Capítulo XV

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 -Gracias, Ana- susurró sincera mirándola directamente a los ojos –Gracias por todo... por estar ahí... por traerme... por ser tan perfecta... no te merezco-

-Shh....- la calló la morena acunando su rostro entre sus manos –No tienes que agradecerme nada Mimi... estoy contigo pase lo que pase ¿Recuerdas? Te quiero y no te voy a dejar nunca, amor- aclaró segura

Mimi sonrió levemente y apoyó su frente con la de la canaria para luego dejar un beso en sus labios

-¿Nunca?- preguntó tras el corto beso

-Nunca- aseguró la canaria –pase lo que pase... siempre voy a estar ahí Mimi-

La granadina asintió no muy segura, recordaba la escena de esa misma mañana.... La tenía grabada a fuego y con cada roce de la canaria sentía que la estaba traicionando al no contárselo, pero tenía miedo... confiaba en las palabras de la canaria jurándole que siempre estaría ahí... pero... ¿seguiría ahí si supiese que la había engañado?


-Miriam... cariño, voy a acompañar a tus amigos a por un café ¿Vale?- Inma miraba a su hija con un halo de tristeza, sabía a la perfección la devoción que tenía Mimi hacia su abuela y viceversa

Mimi asintió indiferente y Ana se separó de ella dispuesta a marcharse con su suegra, había entendido a la perfección las intenciones de Inma, quería dejar a Mimi un ratito a solas con su abuela, quizá era el último que iba a tener

-Ana... quédate conmigo... por favor- susurró la rubia al borde del llanto mirando a la camilla donde se encontraba la persona que había cuidado de ella como nadie

Ana se quedó quieta, detuvo su andar y buscó la mirada de Inma, esta asintió con una pequeña sonrisa y acto seguido salió de la habitación

La canaria suspiró al ver como Mimi observaba con devoción a su abuela

A la vista estaba que la señora no saldría de esta, tenía el rostro pálido, estaba débil, llena de tubos y máquinas... Ana negó en silencio sintiendo lástima por ella, nadie merecía ese final... verte tan débil y ver como los tuyos te ven esfumarte poco a poco mientras ellos se van hundiendo....

La morena sentía un enorme escalofrío solo de pensar lo que sentiría esa señora a la que no había visto en su vida. Pensó que ella no soportaría ver a los suyos así, tristes, sin ánimos... ser la razón de su tristeza... pensó que quizá, la señora de cabello gris y rostro se sentiría fatal e impotente al ver a su nieta así de triste

-Mimi...- susurró al verla absorta con la mirada perdida sentada en un sillón frente a la camilla –Amor....- habló ahora arrodillándose frente a ella y acariciando su rostro -¿En qué piensas?- preguntó tratando de infundirle algo de paz

-Soy una persona horrible Ana...- sollozó la rubia sin mirarla

-No amor... claro que no. Eres de las mejores personas que conozco, cariño... no vuelvas a decir eso- aseguró la canaria seria pero con un dulce tono de voz –Amor... mírame....- susurró ahora sujetando su barbilla para que la mirase -¿Qué pasa?- preguntó un tanto preocupada

Mimi no respondió, solo apartó el rostro de nuevo. Ana frunció un poco el ceño, Esta actitud no era normal en la rubia

-Mimi... amor.... Escúchame una cosa... por favor- rogó –Sé que estás triste.... Mucho... lo entiendo... pero intenta sonreír un poco y disimular...- Mimi la miró sin comprender y se apresuró a continuar –No sabes si esta va a ser la última vez que te vea... ¿Quieres que te recuerde así, Con la mirada vacía y triste, amor...?- La canaria hizo una mueca y Mimi asintió, tenía razón

Here by Choice · {Warmi}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora