Cap. 4: Reencuentro.

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            -A ver, Meg, pasaron tres horas, salí de ahí, o entro yo. –Mikey amenazó. Aquel mensaje  me hizo correr al baño, despertando a mi amigo, que tras intentar sacarme con palabras dulces, ya estaba frustrado. Calum acababa de llegar a la lucha para sacarme de ahí, y había escuchado que ambos llamaban a Luke, al parecer éste no contestaba.

            -¡Déjenme sola! –Lloré, sintiéndome un poco como ‘Myrtle, la llorona’, encerrada en el baño, llorando como la resentida que era.

            -¡Megara, por favor! –Calum gritó. Si no salía porque mi mejor amigo lo pedía, ¿Qué le hacía pensar que saldría por él?, idiota.

            -¿Qué parte de déjenme sola no entienden? –Ya todos estábamos un poquito frustrados.

            -¡Ashton! –Mike gritó, de repente dejé de hacer ruido, y me paré de la bañera, acercándome a la puerta mientras él seguía hablando, deduje que había llamado a mi exnovio. -¿Cómo estás, Ash?, bien, estoy con Meg. Sí, sí, ella te extraña muchísimo, está encerrada llorando por vos en éste momento.

            -¡Michael Gordon Clifford! –Golpeé la puerta del baño con cada palabra, aún decidida a no salir, pero dejando amenazas en cada sonido que salía de mi boca, mientras mi amigo parecía seguir atento a su teléfono. 

            -Sí, debe estar menstruando o algo. Bueno, sí, es  verdad, vos conoces sus períodos mejor que yo. –Me sonrojé, él había llegado demasiado lejos. Con un impulso salí de la habitación, casi tirando la puerta, decidida a arrancarle el celular de las manos, salvo que no había ningún celular ahí.

            -¿Sos idiota? –Le grité, y di media vuelta para volver al baño, pero Calum bloqueaba la puerta con su cuerpo, con un miedo tal, que parecía ser un torero sacudiendo un trapo rojo con demasiada furia, cuando yo era el toro. Un toro alienígena. Con diez cuernos. 

            -Era totalmente necesario, Meg. –Se acercó cauteloso a mí mi mejor amigo, temiendo que yo salga corriendo a encerrarme en otra habitación, pero todas las demás puertas estaban lejos, y era en vano correr, Mike me atraparía, si es que Calum no la hacía primero.

            -¡No, no lo era! –Le grité.

            -Estás demasiado histérica, Megara, respirá, y hablemos de esto.

            -¡Quién te crees que...! –Me salió un tono de voz demasiado agudo, y me callé, porque discutiendo así, sólo le daba la razón a mi amigo, y entre todo lo que pasó en el último par de años, sería mejor conservar el poco orgullo que me queda. Crucé los brazos sobre mi remera gris, desgastada, respiré hondo, y pensé mejor mis argumentos, ordenándolos antes de hacerlos salir de mi boca.- Primero: no soy histérica, y no tenes derecho a decirme nada. Segundo: No quiero hablar de nada, el tipo tiene novia, no es el fin del mundo, y no tengo porqué lidiar con  eso, el puede hacer lo que le salga de... –No ayudaría decir groserías. Me contuve- ...el corazón.

            -¿Enserio?, ¿El corazón? –Me miró fijo y se rió, yo asentí, apoyando lo que acababa de  decir.

            -¿Ashton? –Cal habló detrás mío, me di vuelta enojada, ¿No había escuchado que yo no quería lidiar con él?. Cuando lo miré, sostenía su teléfono en la oreja, lo miré disgustada, y amagué sacárselo, pero se movió.

            -La joda del telefonito ya está un poco gastada. –Me tiré sobre él para sacarle el dispositivo móvil, se movió rápido, con agilidad, evitándome. Casi me golpeo con la pared que él tenía atrás, pero mis manos detuvieron la caída, y Mike me ayudó a pararme correctamente, de manera torpe, ya que sus ojos estaban fijos en Calum.

Destinados. (Ashton Irwin).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora