Capítulo 32

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Lo recosté en el suelo, busqué una almohada para que su cabeza no quedara tan baja y busqué las llaves de las esposas para quitárselas.

- M-mi ropa...s-s-se ensució - dejó escapar una sonrisa.

Presioné el lugar donde la bala le había dado para que no pierda tanta sangre - ya vienen, ya vienen.

Deposité un beso en su mejilla y me quedé un momento ahí, él era fuerte y resistiría.

- No no no, no cierres los ojos Erick - dije al ver que de a poco sus cristalizados ojos perdían fuerza - ¡ABRE LOS OJOS ERICK! - me acerqué a él para ver si estaba respirando, afortunadamente si lo hacia - porque demoran tanto - me puse nervioso, algo tenía que hacer. Tomé su pulso que estaba bastante bajo - No Erick no, quédate conmigo por favor, quédate conmigo - me acerqué a su oído llorando - quédate conmigo.

Escuché la puerta abrirse, no le tomé importancia - Ven acá - Zabdiel me tomó del brazo y me levantó.

- SE ESTÁ MURIENDO, AYÚDAME - pedí llorando.

- Llegó la ambulancia, deja de llorar que viene el jefe - secó mis lágrimas y tuve que intentar tranquilizarme.

Limpié mi mano que estaba con la sangre de Erick y ví como entraban los paramédicos.

Comenzaron a hacerle reanimación y no despertaba.

- Lo perdemos, lo perdemos TRAIGAN LA CAMILLA - escuchaba todo lo que decían.

Iba con intenciones de acercarme pero Zabdiel no me dejó, estaba temblando.

Ví como lo sacaron en la camilla, quería ir y no podía. Luego de un rato entró nuestro jefe quién analizó el lugar.

- Buen trabajo Vélez - extendió su mano y tuve que corresponderle - acompáñame que quiero verificar datos contigo - dijo para avanzar.

- Zabdiel averigua cómo está Erick, por favor - pedí.

- No creo que sea con...

- Por favor es lo único que te pido, necesito saber qué está bien - rogué y aceptó.

Durante todo el camino me fui muy nervioso, el no saber si estaba bien o mal me estaba matando.

Llegué a la oficina en conjunto con el jefe, mis compañeros de trabajo me felicitaban por el caso, yo solo le decía gracias acompañadas de sonrisas falsas.

No le presté casi nada de atención a lo que me decía, en estos momentos yo debería estar con él, todo hubiera sido tan distinto si nos hubiéramos ido juntos.

Recordé sus ojitos llenos de agua, no podía sacarme esa imagen de él tirado en el suelo.

- ¿Me permite ir al baño un momento?

- Ve, no te preocupes que tu trabajo ya terminó, puedes tomar un descanso y felicitaciones nuevamente.

Salí de inmediato en dirección a mi oficina, comencé a llorar de inmediato por Erick.

- Eres fuerte, vas a estar bien - me repetía una y otra vez - no te puedes dejar morir.

Llamé a Zabdiel quien dijo que venía llegando, al fin tendría noticias de Erick.

Salí a recibirlo afuera, los nervios me estaban consumiendo.

- ¿Cómo está? Dime que está bien por favor - contuve las lágrimas.

- Tranquilo, tranquilo - pasó uno de sus brazos por mi espalda - vamos adentro y te cuento.

No me quedó de otra que hacerle caso, al parecer no todo estaba tan mal o eso me dió a entender su tranquilidad.

Mi Perdición - Chriserick (Primera Parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora