016: Mío.

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Mis pies se detienen justo frente a las celdas, donde ambas zorras sin corazón están encerradas. Primero quería visitar a Hannah por lo que le hago una señal a uno de los tantos hombres de Negan para que abra la puerta.

Hay una ventana con rejas de metal en un lateral por lo que me deja ver a la perfección su apariencia.

Una sonrisa se cuela entre mis labios y procedo a entrar al minúsculo lugar.

—¿Estás cómoda en tu habitación de lujo?—pregunto burlona.

La pelirroja me mira desde el suelo y hace una mueca, tal parece que no está por la labor de hablar. Todo se ve mucho mejor desde arriba por lo que paseo uno de mis tacones negros sobre su pecho, empujandola con fuerza sobre la pared. Esta se queja del dolor puzante y se soba esa zona.

—¿Qué se siente ser tan fracasada? ¿Acaso creiste que os ibais a salir con la vuestra?

—Tarde o temprano las cosas saldrán a mi manera.

Hago un falso puchero de una asquerosa ternura y ladeo la cabeza hacia la derecha. Me pongo de cuclillas y la reto con la mirada.

—¿De verdad crees que tienes las de ganar? ¿No sabes que este lugar ya tiene una reina? Vas a saber lo cruel que puedo ser.

Mi puño se estampa contra su rostro y disfruto escuchar como grita al ver sangre brotar de sus labios. Me siento tan poderosa en este momento. Ya era hora de cobrar cada cosa que me hicieron.

Vuelvo a mi posición inicial y pateó su estómago con todas las ganas del mundo. Le lanzo un beso al aire y me retiro de allí, con la imagen de ella tratando de coger oxigeno.

Así como yo lo busque alguna vez, por su culpa.

El hombre cierra esa celda y abre la continua. Retiro mi pelo hacia un lado y me adentro. La veo recostada sobre el suelo y no tardo en trotar para agarrarla por el pelo, con la intención de que se siente.

—¿Qué haces jodida puta?—grita e intenta soltarse de mi agarre.

Soy más rápida y esquivo el golpe que me quiere propinar. Parece que aún tienen fuerza para pelear. Pero yo soy mejor, en todo.

—¿Crees que la palabra puta me afecta? Hace tiempo que dejó de dar impacto sobre mí, no significa nada—susurro a centímetros de su rostro, ella esquiva la mirada y cierto entusiasmo se cuela en mi pecho. Tiene miedo, mejor dicho, yo soy la causante de su miedo—. El hombre con el que iban a escapar está en la misma condiciones que vosotras. Mañana será el día de ajustar cuentas, pequeña mierda. Mirad como Leila se apodera de este lugar.

Borro la tonta sonrisa de su rostro de dos puñetazos y me retiro de allí sin mirar atrás.

Tengo la palabra poderosa escrita en mi frente.

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Aquel pequeño conjunto se ajusta a mis curvas. Es precioso y delicado, de un color rosado que resalta el bronceado de mi piel. Mis labios gruesos tallados de un tono vino, dandome un aire un tanto misterioso y sensual.

Me ajusto el liguero contra mis formidables muslos y sonrío al ver mi cuerpo frente al espejo. Pese haber cogido un poco de peso en los últimos meses, seguía siendo un exquisito bombón. Y nadie era capaz de bajarme de mi pedestal, en el cual amo cada trocito de mí.

Coloco con suavidad aquel antifaz negro y sujeto las esposas entre mis manos. Doy varias vueltas sobre mi eje y termino por sentarme sobre mi tocador, donde tengo mis cremas y cosméticos. Cruzo mi pierna encima de la otra, con la idea de parecer mucho más sensual.

Me perteneces. [Negan]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora