Ya eran las cinco. Natalia me mandó un WhatsApp diciéndome que bajara, así que cogí la bolsa de la piscina y bajé. No sé por qué, pero me dio la impresión de que estaba más contenta de lo normal.
- ¿Qué pasa? -le pregunté-.
- ¿Cómo que qué pasa?
- No sé, se te ve contenta.
- ¿Es que no puedo estar contenta por ir con mi amiga del alma a la piscina? -Natalia parecía ofendida-.
- Si yo no digo eso, pero...
- ¡Pues entonces no digas nada! -habría dado por hecho que se había enfadado, si no fuera porque era Natalia, y su sonrisa mal escondida la delataba-.
Estuvimos hablando de varias cosas. Del nuevo curso, que empezaba en solo un par de semanas; de las nuevas parejas y las rupturas recientes del instituto, de lo rápido que había pasado el verano, y de cientos de cosas más. Hasta que a Natalia se le escapó.
- ¿Has visto las fotos que ha colgado Adrián en Facebook? ¡Se ha puesto cañón!
- Pues no.
- Mira -Natalia entró en Facebook desde su móvil y me enseñó las varias fotos que había colgado chico-. ¿No es un pibón?
- No sé.
- Ay, estás muy sosa. Ya verás como en la piscina se te pasa con Adrián y... -Natalia se calló de golpe-.
- ¡¿Qué?!
- Mierda -susurró-.
- Natalia, ¡¿qué has hecho?!
La posible respuesta me asustaba.
- ¿Yo? Nada...
- Natalia... -repliqué-.
- Vaaale -dijo-. Puede que haya quedado con Adrián y su amigo en la piscina...
- ¡Natalia!
- ¡¿Qué?! ¡Ya verás cómo nos lo pasamos muy bien! Su amigo se llama David, y empieza este curso en el instituto, en cuarto. ¡Como nosotras! Se ha mudado de Madrid, y...
- ¡Tú lo que quieres es liarte con Adrián!
- ¡Pues sí! ¡Pero eso no significa que tú no puedas ligar de mientras! Encima que te preparo una cita...
- Ah, ¡¿que encima debo agradecértelo?!
- Claro.
- No me lo puedo creer.
- ¿Por qué no? Vamos, ya verás como nos lo pasamos bien.
- No, TÚ te lo pasarás bien. Yo me vuelvo a casa.
- ¡¿Qué?! ¡No puedes hacerme eso!
- ¿Que no?
Me di media vuelta, pero Natalia me cogió del brazo.
- Si es que no debería habértelo contado...
- ¡No me lo has contado! ¡Se te ha escapado!
- Bueno, ¡es lo mismo!
- Dios, cómo he podido ser tan tonta...
- A ver -dijo Natalia, poniéndose seria-. Últimamente te veo un poco deprimida. Siempre que quedamos con algún chico o vamos a alguna fiesta acabo pescando yo y tú te quedas con la caña entre las manos. Así que pensé que conocer a algún chico a lo mejor te animaba y te sacaba de la nube imaginaria en la que estás con Sergio, y...
- ¡¿Qué nube imaginaria?!
- Pues cual va a ser, ¡La de tus sueños!
- Natalia, estoy harta. ¡Harta de que no me cuentes nada! ¡Harta de enterarme de todo en el último momento! ¡Harta de ti y de todos tus ligues! -empezaba a notar el rubor en mis mejillas-.
- Bueno bueno, tampoco hace falta que te pongas así... -dijo. Y a continuación suspiró-. Me temo que no me queda más opción...
Si antes tenía miedo, ahora estaba aterrorizada.
- ¿De qué?
- ¿Te acuerdas de aquella foto que te hice en tu primer botellón en la que sales encima de una mesa cantando con una botella de vodka en una mano y una de mojito en la otra?
No, no y no. Eso no podía estar pasando.
- No serás capaz...
- Me la estaba reservando para algo muy importante. ¡Como no vengas la subo al Facebook!
- ¡No serás capaz!
- ¿Que no?
Natalia cogió su móvil, entró en Facebook y buscó la foto en la galería.
- ¡Te juro que la cuelgo aquí y ahora!
- ¡Dame eso!
Me tiré encima suyo e intenté quitarle el móvil, pero lo único que conseguí es que se cayera al suelo.
- Mierda -dijo Natalia, con el móvil otra vez en sus manos-.
- ¿Qué? ¿Qué pasa?
Me temía lo peor. Y hacía bien.
- ¿Verdad que no querías que te hiciera chantaje? ¡Pues ya no hace falta que te preocupes!
- NO. NO PUEDE SER.
Le quité el móvil de las manos, esta vez con éxito, y contemplé la pantalla con una cara que no sabría muy bien cómo describir. La foto se había subido a la red.
- ¡SERÁS ZORRA! -me tiré encima de Natalia y empecé a estirarle de los pelos. Ella empezó a gritar y a lanzar puñetazos al aire, aunque ninguno logró alcanzarme. La gente que pasaba nos miraba, murmuraba, e incluso algunos nos señalaban con una risita entre dientes. Vaya locas, debían pensar-.
Cuando Natalia logró quitarme de encima, no supo qué decir. Al cabo de unos segundos reaccionó y empezó a pedirme disculpas, a suplicarme que la perdonara, y ha decirme cientos y cientos de veces cuánto lo sentía. Pero yo solo cogí la mochila de la piscina, que había dejado en el suelo antes de abalanzarme encima suyo, y me fui, dejándola sola, despeinada, y con una amistad rota entre manos.
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Clara (título provisional)
Romance¿Y si empezaras el nuevo curso con una foto tuya ebria rondando por todo el instituto? ¿Y si descubrieras algo muy importante acerca de tu mejor amigo que nadie sabía hasta entonces? ¿Y si tu forma de ver el amor cambiara gracias a la persona menos...