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   YoonGi corría lo más rápido que podía para poder llegar al puente antes de que el castaño decida irse. No le importaba la tormenta que se había desatado sobre su cabeza, ni las gruesas gotas de lluvia que lo empapaban a cuerpo completo, sino el chico que lo esperaba en el lugar al que sus pies corrían velozmente.

   En cuanto llegó, no fue difícil divisar al castaño. Se encontraba sentado sobre el borde del puente, tambaleando los pies sin que ninguna gota del agua torrencial lo toque, mientras que su pelo era mojado cada vez más por las gotas que caían del cielo. Se acercó a pequeños pasos, sin poder quitar la mirada de él.

   Sentía a su corazón latir en su pecho. Cada vez más fuerte, más ruidoso, como si estuviera tratando de hacerse escuchar. Como si él también deseara que el castaño llegase a su corazón, que entendiera de la extraña forma en la que lo hacía sentir, que le diese una explicación.

   —JungKook. —Lo llamó, cuando había tomado agallas. El chico giró su cabeza hacia su dirección, haciendo visibles las pocas lágrimas que se deslizaban por sus mejillas.

   —Necesito ayuda, YoonGi. —Sollozó él, derrumbándose. Los brazos le cayeron a los costados del cuerpo y explotó en llanto, con el pecho agitado y el pulso temblando. El azabache no supo qué hacer. Jamás lo había visto así.

   Jamás lo había visto llorar.

   —N-no sé qué me pasa, YoonGi. No sé p-por qué no puedo controlarme, por qué me enojo tanto. N-no sé por qué. Y a veces intento controlarme, i-intento resistir a la furia, darle pelea, pero siempre pierdo, siempre me rindo. ¿Qué debo hacer, YoonGi? —JungKook ya no daba más. El azabache se dio cuenta al instante de que el castaño no quería seguir estando allí, de que quería desaparecer. Y, por un momento, intentó ponerse en sus pies. Intentó imaginarse cómo sería, por unos instantes, perder el control total de ti. Que una furia inmensa se apodere de tu cuerpo y te haga hacer cosas que no quieres para que, más tarde, al recobrar el control, te enteres de todo lo que has provocado. Te enteres de que todo el mundo te tiene miedo o te odia por las cosas que no quisiste hacer, pero nadie jamás lo sabrá, porque ya no eres JungKook; eres un asesino—. ¿Debería saltar, YoonGi? —Le preguntó, señalando el final del puente, el agua que corría con violencia frente a él—. ¿Debo?

   No, JungKook, no debes saltar. —Se apresuró a decir, desesperado, sintiendo un nudo formarse en su garganta. El corazón empezó a latir le muy rápido y sus ojos se cristalizaron—. Te prometo que te ayudaré. Juntos buscaremos una forma de liberarte de aquello que tanto te atormenta, y que te obliga a hacer cosas muy feas. Pero, por favor, no saltes. —Intentó no llorar—. Dios, JungKook, yo también te necesito.

   El castaño aún siguió llorando, como si una parte de él se hubiera rendido, pero sin dejar de estar en el borde del puente. Lágrimas comenzaron a caer de las mejillas del azabache.

   —Por eso vuelve a mí, JungKook. Vuelve.

   Y en ese mismo momento, el castaño salió del lugar en el que estaba y se acercó hacia el azabache para poder estrecharse en sus brazos, intentando recuperar su felicidad, que hace tanto había perdido. Intentando recuperar esa inocencia de niño que tanto extrañaba, y que por tantas cosas se había ido.

  En ese mismo momento, intentó encontrarse a sí mismo. Y se encontró.

Look Pretty | KookGiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora