17. The Scientist Parte 1

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Maratón 1/3

—¡No hagas eso!.—mi padre y yo reímos al ver a Natan hacer una cara rara.—Te vas a hacer viejito más rápido.—le regañó pero se delató con su propia risa. Yo ensanché mi sonrisa y negué con la cabeza mientras llevaba un pedazo de pizza a mis labios.

Extrañaba los días familiares, apenas llevaba unos cuantos días aquí y mi cabeza está llena de dejavús. Los domingos familiares era una tradición en mi familia, bueno, mi padre no los imponía, el decía que por lo menos tenía que dedicarnos un día entero a nosotros y que más que yendo a comer, a pasear o quedarnos en casa a jugar juegos de mesa. Mi padre siempre había sido una persona muy trabajadora y responsable, se dedicaba la mayor parte de la tarde a su trabajo, antes solamente lo veíamos en las mañanas y en las noches y por lo visto todo seguía igual, a comparación de que mi madre ya no estaba aquí.

Se me quitó el apetito de tan solo pensar en la separación de mis padres, había sido algo muy duro en nuestra familia, sobre todo por el hecho de tener que irme lejos de mi padre. Recordaba las noches en las que me la pasaba en vela llorando hasta quedarme dormida, una época donde sentía tanto vacío a excepción de cuando me encontraba con el.

Noah, de alguna u otra manera siempre inundaba mi mente, no sabía cómo le hacía para poder ser dueño de mis sueños y pensamientos. Le quiero, mucho, pero el solo hecho de recordar la manera en la que veía a Ally ayer en la cafetería me dio arcadas y quise devolver los tres pedazos de pizza que había comido. Mis labios se fruncieron en una mueca y quise forzarme a mi misma a pensar en otra cosa que no fuera el, pero me era imposible. Sus ojos vinieron a mi mente, esos ojos claros y pestañas largas que se achicaban mucho formando las arrugas en sus ojos cuando sonreía. Su sonrisa, sus dientes blancos y perfectos que hacían que sus mejillas se vieran más regordetas cuando sonreía. Su cabello, esos pequeños rulos desenfrenados que eran despeinados constantemente en signo de nerviosismo o de coqueteo. Sus manos, sus largos dedos, su toque que me hacía temblar. Todo el me hacía temblar y me pegaba internamente por dejar que el siguiera teniendo el mismo efecto en mi Después de tanto tiempo.

Mi padre me sacó de mis pensamientos y me sumí en una plática con el mientras mis hermanos jugaban en aquellos jueguitos que normalmente los restaurantes de comida rápida tienen, la típica resbaladilla, el tobogán y unos cuantos juegos más. Mi padre me preguntó sobre mi vida social en Nueva York y traté de contarle la mayoría de las cosas para que el supiera que aún hay confianza entre nosotros, sabía que mi padre se sentía triste por no haber pasado todos estos años a nuestro lado , pero no era su culpa.

—Nos vamos.—mi padre aviso, observé la hora en mi teléfono y me levanté de un salto al ver que ya eran las seis de la tarde, había pasado el tiempo bastante rápido y todo por perderme en mis propios pensamientos y sumirme en la plática con mi padre. Tomé mi bolso y lo colgué en mi hombro para así comenzar a caminar hacia donde se encontraba el auto junto a mi familia, entramos en este y mi padre comenzó a conducir hacia la casa. Malibú era muy pequeño a comparación de Nueva York, en Nueva York tenía mi vida ya hecha, pero realmente extrañaba la vida aquí en Malibú, tan playera y relajada que me hacían querer quedarme aquí para siempre. Durante el trayecto mi padre puso música en la radio y mis hermanos se dedicaron a cantar y tararear las canciones cambiándoles la letra constantemente cosa que nos hacía reír a mi papá y a mi.

Al llegar a casa jugamos una partida de Monopoly y después de haber quedado en bancarrota y de que mi hermano Natan ganara decidimos que era buena hora para ir a dormir. Al llegar a mi habitación me cambié de ropa a una más cómoda y fui hacia mi baño para poder desmaquillarme y lavar mi cara. Lavé mis dientes y enseguida me tiré a la cama y puse mis brazos detrás de mi cabeza, mañana era Lunes y por alguna manera me sentía nerviosa por la plática que tendría con Noah, tenía miedo que me dijera algo que no quería escuchar, sentía que mi corazón ya estaba bastante lastimado como para poder soportar otra desilusión más.

-

La canción de la marimba que tenía mi teléfono estaba soñando y yo gruñí con fuerza mientras me movía bajo las sábanas, me sentía cansada y tenía mucho sueño. Estire mi mano en busca de mi teléfono y lo encontré justo debajo de mi almohada. Conteste la llamada y la acerqué a mi oído aún sin abrir mis ojos debido al cansancio.

—Hola.—solté un bostezo y sentí mi cuerpo relajarse de nuevo.

—¿Te desperté?—su voz hizo que mi cuerpo se activara y abrí mis ojos mientras veía hacia un lado no específico de la habitación.

—Si.—respondí más bien en un susurro y escuché una pequeña risita del otro lado. ¿De qué se reía?

—Discúlpame.—apreté mis labios, ya me había dicho tantos "disculpame" que ya no sabía si lo decía en serio o solo por compromiso.

—¿Qué pasó?—pregunté directamente, quería saber la razón por la que me llamaba a las 12 pm.

—¿Si podremos vernos hoy?—hubo un pequeño temblor en su voz y yo hice una pequeña mueca.

—Ah.—me senté en la cama y toqué mi cabeza debido al mareo que me había dado.—Si.

—Pasó por ti a las 3, te invito a comer.—casi podía percibir una pequeña sonrisa en su rostro aunque no pudiera verlo.

—Si, está bien, nos vemos en un rato.—dije apenas y colgué la llamada para así soltar todo el aire que no sabía que tenía contenido. Esperaba que todo saliera bien.

Para siempre. {Noah Centineo}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora