Me perteneces. [Negan]

002: Mirame.

Me levanto como si me hubieran electrocutado. Miro a todos lados y me encuentro completamente sola. Solo entonces dejo que mis lágrimas salgan por si solas. Cada noche las mismas pesadillas; recordar a mi familia y como me torturaron... Me llena de completa impotencia no poder hacer nada, ni siquiera vengarme de esos canallas.

Lloro hasta quedarme seca por dentro. El pecho me taladra del dolor, me abrazo a mi misma y vuelvo a apoyar la cabeza sobre la almohada. Cuando estoy por quedarme dormida, escucho que alguien toca la puerta. Esta vez no esperan a que conteste, solo entra. Una chica pelirroja de piernas kilométricas me mira de una manera que hace que mi piel se ponga de puntas. ¿Cómo alguien en pleno apocalipsis puede lucir tan reluciente y guapa? La mujer que tengo frente a mi parece salida de una revista de moda. Me examina con sus grandes ojos azules.

—Hola, ¿vas a levantarte ya o tengo que sacarte a la fuerza?

Agarro la sabana y cubro mi desnudez. A veces me quedaba a dormir con Negan y esta es una de esas veces. Sigo en su habitación. Localizo mi ropa interior y mi vestido, desparramados por el suelo. Supongo que Negan ha decidido dejarme dormir e ir a atormentar a otras personas.

—Me voy a cambiar—susurro a penas audible.

La chica menea su largo cabello y se adentra mucho más en la habitación. Me está poniendo muy nerviosa.

—Vamos, nena, cambiate de una vez. Negan, me pidió que pase el día contigo e intente que te relaciones con el resto de mujeres.

Idiota. Idiota. Idiota. ¿Pero quién se creerá Negan? Me dan ganas de abofetearlo por pedirle a una desconocida tal cosas. Con su mirada acusadora ante mi desnudez, me pongo de pie con la sabana cubriendo todo mi cuerpo. Tan rápido como puedo me pongo el vestido, agarro mi ropa interior y los tacones. No tiendo la cama, hay gente que se encarga de eso.

—Iré a comer algo...

—Ya ha pasado la hora del desayuno, te toca aguantarte. Ahora vete a dar una ducha y arreglate esa cara de espanto. Te esperaré en el salón con el resto de chicas.

Me quedo muda ante sus palabras. ¿Por qué no puedo responder? Estoy completamente bloqueada. Odio que la gente me trate mal y mucho más no poder defenderme.

Asiento sin rechistar y aún descalza, salgo de la habitación.

No tardo mucho en asearme. Nuevamente en mi pequeña habitación, me dirijo hacia los cajones y saco un vestido negro. Aquí todas vamos de negro, en ocasiones me permiten llevar otros colores. Parece un maldito funeral, todas de negro. Esta vez soy más cuidadosa con el maquillaje, me apetece impresionar a las otras. ¿Por algo soy la muñeca favorita del juego de Negan? A lo mejor no les caigo bien por eso, por tener más ventajas. Sinceramente no me importa. En sí, no tengo motivos para seguir viviendo. Vivo por vivir, eso es cruel y muy triste. Necesito una motivación para seguir en este mundo, pero no la encuentro. Me pongo los mismos tacones de siempre y salgo de la habitación sin ganas. Con lo bien que estaría leyendo aquella novela romántica.

Mientras camino siento como mi estomago gruñe. Me muero de hambre. Aunque me levante un poco tarde, siempre desayuno algo. Una de las mujeres más mayores del santuario suele guardarme algo de comida. Se llama Adela y es un amor de persona, es con la única que comparto un par de palabras. Me suelo llevar mejor con las personas mayores.

Mis tacones paran frente a unas dos potentes puertas de manera, dentro todas me esperan. Suelto un suspiro y mi mano agarra el pomo de la puerta. Una vez dentro, un par de ojos me observan. Mi rostro está tan serio que me llega a molestar no poder esbozar una pequeña sonrisa de amabilidad. Todas ellas me aterran, no soy de su agrado. La misma pelirroja me enseña su dentadura blanca y cierra la puerta con seguro. Mi corazón palpita a gran velocidad.