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   —¿JungKook está bien? —Preguntó JiMin, mirando con preocupación la puerta por el que el castaño había entrado y desaparecido hace más de una hora. YoonGi colocó una mano en el hombro del más pequeño, en un intento de calmarlo.

   —Sí, claro q– ¡Ah, lo siento! —Al instante quitó su mano del hombro contrario, aterrado, tras recordar el síndrome del menor—. ¡Lo siento, lo siento! Por un momento me olvidé que tú... Tú... —El rubio rio.

   —Estoy bien, hyung. —Dijo, en una voz muy baja, casi susurrando—. Ya estoy bien.

   —Espera, estás diciendo que ya no tienes el... —JiMin asintió con la cabeza, esbozando una pequeña sonrisa, mientras que el azabache casi caía de su silla—. ¡Ah, eso es grandioso! ¿Desde cuándo? —Preguntó, emocionado. Sin embargo el rubio no lucía la misma emoción de él, lo cual era extraño, y casi aterrador.

   —Desde hace unas semanas, fui a ver a mi médico y me sugirió hacer un tratamiento de resultado instantáneo y yo acepté, pues sería más fácil para mí estar con Hos–, ¡con las personas! —Se apresuró a decir, desperado, mas el azabache fingió no haber escuchado nada para que el chico no se preocupara. Carraspeó, incómodo—. A lo que ellos me... b–bueno, ellos me hicieron cosas feas para que yo entendiera de una vez por todas que si esa cantidad de toques no me rompían, ninguno lo haría.

   —¿Qué...? —Y justo en el momento donde YoonGi planeaba responder, la puerta se abrió dejando ver a un castaño que caminaba con la cabeza en alto y el pulso temblando.

   Rápidamente ambos chicos se acercaron hacia él antes de que el castaño se derrumbase sobre los brazos del azabache, ahogado en lágrimas. El chico temió de lo que pudo haber ocurrido allí dentro para que JungKook acabase así.

   —Kook, ¿qué pasó? ¿Qué tienes? —Preguntó, con delicadeza. JungKook se limpió las lágrimas con la manga de su buzo, aún sin alejar su rostro del hombro contrario.

   —Ellos intentaron hacerme hablar de ella, YoonGi. Lo intentaron, pero yo... No estoy listo...

   —¿Quién es ella?

   —La persona a la que maté...

   JiMin se hallaba perdido entre toda esa conversación, así que se alejó unos pasos para darle a ambos un poco de privacidad.

   —YoonGi, te lo suplico, ven a la próxima sesión conmigo. Necesito a alguien a quien ame ahí para apoyarme, por eso, por favor... —Tomó sus manos entre las suyas, mirándolo a sus ojos con un sentimiento que pocas veces había presenciado; desesperación.

  Necesito a alguien a quien ame. Él me ama.

   —Cuenta conmigo. —Asintió, sin pensarlo dos veces antes, porque sabía que no debía ni pensarlo para saber que estaría allí para apoyarlo sin importar qué. El castaño al instante lo estrechó en sus brazos, para que unos segundos más tarde lo separase de su pecho y lo tomara de ambas mejillas para juntar sus labios en un suave beso.

   Sus labios sabían a vainilla. Y YoonGi recordó que cuando era niño nunca le había gustado la vainilla porque le hacía recordar el sabor de los medicamentos que tomaba de niño cuando enfermaba, sin embargo, los labios del castaño eran tan suaves y encajaban tan perfectamente con los suyos que opacaban el sabor y lo transformaban en uno que, a partir de ese momento, sería el sabor que más le gustaba.

   JungKook lo separó de él. — YoonGi, debo ir a hacer algo, prometo regresar lo antes posible. —Dijo, comenzando a caminar al final del pasillo, siendo seguido por la mirada del azabache y sus rápidos pasos detrás de él.

Look Pretty | KookGiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora