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   —El otro día JungKook dijo que era Belcebú. No tenía ni idea de quién era hasta que lo busqué en internet y me apareció que, ¡es un demonio! Interpretado como un deseo egoísta y lujurioso que busca la satisfacción personal. ¿Puedes creerlo? ¿Cómo se atreve?  —Taehyung chasqueó la lengua, girando la cabeza con dramatismo hacia un lado, ofendido. Yoongi rio con cierta incomodidad al verse obligado a responder. 

   —Sí, ¿cómo se atreve?... —Murmuró, nervioso. No había mucho más que pudiera contestar ante su reclamación, sobre todo porque él ya sabía acerca de eso. En ese mismo momento, la silueta de su hermano hace su aparición frente a él, haciendo que instantáneamente cambie de postura, agradeciendo tener una excusa para irse—. Oh, Tae, allí está mi hermano. Te hablaré luego.

   —Umh, está bien, nos vemos... —Respondió el castaño, extrañado, antes de regalarle una última mirada de soslayo al chico que se encontraba caminando hacia ellos, y se fue por el camino contrario en el que se encontraban. 

   SeokJin esbozó una sonrisa confusa mientras miraba a su hermano menor suspirar de alivio.— Yo hablé con ese chico el otro día —Contó, luciendo sorprendido. El azabache se reincorporó y lo observó con una ceja enarcada. ¿Desde qué momento SeokJin conocía a Taehyung?

   —¿Taehyung? —Preguntó. 

   Asintió con la cabeza.— Sí. Es un chico bastante dulce. Vino a preguntarme cómo andaba todo con mi familia. Es un amigo tuyo, ¿no? —SeokJin parecía encantado con el castaño, cuestión que no terminaba por alegrarle al azabache por el simple motivo de estar tratándose de su hermano con el hermanastro de JungKook, sin embargo, no pretendía arruinar la imagen de su amigo, por lo que decidió callar y asentir con la cabeza, sin decir ni una palabra al respecto—. Me hace feliz saber que pudiste conseguir buenos amigos —Sonrió, sonando sincero. Le dio una amigable palmada en el hombro, pero él no podía sonreír. De repente, sintió que algo no andaba bien ahí. Algo no encajaba, pero no sabía qué. 

   —A mí me alegra saber que él te agrada —Mintió—. SeokJin, tengo unas cuantas cosas que hacer, si me disculpas, voy a realizarlas ahora —Habló, con un tono de voz serio poco común en él. El castaño notó esto. 

   —¿SeokJin?... —Murmuró, decaído. Se sintió vacío cuando su hermano lo llamó por su nombre, sin haber utilizado su apodo. Aunque para algunos este detalle carecía de importancia, a él le alegraba cuando alguien lo llamaba 'Jin'. Sentía que era una mínima muestra de cariño, algo que le faltaba en demasía. Y ahora no lo tenía. Aún así, fingió una sonrisa—. Está bien, te deseo suerte con eso, hermano. Nos vemos. 

   Los dos se alejaron del otro con rapidez, ambos con la cabeza en cualquier lado menos en el ahora. Uno, con la cabeza dentro de el infierno; el otro, con la cabeza dentro de una tumba. Ambos, asfixiados. ¿Muertos? Aún no. 

***

   A lo lejos, un rubio se encontraba observando fijamente sus zapatos, cuales no dejaban de moverse de un lado a otro en el frío suelo de cemento. Mientras él se distraía en aquello, un pelirrojo no podía quitarle la vista de encima. 

   HoSeok no sabía qué había hecho aquel rubio para provocar esa reacción en él, hasta tal punto de mirarlo en secreto. No es que lo hubiese enamorado, pero sentía el enfermizo miedo de que, tan solo correr la mirada, esa angelical persona desaparecería de su vida. Desde el primer momento en el que lo vio se sintió así. Vacío, pero lleno. Como un vaso a medio servir. Algunos dirán que el vaso está vacío; otros, lleno. En realidad, el vaso no está de ninguna de esas dos formas. Tan solo espera. Espera llegar a ese punto que no vaya a declararle lleno, sino completo. Como piezas perdidas de un rompecabezas que se encuentran bajo la recámara en una mañana de reorganización. 

   Después de su último encuentro, no sabía qué era lo mejor. Podría acercarse y tratar de llegar a una amistad con él, o podía quedarse en su lugar, admirándolo tal pieza de arte personificada. Con una mano ayuda a su cabello a correrse de sus ojos, y justo en ese momento, el rubio fija su mirada en él, como un imán que ha sido atraído hacia algún metal. 

   Se queda inmóvil durante unos segundos decidiendo entre correr su mirada o mantenerla, tratando de demostrar que no era débil ante él, pero débiles son los que no saben admitir su amor, habría dicho su abuela de escucharlo. JiMin sonríe. HoSeok hace una mueca parecida a una sonrisa, la cual provoca una risa en el rubio. 

   Y en ese momento, por primera vez en mucho tiempo, se siente a gusto de ser él. 

Look Pretty | KookGiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora