Capítulo V

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Ana despertó algo desorientada, al abrir los ojos, la luz del sol la golpeó de lleno haciendo que, como acto reflejo, Ana se hundiera completa bajo las sábanas

Suspiró y remoloneó por unos cuantos minutos pero terminó por salir de la cama y caminar directa al baño. Eran las 11:25 de la mañana de un sábado. Estaba agotada, la noche anterior había trabajado hasta tarde en el hotel y había llegado reventada

La canaria hundió su cuerpo bajo los chorros de agua caliente, que, en cuanto entraron en contacto con su piel, la hicieron sentir un leve escalofrío

Una larga ducha, eso es lo que Ana merecía esa mañana, por eso, no dudó en cumplirlo

Estaba hecha polvo, aparte de estar agotada por el trabajo, notaba como los síntomas de un común resfriado la azotaban de lleno, incitándola a quedarse bajo las sábanas por el resto del finde. Pero no podía

Justo hoy tenía almuerzo en casa de Amaia para celebrar que la navarra había terminado los estudios y comenzaba a trabajar

Ana se alegraba de que fuese un almuerzo y no una fiesta/cena pero con sus amigos nunca se sabía

Eligió unos pantalones vaqueros simples y un jersey verde, bajo este, una camiseta de asillas negra y unos botines del mismo color, decidió que no se aplicaría mucho maquillaje, solo la base, algo que cubriese sus ojeras y un poco de pintalabios color morado

Tras esto, la morena caminó hacia la cocina, preparándose un café y unas tostadas, aún que solo se bebió el café, ya que ni su estómago ni su garganta estaban por la labor de colaborar

Recogió un poco la casa, puso lavadoras, fregó los platos que había dejado la tarde anterior y se dejó caer en el sofá cubriéndose con una manta viendo alguna serie en la tele

El teléfono. Eso fue lo único que Ana escuchó en el silencio de su hogar y lo que la hizo despertar, aún desubicada, se levantó del sofá y buscó su móvil. Una vez lo encontró en su mesilla de noche, Ana contestó a la insistente llamada

-¡Ana, tía! ¿Dónde estás?- la voz de Mimi resonó su cabeza como un estruendo

-En casa... ¿por qué?- respondió aún con la voz pastosa

-¿Estás bien? ¿No vienes al almuerzo?- preguntó preocupada

-Sí, claro... pero aún no es la hora- respondió un poco obvia

-Ana, son las dos de la tarde...- habló la granadina aguantando una risilla

-Hostia Mimi... que me he dormido... ya voy para allá- no esperó respuesta y colgó, cogió su móvil, la cartera, una caja de tabaco y las llaves y salió de la casa casi corriendo, se había dormido en el sofá por más de dos horas y no se había enterado

Subió a su coche y se dirigió a la casa que la navarra compartía con su novio, Alfred, en las afueras de Madrid

Casi 30 minutos, eso es lo que tardó Ana en llegar a la casa. Estaba a tomar por culo, en las afueras de Madrid pero era una casa muy bonita y acogedora, era la única casa de la zona y tenía un enorme jardín en la parte trasera donde organizaban fiestas

-¡Ana!- chilló Amaia emocionada cuando abrió la puerta

-Amaia, tía... lo siento es que me he dormido- se disculpó mientras que la navarra hacía un gesto restándole importancia

-No pasa Nada, si los chicos aún están peleando con la barbacoa, ni siquiera está la comida- rió y se adentraron en el jardín

-Hola- saludó Ana con la voz tomada tras sorber su nariz y esconder sus manos en las mangas del jersey, el tiempo estaba agradable, pero ella sentía bastante frío en el jardín

Here by Choice · {Warmi}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora