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   —¿Por qué estamos en la iglesia? —Preguntó JiMin, susurrando, mientras caminaba a paso lento para poder observar con más detenimiento su alrededor.

   A su lado, TaeHyung y SeokJin caminaban con las manos entrelazadas, y HoSeok iba junto a él tan cerca que a veces rozaban pieles. No iba a mentir; se sentía incómodo. Aún sentía miedo. Pero su doctora le dijo que sólo combatiendo al miedo iba a poder superar su síndrome, así que no iba a decir nada.

   También habían invitado a NamJoon, pero el mayor estaba ocupado con exámenes así que lo único que hizo fue traer a JiMin hasta la iglesia e irse.

   YoonGi, quién iba acompañado por JungKook, se paró frente a ellos.— Mi madre maneja esta iglesia y como suelo venir seguido a ayudar, pensé que sería más divertido tener a mis amigos aquí. Así que vayan y hagan lo que quieran... Sólo no molesten a la gente que está rezando, ¿bien? —Les advirtió, por las dudas.

   Su vista se posó sobre TaeHyung. En realidad no tenía planeado invitarlo, fue su hermano quién le rogó que lo hiciera. Está tan enamorado de él.

   Todos, luego se escuchar a YoonGi, festejaron y empezaron a pasear por la iglesia por grupos; HoSeok y JiMin juntos, SeokJin y TaeHyung, y por último, YoonGi y JungKook.

   El castaño se abrazó a sí mismo, sintiéndose incómodo en ese lugar. Hacía casi doce años que no ponía un pie en la iglesia, y algo en ese enorme lugar le hacía saber que no pertenecía ahí. Que debería irse en ese mismísimo momento. Sin embargo, YoonGi lo tomó de la mano y la acarició con su pulgar, calmándolo.

   —Pareces tenso —Le dijo, susurrando. JungKook suspiró, cansado, intentando despejarse de ese mal gusto en la boca.

   —Solamente estoy cansado —Le respondió, y YoonGi asintió, soltándolo para así poder comenzar a caminar. JungKook sintió que su mano se enfriaba sin el agarre del chico. Él transmitía una calidez que al castaño le faltaba.

   Miró a su alrededor. No tan lejos de ellos, HoSeok y JiMin charlaban animadamente, y observaban pinturas colgadas en las paredes. Le sorprendía lo mucho que había progresado JiMin desde que lo conoció hasta el momento. Estaba mucho más extrovertido y ya no se asustaba si estabas muy cerca de él.

   Bueno, quizás sí se asustaba, pero al menos no le daban ataques de pánico como antes, que debía salir corriendo. Aunque todavía tomaba antidepresivos. Eso lo hacía sentir mal, porque él también tuvo que tomar de esos, y aún los toma. Sólo que nadie lo sabe, ni lo sabrían.

   —JungKook, ven —Dijo, llamándolo. El chico se apresuró en llegar a su lado. YoonGi le señaló unos instrumentos—. ¿Ves ese sector? Es el de música. Aquí cantan mientras se da la misa. ¿Te gustaría cantar algo? —Le ofreció, y JungKook sonrió en grande.

   YoonGi sonrió. JungKook está sonriendo. El castaño nunca le había sonreído de esa forma. Por más de que solía ser más alegre a su lado, nunca le daba esas sonrisas que demostraban una alegría inmensa. Aún así, no dijo nada, no quería arruinar el momento. Quería apreciar esa linda sonrisa un poco más antes de que desapareciera hasta quién sabe cuándo.

   —¿Nadie va a escucharme si canto? —Preguntó, haciendo al contrario volver a la realidad. Negó con la cabeza seguidamente.

   —No. Los altavoces no están prendidos, así que nadie puede escucharte. Eres libre de cantar lo que quieras.

   —De acuerdo. Cantaré un poco.

   Preparó su voz y pensó en la canción que quería cantar. Repasó la letra, la melodía, mientras que sus manos tomaban el micrófono, aunque sabía que nadie escucharía su canto. Cerró los ojos unos momentos, y cuando los abrió, alguien arrebató su atención.

   Unas personas estaban mirando con asco a SeokJin y a TaeHyung. Ambos estaban de lo más felices tomándose de las manos, y dándose algún que otro beso, cada tanto. Sin embargo, ese grupo de personas no dejaban de cuchichear y juzgarlos, negando con la cabeza.

   Otra vez. Ira ardiente comenzó a florecer desde el interior de su pecho, y un impulso hizo que soltase el micrófono y empezara a caminar hacia el Altar, sitio donde podría ser visto por cada persona en la iglesia. YoonGi se desesperó. “¿¡Qué carajo está haciendo?!”, pensó, sin saber qué hacer.

   JungKook se detuvo en medio del Altar. Todavía no tenía miradas sobre él. Sentía a la ira enredarse en su garganta, ahogándolo, apresando al oxígeno.— ¡Ustedes! —Gritó, señalando con su dedo índice al grupo de personas que había visto anteriormente. Ellos y todos los demás presentes en la iglesia se voltearon a verlo, confundidos—. ¿Quiénes se creen ustedes para juzgar a unas personas por demostrar su amor públicamente?

   Silencio. No volaba ni una mosca en el lugar. Ni siquiera los bebés lloraban. Todos parecían asustados.

   —¿Cómo tuvieron el descaro? —Cuestionó, en furiosos gritos—. ¿Acaso ha sido su Dios quién les dio el permiso, sinvergüenzas? —Tras nombrar el nombre de Dios, las personas ahogaron un grito—. ¿Ha sido él quien les ha ordenado a sus corderos a juzgar a otro cordero? Pues déjenme decirles, descarados, que el lobo tiene otra forma de manejar al rebaño —Y tras decir eso, escupió el altar.

   Los presentes estaban impactados. ¿Quién era esa persona que osaba a desafiar la palabra de Dios? Casi nadie podía pronunciar una palabra, ni siquiera sus amigos o su hermano, quién acababa de ser defendido por su hermanastro. Nadie se esperaba esta reacción.

   JungKook bajó del Altar y levantó el dedo del medio a todos los que se encontraban en el lugar.

   —Veamos si todavía pueden rezarle a su Dios sin acordarse del Diablo.

Look Pretty | KookGiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora