Capítulo 13

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No pude dejar de pensar en Sergio por lo que quedaba de mañana. ¿En serio había empezado a fumar? No me lo acababa de creer. Y todo por mi culpa. Bueno, como había dicho él, no era culpa mía, y aunque no lo quisiera reconocer, tampoco suya. En este caso nadie tenía la culpa, sólo el alcohol.

Al acabar las clases, salí lo más rápido que pude del instituto, como si todas mis preocupaciones se fueran a quedar ahí. Ni si quiera esperé a Natalia. Me fui sola, con la intención de ordenar mis pensamientos. Intención fallida.

Al llegar a casa, le dije a mamá que no tenía hambre, cosa que en parte era verdad. No me hubiera importado comerme los macarrones con queso que me había preparado, pero estaba segura de que si lo hacía vomitaría. Así que me encerré en mi habitación sin dar más explicaciones, me tumbé en la cama y me quedé dormida.

Sobre las cuatro y media, Rock&Roll de Avril Lavigne me despertó. Me estaban llamando.

- ¿Sí? -pregunté con voz somnolienta-.

- ¡Clara! ¡Por fin! -respondió una voz al otro lado-. ¡Te he mandado como veinte whats!

- ¿Quién es?

- ¿Cómo qué quién soy? ¿Pues quién voy a ser? ¡Natalia!

De repente, abrí mucho los ojos. ¡Se suponía que íbamos a quedar aquella tarde para ir al centro comercial!

- ¡Natalia!

- ¡Veo que aún te acuerdas de mí!

- Sí, lo siento -me disculpé-. Me había quedado dormida.

- Bueno, déjate de disculpas. Me invitas a un batido de mango y listo -sonreí-. ¿A qué hora quedamos?

Miré la hora.

- ¿Te va bien a las cinco y media en la puerta del centro comercial?

- Sí. ¡Hasta luego! ¡Y no llegues tarde!

Y colgó. Dios, cómo odiaba cuando hacía eso.

Fui al baño a lavarme la cara, con cuidado de no quitarme el poco maquillaje que llevaba puesto. Me repasé la línea por debajo de los ojos y me puse un poco de Rímel. Me hice una coleta alta, pues con Natalia siempre era lo más práctico, sobretodo si había tiendas de por medio. Me miré al espejo y sonreí. Lista.

Cuando salí de la habitación para ir al comedor, vi una nota sobre la mesa de éste último:

Tus hermanos y yo hemos ido al parque. No tardaremos mucho en volver. Si tienes hambre, en la nevera están los macarrones del medio día. Caliéntalos dos minutos y listo.

Besos, mamá.

Roté los ojos y fui a la cocina en busca de esos macarrones. Al encontrarlos, seguí las instrucciones de la nota, y cuando estuvieron listos, me los comí con calma. Aún quedaban unos minutos para en punto, tenía tiempo de sobras.

Cuando dieron las cinco y cuarto, ya estaba en la calle usando la mano como visera de aquel sol de septiembre. Dos minutos antes de la hora acordada, ya me encontraba en la puerta del centro comercial, donde estaba esperándome mi mejor amiga.

- ¡Natalia! -grité-.

- ¡Hola! -me plantó dos besos en la cara. Parecía contenta-.

- ¿Qué tal? Sabes que me tienes que contar muchas cosas, ¿verdad?

- ¡Más de las que tú te crees!

Inconscientemente, nos dirigimos a Dunk&Coffee, donde pedimos dos batidos de mango. En cuanto nos los dieron, fuimos en busca de alguna mesa. Los miércoles por la tarde no había mucha gente, así que prácticamente pudimos elegir la que quisimos.

Clara (título provisional)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora