Me perteneces. [Negan]

011: Sincera.

Me quedo en un silencio sepulcral, con unas inmensas ganas de echarme a llorar. Negan y yo nos llevamos mejor cada día, lo adoro y todo esa mierda romántica. Mis ojos se quedan fijados a la vieja pared y doy otro sorbo a mi bebida. Aquel rico licor había sido mi único escape a mi realidad, necesitaba olvidar todo de una buena vez por todas. En realidad nada iba bien, todo parecía desmonorarse bajo mis pies. Otra jodida prueba en la que había dado negativo y yo no podía seguir con eso. Me hacía ilusiones, también se las daba a Negan. Simplemente sentía que estaba perdiéndome en algún agujero frío y tortuoso, donde yo me culpaba por no lograr quedar embarazada. De verdad que adoraba a los niños pero parecía que ellos me odiaban a mi. ¡Estaba demasiado cansada! Negan salía mucho más, como siempre a amenazar a otras personas y yo me quedaba con todas las pruebas negativas entre mis manos, viendo como se reían de mi y mi poca estabilidad emocional. Sin duda, estaba echa polvo, no era yo misma. Echo la cabeza para atrás y doy otro sorbo, sin querer se me escapa una gran carcajada, porque cuando estoy borracha hasta ver una mosca volar me hacía gracia. El fuerte viento golpeaba directamente contra mi rostro, haciendome sentir de alguna forma menos patética. Mis lágrimas iban al compás de la lluvia al igual que mis sorbos a aquel licor adictivo. Estaba segura de que Negan se cabrearia conmigo por beber su jodido alcohol y por estar haciéndolo en su habitación. Echo un vistazo a mi estúpida lencería y doy otro trago, dando por acabo mi vaso número... ni puta idea.

—¿Quién iba a decir que ese capullo iba a salir a las tantas de la noche? Tan solo quería recompensarle por lo pesada que he sido últimamente con él y por lo puto paciente que a sido conmigo. ¿Dónde coño te has metido, Negan?—pregunto a la lluvia, como si fuera capaz de contestarme—. Seguro te estarás follando alguna zorra por ahí y yo aquí llorando porque no puedo darte un bebé. Que idiota eres, Negan, nadie puede hacerte disfrutar como lo hago yo.

En una rabieta mía acabo por caerme del sofá, el tacón vuela como mil metros de donde estoy sentada y vuelvo a soltar otra risotada. Me siento realmente patética. Mis lágrimas se hacen más visibles y sin importar que el suelo esté sumamente frío, lloro por lo mierda que está siendo la vida conmigo. ¿Es tan necesario que tengamos un bebé?

Mis ojos cubiertos de lágrimas se giran hacía la puerta, donde veo sus típicas botas. Corre hacia a mi y no tarda en acurrucarme entre sus brazos y dejarme con suma delicadeza sobre la cama. Veo que trota para cerrar la ventana y se frota las manos.

—Estás loca, nena, hace un frío de mil demonios y tú estás con la jodida ventana abierta. ¿Qué haces con tan poca ropa? ¿No ves que puedes enfermar?

—Me importa una mierda si el frío me mata...

Como siempre mi voz cambiaba cuando estaba como una cuba. Él se acercó a paso lento y se sitúo a mi lado. Sus dedos apartaron los mechones de mi frente y soltó un suspiro sonoro.

—Dime, ¿ya te has follado a Hannah? ¿Esa zorra si puede darte hijos?

Mi cabeza se echa hacia atrás y me doy cuenta que a pesar de mis grandes carcajadas por lo absurda que es mi vida, sigo llorando. Negan se acerca y pese a todo hace que mi cuerpo quede sobre su regazo.

—¿Por qué me aguantas? Soy una persona horrible.

—No digas tonterías, Leila, trata de tranquilizarte y explícame por qué demonios estás borracha.

Le llevo una mano hasta la boca y le doy suaves golpecitos. Negan no rechista y espera paciente a que haga lo que quiera con su rostro.

—Estoy cansada, ¿sabes? Ya no soporto más ver los putos test negativos. Dejame, Negan, busca a una mujer que pueda darte todo lo que necesites.

Él se limita a acunarme entre sus brazos y lo único que se escucha en la habitación son mis sollozos al compás de la lluvia torrencial. En cierta manera no me sentía tan miserable, después de todo él sigue a mi lado. Pero... ¿por qué? Tal vez sus sentimientos seas más grandes, ¿verdad? O sigo con la idea de crearme falsas ilusiones. Podía tratarme como una mierda por todo lo que le digo y sigue sin soltarme ni un poquito. Es mas, me acurruca contra su pecho y nos menea a ambos al compás de palabras cariñosas que se clavan como espinas sobre mi corazón. ¿Qué estaba mal entre los dos?

—Alejate de mi—susurro a centímetros de sus labios.

Negan niega con la cabeza y se toma el atrevimiento de secar las lágrimas de mi rostro.

—Ya no puedo, cielo, es demasiado tarde.

Pese al terrible mareo que me está dando coloco cada pierna al rededor de las suyas, para así acabar sobre su regazo, haciendo más contacto entre los dos. Negan sonríe de una manera tan encantadora que termina por contagiarme. Paso mi dedo indice sobre sus mejillas cubiertas por una fina capa de barba y le planto un beso ruidoso sobre la misma.

—Te gustooooooooo. A Negan le gustoooooo.

Él se queda perplejo y pestañea varias veces, tratando de entender mi cambio de humor. Tengo varias etapas cuando estoy borracha. Y me sorprende ver la paciencia que tiene conmigo y no con el resto. Solo por ese pequeño empuje de felicidad me animo a plantar un beso sobre sus labios. Negan aún confundido no tarda en seguir el ritmo de mis besos. Fue uno de los besos más lentos y deliciosos que jamás él me había dado.
  
—Por eso mismo no te dejo ir, porque ahora eres mía, me perteneces Leila.

Acaricia mis labios con los suyos y por arte de magia nos reímos como si fuéramos unos adolescentes descubriendo el amor.

—Y tú me perteneces a mi, ¿entendido?

Negan carcajea sobre mis labios y asiente, con la intención de seguir con el suave roce.

—Creí que eso ya lo tenías claro.

—Si tú eres mío y yo soy tuya—tomo una bocanada de aire y susurro como si fuera un gran secreto y no quisiera que nadie lo escuchara—hazme el amor como lo haría alguien que tiene a su persona especial.

Negan no deja de sonreír y lentamente me tiende sobre la cama, colocando ambos codos a los costados de mis costillas.

—Eres mi personal especial, Leila.

Y sí, ambos habíamos usado esas palabras para decirnos te quiero.