Capítulo 11

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Una vez en Rocky Road, Álex se acercó a la barra mientras yo fui a buscar una mesa dónde poner sentarnos. Esa tarde había bastante gente, así que las únicas mesas libres estaban al fondo. Encontré una al lado del gran cristal que daba a la calle y me senté. Minutos después, Álex vino con una horchata en cada mano.

-Ten -me dijo sentándose y dejando la bebida en la mesa-.

- Gracias -le sonreí. Me acerqué una horchata y comencé a sorber por la pajita-.

Estuvimos unos segundos sin hablar, hasta que Álex colocó su mano encima de la mía. Pude notar cómo se ruborizaban mis mejillas, y recé para que Álex no se diera cuenta.

- ¿Me puedes explicar ahora cómo ha ido con Sergio?

Yo asentí y él quitó su mano de encima la mía.

Al pensar en Sergio, noté cómo las lágrimas subían por mis mejillas, hasta acabar derramándose sin control. Me tapé la cara con las manos, y segundos después noté que alguien se sentaba a mi lado. No me hizo falta mirar para saber que era Álex. Él no dijo nada; se limitó a abrazarme y a esperar a que dejara de llorar.

Cuando cesó el llanto, me aparté las manos de la cara y cogí una servilleta para limpiarme las lágrimas, evitando la mirada de Álex. Al mirarla, vi que estaba toda negra. Mierda, susurré. Se me había corrido el Rímel.

Álex cogió otra servilleta y me ayudó a limpiarme la cara. Yo me dejé hacer, observándole en silencio mientras teñía una servilleta tras otra de negro.

- ¿Mejor? -me preguntó cuando acabó de limpiarme la cara-.

Asentí, y empecé a contarle lo que había hablado aquella mañana con Sergio.

Cuando acabé de hablar, no dijo nada: se quedó callado mirando a un punto inexistente. Esperé en silencio a que dijera algo, pero al ver que no hacía ademán de hablar, le cogí la mano y lo llamé por su nombre.

- Álex.

Él me miró.

- Sí, perdón -se disculpó-. Estaba pensando.

- ¿Y en qué pensabas?

Suspiró y bajó la mirada.

- No lo sé.

Me acurruqué a su lado y puse la cabeza sobre su hombro. Se lo había dejado empapado. Pasé inconscientemente la mano por su pecho, comprobando que también estaba mojado. Él me la cogió y siguió el recorrido que hice por todo su abdomen, hasta dejarla sobre su pierna. Entonces me la apretó.

- Sabes que puedes contar conmigo, ¿verdad? -su mirada buscó la mía-.

Asentí, y a continuación le besé. Fue algo que hice sin pensar, impulsada por un arrebato de desesperación.

Moví los labios suavemente, esperando a que él me devolviera el beso. Pero no lo hizo.

- Clara -susurró apartándose lentamente-.

Le miré a los ojos y noté cómo se me volvían a inundar los míos. ¿Cómo se me había ocurrido besarlo?

Me levanté sin prisa y me fui en dirección a la puerta, acelerando el paso al notar las primeras lágrimas caer.

Álex me siguió hasta la entrada, diciendo mi nombre cada vez más alto. Pero yo ya no podía oírle. Había dejado de escuchar.

Al salir fuera, heché a correr tan rápido como pude. No sabía a dónde ir, aunque tampoco me importaba. Quería huir de todas mis preocupaciones: el beso con Álex y el de Christian, la noche en la fiesta de Amanda, lo que no conseguía recordar de ella, Sergio y nuestro presunto bebé... De todo. Pero parecía imposible.

Clara (título provisional)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora