Capítulo 20

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Lunes. Otra vez.

El día anterior hubiera sido un día normal y corriente, si no fuera por Álex. A las cinco de la tarde, como habíamos acordado el sábado, nos encontrábamos en la puerta del cine, aún sin la menor idea de qué película ver. Así que, por qué no, compramos las entradas a ciegas y vimos una que hasta ahora aún no sabíamos cual era. ¿Pero qué más daba? Había sido divertido, y éso era lo que importaba.

Cuando acabó la película, fuimos a dar una vuelta. Hablamos de tonterías, saltando de un tema a otro sin orden alguno. Una hora más tarde, cada uno volvió a su respectivo hogar, con una gran sonrisa en los labios que no significaba nada más que la imposibilidad de no recordar aquel magnífico día.

Me desperté, como si aquella sonrisa hubiera vuelto a mí. Con ganas de empezar el nuevo día, seguí mi rutina mañaniega, con Native de OneRepublic de fondo. Álex me había hablado del grupo el día anterior, y aunque nunca había sido fan de éste, debía reconocer que tenía canciones muy buenas. Así que al llegar a casa me bajé toda su discografía con la esperanza de escucharla algún día, y parecía que aquella mañana era la de Native.

Casi una hora después, estaba lista para ir al instituto. Esperé a que Natalia me picara, y en cuanto lo hizo, salí de casa, bajando las escaleras de dos en dos. Hoy nada ni nadie podrá arruinarme el día, pensé. Y qué equivocada estaba.

Al llegar al instituto me acerqué a Álex, que al segundo ya me estaba saludando y recordándome las anécdotas del domingo, hasta que abrieron las puertas. Sin dejar de hablar, entramos riéndonos y uniéndonos a Pablo y Juan, quienes acababan de llegar.

Una vez dentro, mientras cruzábamos el pasillo, mi sonrisa se desvaneció: Irene.

La chica iba cogida de la mano con Jorge, que iba dándole algún que otro beso delante de la envidiosa mirada de todas las demás chicas.

De golpe, recordé la tarde del sábado. Sin poder evitarlo dejé de andar, sintiendo las curiosas miradas de los tres chicos encima mío.

- ¿Estás bien? -la voz de Juan me devolvió a la realidad-.

- Sí, perdón -me disculpé, volviendo a andar-.

Álex me escrutó con la mirada, tratando de entender qué me pasaba. Yo, sin saber qué hacer, le sonreí. Él me devolvió la sonrisa, no muy convencido.

Una vez en clase, tiré la mochila al suelo con un torpe gesto y me senté en mi sitio de siempre. Deposité los brazos y la cabeza encima la mesa, con la vaga esperanza de que, al volver a abrir los ojos, me diera cuenta de que todo había sido una pesadilla. Hay qué ver cuánto puede cambiar el humor de una persona a medida que avanza el día, pensé.

- Buenos días -dijo una voz a mis espaldas-.

Lentamente, me giré en su dirección, viendo a un Sergio con cara de dormido apartando mi mochila de su camino.

Clara (título provisional)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora