Capítulo 1

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*Ring ring*

- ¿Sí?

- ¿Te has enterado?

- Hola, Natalia -dije en tono sarcástico-.

Era Natalia, mi mejor amiga. Una chica de cabello largo, rubio y liso; y de preciosos ojos verde esmeralda. Alta, delgada, con un cuerpazo envidiable. No le gustaba andarse con rodeos.

- Hola -dijo-. ¿Te has enterado?

No tenía remedio.

- ¿De qué?

- Sergio e Irene han roto.

Me quedé callada. No me lo podía creer.

Sergio e Irene. Irene y Sergio. La pareja más popular del instituto. Llevaban un año juntos, desde principios de tercero. Ahora íbamos a pasar a cuarto, y no me podía creer que no los volviera a ver juntos. Estaba acostumbrada a verlos por el pasillo cogidos de la mano y besándose en las taquillas. La noticia de su roptura era genial. Sergio por fin estaba libre. Llevaba enamorada de él desde primaria. Siempre habíamos ido a la misma clase, y a mí me parecía encantador. Alto, delgado, de pelo corto castaño oscuro y ojos azules marinos. Siempre sonrería, algo que a mí me volvía loca. Además, era muy listo. Sus notas siempre habían sido de las mejores de la clase. Y le gustaba el deporte. Atletismo, fútbol, básquet... Todo se le daba realmente bien. Sin duda, era el chico de mis sueños. Y eso Irene lo sabía.

Irene. Cómo la odiaba. Habíamos sido mejores amigas en el colegio, hasta que en el verano de sexto a primero de ESO me besé con su novio. Bueno, más bien él me besó. A principios de verano, Irene empezó a salir con Diego, un chico bajito no muy guapo. Me pidió que la acompañara a su primera cita, y yo lo hice. Fui la primera en llegar, y minutos más tarde llegó Diego. Como Irene se retrasaba, empezamos ha hablar. Cinco diez, quince; hasta veinte minutos. Y Diego me besó. Yo me intenté apartar, pero no podía. Me había cogido de los hombros y no me soltaba. Y, cómo no, en ese momento llegó Irene. Cuando conseguí deshacerme de Diego, solo vi cómo nos miraba con ojos llorosos y expresión de incredulidad. Se dio media vuelta y se fue. Me pasé el resto del vetano intentando llamarla, mandándole cientos de mensajes y acosándola por todas las redes posibles. Lo único que recibí a cambio fue un único mensaje: Déjame en paz. Hasta que empezamos rl instituto, no volví a saber nada de ella.

Para entonces, ya había hecho lo que yo llamo la transformación. Porque más que un cambio, es como si te hubieras transformado en una versión de ti misma que nadie hubiera podido llegar a imaginar. Pasó de ser lo que los chicos llaman una soltera de por vida a me la tiro aunque esté ida. Ahora, su pelo negro mal cuidado era una melena de rizos perfectos larga y brillante; sus ojos color azabache estaban siempre remarcados por un lápiz del mismo color; y su cuerpo, que antes era una tabla, ahora era más bien una Fanta. En resumen, se había convertido en una preciosidad. Y qué más podía pedir que salir con Sergio para vengarse de mí.

- ¿Clara?

- Sí, sí. Lo siento.

- Se está bien en la Luna, ¿eh?

- Genial -me reí-.

- ¿Pero sabes dónde se está mejor?

- ¿Dónde?

- ¡En la piscina!

Realmente, no tenía remedio.

- ¿Quieres que vayamos esta tarde? -le pregunté-.

- ¡Me has leido el pensamiento! ¡Te paso a recoger a las cinco!

Y colgó. Odiaba cuando hacía eso.

Clara (título provisional)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora