015: Paciencia.

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En cuanto amanece me siento la persona más miserable del mundo. ¡Me duele absolutamente todo! No recordaba que fuera tan doloroso hasta respirar. La habitación está solitara. Agradezco la luz que entra por el ventanal y la suave brisa que choca contra mi rostro. Es reconfortante saber que Negan ha dormido a mi lado durante toda la noche y se a comportado como todo un buen novio preocupado. 

Lo que mas me duele todo es haberlo visto tan vulnerable por lo que me hicieron. Jamás lo había visto llorar y que lo haga por mi estado, me demuestra lo mucho que me quiere. ¿Quién iba a decir que ese hombre tuviera ojos solo para mí? Tampoco me iba a despreciar como mujer ni decir que soy horrible en comparación con el resto de mujeres con las que Negan estuvo. Tengo que reconocer que soy un precioso bombón y mi autoestima está por los cielos. 

Los días pasan lentamente y con ello mi recuperación. Negan ha venido a verme cada vez que ha podido. Se limitaba a darme mimos, dormir la siesta conmigo y hasta me ha leído un par de libros. En parte me siento agradecida con ese par de zorras, mi hombre ha estado más atento que nunca y eso me ha venido de perlas. 

He tenido tiempo para reflexionar sobre que hacer con mi vida a partir de ahora. No quería solo ser la mujer de Negan ni una sumisa la cual tiene que acatar todas las ordenes. Yo no tenía dueño y anhelaba poder expresarme con libertad. Quería que mis pies tocaran tierra fuera del santuario, quería sentirme útil. He ensayado una y otra vez el discurso que le daré a Negan para que me de luz verde para salir de expedición con algún grupo. Sabia que iba a ser difícil convencerlo pero tarde o temprano deberá aceptar la realidad; que hace tiempo dejó de darme miedo lo que pudiera pensar de mí e iba ser otra Leila. 

Uno de los primeros pasos importantes en cuanto pudiera levantarme correctamente de la cama, sería visitar a esas dos malas mujeres en sus respectivas celdas. Le había dicho a Negan que no quería que murieran de hambre, las necesitaba en sus cinco sentidos para que pudieran ver que les haría. Porque joder... ellas no merecen ni un ápice de misericordia. 

—¿Cómo está la mujer más hermosa del mundo? 

Giro mi cabeza sobre la almohada y sonrío en cuanto le veo entrar. Mi sonrisa se ensancha en cuanto me tiende una pequeña margarita. Como decía, últimamente se había vuelto hasta detallista. ¡Me fascina!

—Estoy mejor que ayer—respondo tras besar cortamente sus labios—. Gracias por la margarita. 

—Todo por mi princesa. 

La forma burlesca que utiliza me hace reír. Habíamos estado leyendo una historia infantil sobre princesas y dragones, y desde ese momento nos dio por hacer referencia absurdas del cuento.     

—¿Vas a salir hoy? 

Niega con la cabeza y me pide que le deje un espacio sobre la pequeña cama. Negan había insistido sacarme de la enfermería pero yo me negué. Amaba las vistas que daban a la calle, no había ni un rastro de muertos y me tranquilizaba ver la vegetación. Ya tendría tiempo suficiente para volver a mi habitación, ahora no era el momento. 

Negan besa mi cabellera y me recuesta sobre su pecho. 

—Creo que va siendo hora de que vayas a dar un paseo, es bueno caminar de vez en cuando. 

—Me has consentido tanto que no quiero levantarme de aquí. 

Negan suelta una risa nasal y aterriza sus labios sobre los míos. 

—Te estoy malcriando, cariño. 

—Me encanta que lo hagas.  

Hablamos de cosas triviales durante un buen tiempo y nos dedicamos a darnos mimos como una buena pareja de enamorados. Mis ojos buscan los suyos e intento descifrar que pasan por ellos. Algo le pasa, ya le conozco. 

Me perteneces. [Negan]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora