Tsuna no se sentía con ánimos ese día, mucho menos después de enterarse que su agenda apretada tenía planes para esa misma tarde cuando pusieran un pie en la mansión Vongola. En ese instante, se dirigían a la habitación donde se probarían sus vestimentas de mafiosos hechas a la medida para cada uno de ellos (parecía que la de los guardianes estaba bastante bien pensada para cada uno, "intuición Vongola" fue lo que le murmuró su padre ante el pensamiento en voz baja que había tenido su hijo), parecía que el Nono tenía bastante en claro que no se iría de Japón sin él y su nueva generación preparada para comenzar su horrible destino.
Una vez estuvo listo, salió del vestido y se miró al espejo algo incómodo, mientras se removía de la misma forma entre sus prendas para expresar su sentimiento al tener aquello puesto. No era un chico que solía vestirse elegantemente ni usar zapatos, por lo que hasta el hecho de tener camisa hacía que se le alborotaran los cabellos, pero logró soportarlo, lo que parecía bastante exagerado a sus ojos era aquella capa que colgaba de sus hombros y se le hacía bastante familiar.
—Giotto, ¿puedes? —el ser de ultratumba asistió ante el llamado de Tsuna para que saliera del anillo y eso fue lo que hizo, se apareció detrás de él haciendo que le diera un escalofrío al ver el increíble parecido entre ambos y a pesar de que muchas veces lo había escuchado de algunas personas en su entorno, con esas vestimentas la semejanza se hacía más evidente y todos a su alrededor lo confirmaban.
—Son increíblemente iguales —exclamó Nono, demostrando su asombro a la vez que una sonrisa asomarse por su rostro, lo cual ocasionó que Reborn mordiera su labio inferior en señal de frustración al ver los indicios del parentesco entre ambos—. Ahora que están listos, podemos irnos hacia la mansión Genovese.
—¡Espera! ¿Cómo hablaremos con mafiosos sin un poco de dialecto parecido a ellos? —habló Enma algo asustado, temblando detrás de Ryohei quien no demostraba ni una señal de temor pero sí de preocupación en su expresión, diciendo aquello como si las personas con quienes se relacionaran fueran de otro planeta y no comprendieran su idioma.
—No se preocupen, los guardianes jamás hablan en una conversación entre jefes, sólo acompañan a éste para su protección —el mayor les dedicó una mirada breve mientras todos comenzaban a subirse a su transporte a la mansión aquella a la que habían sido invitados, en compañía de la imagen de Primo y del bebé, que sólo observaba esperando su momento para interferir.
—¡Hiee! ¿Yo tendré que hablar con todos ellos? ¿Qué voy a decir? ¿Cómo actuaré? ¿Y si me caigo? ¡Hieeee! ¡Debí haberme quedado en casa!
—Cálmese, decimo —por alguna extraña razón, desde que toda la verdad había sido revelada, Giotto se comportaba muy seriamente y parecía tranquilo todo el tiempo, estaba actuando como el verdadero Primo. Sin mencionar que lo llamaba "Decimo" y eso era extraño—. Si utiliza su hyper mode logrará tratarlos con la seriedad del asunto y hacer sus comentarios correctamente, además siempre estaremos presentes para hacer de ayuda. Confíe en sus guardianes, es la parte más importante de ser un buen jefe.
Tsunayoshi simplemente asintió y suspiró temblorosamente. Miró cómo su chupete naranja se balanceaba de un lado a otro debido al movimiento del vehículo pasando sobre las imperfecciones de la calle y recordó todo lo que había pasado el día anterior cuando sus manos lo tocaron, así que se colocó unos mítines que antes le habían entregado con el número 27 escrito, diciendo que los utilizara cuando fuera a estar en hyper mode y dejó que su mano derecha apretara aquel chupete. Sintió nuevamente la energía recorrer cada centímetro de su cuerpo cuando la luz blanca que surgió del pacificador lo cegó por completo.
Pronto la luz se dispersó y la flama en su frente estaba allí encendida. Cuando bajaron de la limosina, fueron hasta la puerta y se les permitió ingresar al identificarse, siendo guiados hasta la sala por una mujer que los recibió muy amablemente.
Tsunayoshi y sus guardianes se quedaron esperando en la puerta mientras Nono ingresaba y hacía una presentación algo dramática para su gusto, pero al fin y al cabo eso les había tocado vivir: —Les presento a mi "nieto", Sawada Tsunayoshi.
Tsuna ingresó con la capa arrastrándose a sus pies, mientras sus guardianes le seguían el paso y los hombres miraban bastante asombrados a aquel chico ingresar a la habitación aquella aura tan impresionante y el pacificador colgando su cuello, ya que aunque estuviera bastante bien escondido se podía sentir que el poder liberado en el ambiente se concentraba en el objeto que poseía.
—Un placer, Sawada Tsunayoshi, pero Vongola Décimo para ustedes —aquel Tsuna asustadizo en su interior que aún permanecía ahí pero muy dentro de su alma escondido no sabía cómo podía hablar italiano si ni siquiera dominaba el inglés, pero prefería que las cosas siguieran así de bien (según le habían dicho, si tus contrarios tienen una expresión de asombro indica una buena señal). El chico se sentó en uno de los sillones individuales, cercano al se su abuelo y ambos enfrentados a los señores.
—¡¿Vongola Primo?! —ellos se encontraban bastante sorprendidos al ver a alguien así de impresionante a esa edad, según la información recopilada el muchacho tenía 15 años apenas y el tener tanto poder y el gran parecido a Vongola Primo hacía aún más increíble la situación, sin mencionar que él además poseía el pacificador del cielo.
—Nono, ¿tu sucesor es el arcobaleno del cielo? ¿Al que los arcobalenos tanto han estado buscando? —con algo de emoción palpable en sus rápidas palabras, a la vez que miraba de soslayo al castaño, quien velozmente, sabiendo que el otro lo observaba, le mostró el pacificador y luego volvió a ocultarlo.
—¿Qué les parece si visitamos el lugar? —el dueño de la mansión y el lugar de reunión, intentó obtener algo de tiempo con el chico.
Nadie se negó, así que caminaron mientras el hombre le mostraba todo a los demás, como si se tratara de un turismo, pero Tsuna parecía ignorar sus intentos de obtener su atención mientras miraba a unos dos niños y una niña encerrados en un calabozo (sí, ni siquiera él sabía cómo habían acabado ahí), los tres bastante maltratados y asustados.
—Disculpe, yo quisiera saber por qué tiene de ésta forma a estos niños —habló finalmente Tsuna después de ser observado por todos luego de detenerse en medio camino a observar a los pequeños que se habían acurrucado en una esquina de su calabozo muy asustados.
—Oh, em. Uno de ellos es un niño con poderes que es buscado por toda la mafia, llamado Fūta. El llorón de allí con ropa de vaca es el hijo menor de la familia Bovino, un enemigo en común que tenemos. La familia Bovino adoptó a Fūta y a la niña hace unos años, pero se dice que los maltrataban, nosotros rescatamos a los pequeños y aquí están a salvo, decimo —hizo su larga explicación, intentando excusarse el hombre, sin embargo, la intuición de Tsunayoshi le decía todo lo contrario.
—... —Sawada se quedó en silencio, mirando las expresiones que hacía el hombre al ver que él destruía con su propio puño los barrotes que los mantenían prisioneros, y a su vez, los pequeños corrían a sus brazos, escondiéndose entre su capa que los cubría por completo al sólo llegar a abrazar sus piernas—. Olviden la existencia de ésta familia durante ésta y todas las generaciones existentes, jamás habrá un tratado. Nos vamos.
Sus órdenes fueron seguidas, a pesar de no ser el jefe aún. Los menores los siguieron desde cerca, y se colgaron de las piernas de Tsunayoshi, recordándole el por qué de la ida, haciendo que éste agarrada en sus brazos a los más pequeños y dejara a Fūta caminar a su lado, pues a éste se le hacía más fácil seguirle el paso.
Estoy a FULL brou
Estoy contenta porque por fin me siento con ánimos de escribir y también con inspiración, para alguien como yo que escribe muy seguido, dejar de hacerlo es raro y volver se siente increíble de verdad x3
Espero que les guste porque fue un capítulo muy largo, más corto que el de ayer (fueron 1600 y tantas palabras jsjs) pero vale la pena xd
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I miei giorni
FanficLas vivencias de Tsuna y sus familiares llevan a sucesos inesperados y verdades jamás contadas.