo.
Los tres le extendieron la mano para ayudarlo a levantarse, eran demasiado cuidadosos con él y a veces Tsuna se preguntaba el por qué. Yamamoto levantó su silla mientras que Enma y Gokudera fueron el apoyo del castaño para levantarse y volver a sentarse en la silla.
—Estoy bien, gracias chicos —sonrió dulcemente a sus amigos y decidió mirar al frente, colocando su espalda en el respaldo de la silla nuevamente, esta vez, sosteniéndose de la mesa y con sus pues al suelo para no caerse—. ¿Quieren venir a mi casa después de clases?
—¡Sí! En mi casa me aburro, así que no tengo problema en ir —contestó inmediatamente Gokudera, quien no había hablado en ningún momento.
—¡Genial, yo iré! —sonrió alegremente ante la propuesta de reunión afirmativa y luego cambió de tema directamente y sin temor alguno, aún sabiendo de la delicadeza del tema:—. Hey ¿sabes algo de tu padre? —cuestionó curioso Yamamoto.
Reborn se había ido a Italia por trabajo, supuestamente, y Tsuna jamás lo había vuelto a ver. Sin embargo, había seguido su vida sin rencores, recordando toda su infancia con él como si aún lo tuviera a su lado.
Negó con la cabeza algo tristemente y se formó un pequeño silencio entre los cuatro chicos, hasta que de pronto, una escandalosa voz llegó desde otro salón lejano hasta ellos, gritoneando sus nombres extremadamente fuerte, tanto que sus tímpanos pronto explotarían.
—¡Sawada! ¡Tanto tiempo! —exclamó, mientras abrazaba al mencionado, que ya casi no podía respirar debido a la presión tan fuerte en su cuello.
—¡Alumnos! —por la puerta ingresó un pequeño bebé al cual todos conocían como Boren-sensei, el amigo el director, quien lo visitaba a menudo y hacía las suplencias cada vez que podía asistir a la escuela. Ryohei rápidamente se disculpó por la interrupción y huyó de esa clase antes de que las torturas fueran incluídas para un alumnos que no pertenecía a esa clase y sólo estaba de infiltrado.
Todos rápidamente tomaron sus lugares y el bebé sonrió satisfecho al ver la sensación de terror que causaba, sin embargo, borró aquella sonrisa que decoraba su rostro pequeño y bajó la vista cuando a su panorama llegó el castaño de cabellos antigravitatorios que temblaba como loco ante su presencia.
Reborn recordaba cada segundo de la infancia hermosa de Tsuna como si fuera ayer, había olvidado por completo cómo era tenerlo frente a sus ojos, aún después de años, aún cuando ya tenía quince y las batallas estaban por comenzar.
...
Quería escribir 1000 palabras pero la verdad es que no puedo más hoy, tengo muuucho sueño :cActualicé :D no puedo creerlo, la verdad tengo ideas de nuevo y estoy feliz por eso, así que actualizaré cuando tenga ganas.
Bais
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I miei giorni
FanficLas vivencias de Tsuna y sus familiares llevan a sucesos inesperados y verdades jamás contadas.