Primer día de instituto. Desgraciadamente, el día había llegado. Hoy sabría la verdad: si todos se habían olvidado ya de mi foto o si aún se hablaba de ella, y en caso de la segunda opción, si sería por mucho tiempo.
Me desperté a las siete, como haría de lunes a viernes a partir de ese día. Intenté vestirme lo menos llamativa que pude: lo último que quería era llamar la atención. Me puse unos shorts tejanos, una camiseta blanca de tirantes con un bolsillo dibujado en la parte superior a la izquierda, la cual me metí por dentro del pantalón, y mis Converse blancas. Fui a la cocina a desayunar y me preparé un bol de cereales con leche. Cuando terminé, miré el reloj. Las ocho y media. Aún me quedaban quince minutos. Fui al baño a lavarme los dientes y peinarme. ¿Me hacía algo en el pelo? No, mejor no. Lo más discreto era llevarlo suelto, como siempre. Cuando acabé, me miré en el espejo y solté un largo suspiro, como si aún no hubiera respirado en lo que llevaba de mañana. De repente, llamaron al timbre. ¿Quién podrá ser?, pensé. Que yo sepa no había quedado con nadie para ir al instituto. Natalia, deducí. Siempre íbamos juntas, pero después de haberme enfadado con ella por lo de la foto no había pensado en que viniera a picarme aquella mañana.
- ¿Sí? -pregunté, pulsando el botón del interfono-.
- ¿Quién está preparada para ir al instituto? -respondió una voz masculina-.
Sonreí. Era Álex.
- Ahora bajo -sentencié, y solté el botón-.
Mierda, la mochila. Me había olvidado por completo. Fui a mi habitación, la cogí y metí en ella los libros pertinentes según el horario que me había imprimido de la web del instituto días atrás, que ahora estaba colgado en el tablero de corcho de al lado de mi cama.
Salí de la habitación en dirección a la puerta, pasando por el comedor, donde estaba mi chaqueta favorita, una tejana descolorida. La cogí y salí por la puerta.
Al llegar abajo, me encontré a Álex sonriente. Sus preciosos ojos color avellana brillaban a la luz del tímido sol que aún no se había dignado a salir del todo, y su cabello castaño se movía al son del viento. Siempre me había parecido muy guapo, pero aquella mañana estaba espectacular. Llevaba una camiseta Puma blanca con el logotipo de la marca en negro en el centro, unos pantalones tejanos piratas deshilachados por la parte de abajo que le llegaban por las rodillas, y sus típicas bambas Nike blancas y negras. Sin duda estaba espectacular, y su sonrisa no hacía más que darme más razones para pensarlo.
- Hola -le saludé sonriente, y a continuación le planté dos besos en las mejillas-.
- Hola -me respondió él, con esa preciosa sonrisa aún en los labios-.
Me encantaba su sonrisa. Siempre había pensado que era lo mejor que tenía, hasta hace un par de años. Para entonces, Álex ya había hecho la transformación y se había convertido en el bombón que era, pero por alguna razón aún no había tenido novia. Aunque desde que empezamos el instituto habíamos perdido bastante contacto, siempre me ofrecía a presentarle a amigas, algunas de las cuales estaban locas por él, pero él siempre se negaba. De todos modos, tenía el presentimiento de que este año algo iba a cambiar, y de que por fin lo vería de la mano con alguna chica.
- ¿Qué haces aquí? -le pregunté curiosa-.
- He venido ha hacer de príncipe azul -respondió. Al ver mi cara de total confusión, cambió su sonrisa por una a medias, y siguió hablando-. Estaba seguro de que estarías nerviosa por lo de la foto, y estas cosas se afrontan mejor con amigos. Así que, ¿por qué no? Me he pasado a buscarte.
Tardé unos segundos en asumir lo que me había dicho. ¿Cómo se podía ser tan guapo y tan buen amigo a la vez?
- ¡Eres un cielo! -le dije alzando la voz, y me abalancé encima suyo, rodeándole el cuello con los brazos-.
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Clara (título provisional)
Romance¿Y si empezaras el nuevo curso con una foto tuya ebria rondando por todo el instituto? ¿Y si descubrieras algo muy importante acerca de tu mejor amigo que nadie sabía hasta entonces? ¿Y si tu forma de ver el amor cambiara gracias a la persona menos...