001: Volar.

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Mis pies se mueven por el frío suelo hasta llegar a la ventana. Llueve a cantaros y el sonido que emite, me relaja por completo. Me giro un poco para poder colocarme el vestido de seda que tanto le gusta a Negan. La noche cae sobre el santuario y me tocaba pasarla en la habitación de ese hombre. Pensar en ello me provocaban grandes nauseas y unas incontrolables ganas de llorar. Llevo varios meses prisionera entre cuatro paredes, no hablo con nadie y la mayoría me asusta. Nada me da más miedo que el mismo Negan, poseía una mirada fría como si se tratara de un demonio. Todos le temen, yo también. Nadie le lleva la contraria, el que lo hace paga fuertemente. Según había escuchado por parte de las otras mujeres con las que se acostaba Negan, yo era su muñeca preferida. Soy la última en llegar, parece que no han conseguido ninguna otra nueva para llegar a su altura. Él me asusta pero tiene algo que también me atrae. No sé lo que es, me parece demasiado guapo y odio admitirlo.

Antes de que ellos me encontraran era completamente diferente, me cambiaron, me hicieron ser dócil y callada. Era un alma libre con ganas de volar lejos, ahora me tenían retenida en una jaula, atada de pies y manos. Soy infeliz. Hago todo lo que me ordena Negan, me da miedo desafiarlo y acabar muerta. A veces pienso que sería bueno que me matara, pero ver lo que le hizo una vez a un inocente muchacho, me echó para atrás.

Él no es tan malo con sus mujeres. Cuando llegué me dejó mi espacio para que me acostumbrara a su presencia, una vez preparada, me entregue a él. Se sintió extraño pero no dejaba de sentir vergüenza conmigo misma. Después de tanto tiempo ya me había acostumbrado. A veces me la paso bien con él, hasta me hace reír y olvidar el hecho que estoy ahí por obligación y no por gusto. Tampoco me desagrada entregarme en cuerpo y sin alma, a él, no lo hace nada mal.

Tengo mis momentos de rabieta y lloriqueo, él solo me observa con la mirada vacía y espera a que termine para hacerme nuevamente suya. Nunca sentí como si se propasara conmigo, nunca lloré mientras lo hacíamos. Se había vuelto una costumbre después de todo, lo disfrutaba. Además tenía un techo seguro, comida, agua y un hombre malvado con el que compartía cama.

Una noche me comentó que yo era como una bomba; en el momento menos esperado, explotaría y arrasaría con todo a mi paso. Y él dijo que sería el responsable de activarla.
Mis manos se mueven inquietamente por mis muslos, levanto la mirada y me encuentro con mi reflejo frente al espejo. Mis ojos marrones paran sobre mis labios, hago una mueca y suspiro. A Negan le gustan mis labios, sobre todo pintados de un rojo intenso, resalta sobre mi piel morena.

Tocan la puerta de mi habitación y por ahí entra uno de sus hombres, llamados, salvadores. No merecen llamarse así, yo los llamaría, asesinos. Me informa que Negan me está esperando para cenar. Me apresura enseguida por lo que casi corro por los pasillos. Uno de los retos más grandes han sido correr sobre unos tacones de grandes centímetros, me he vuelto experta en ello. También tengo secretos y habilidades guardadas bajo la manga, los usaré cuando sea el momento adecuado. No tardamos en llegar a nuestro destino. El mismo hombre toca la puerta varias veces, nos ordena pasar. Mis pies se mueven por si solos, él sonríe mientras recorre mi cuerpo con su mirada.

—Maldita sea, Leila, la seda te queda jodidamente bien.

Buenas noches a ti también, idiota. El hombre se retira enseguida y nos deja a solas.

—Gracias...—susurro sin poder mantener contacto visual con él por mucho tiempo.

Se acerca lentamente a mi, una de sus manos se para sobre mi barbilla, levantándola para mirarlo directamente a los ojos.

—Te he dicho que siempre me mires. Deja de ser tan tímida, llevamos mucho tiempo juntos.

Y me besa. Me besa de una manera que me deja sin aire pero también con ganas de más. Coge mi mano y yo me dejo guiar.

—Vamos a cenar y tú serás mi postre, ¿de acuerdo?

Trago saliva. Asiento sin rechistar. Retira la silla para que me siente, se lo agradezco y me limito a observa el plato de comida que tengo frente a mi. Me observa tanto que hace que la piel me queme. Conozco su mirada y sé que está impaciente por poseerme sobre su cama. Es de las primeras veces en las que me apetece que lo haga, pero me contengo y comienzo a comer sin emitir palabra alguna. Él a veces dice que soy una aburrida por no entablar algún tema de conversación. No decía nada al respecto, dejaba que hablara lo que él quisiera. Total, después de que se corriera yo podría descansar tranquilamente en mi habitación. Alejado de él y sus comentarios hirientes. Dejaba que me tratara como él quisiera, era una completa sumisa y nunca decía que no. No podía negarle absolutamente nada. Nadie puede hacerlo, es una de las reglas principales si quieres seguir viviendo.

—¿Qué has hecho en todo el día?—pregunta a los pocos minutos.

Me encojo de hombros y con el tenedor, pincho sobre una rodaja de tomate.

—Estuve leyendo—susurro para después llevarme el trozo de tomate a la boca.

Lo mastico lentamente y al levantar la mirada, sé que está molesto. Ya conozco sus tipos de miradas, sé cuando algo va mal. No le gusta que sea tan cortante pero no puedo evitarlo. Es hora de que se acostumbre a mi comportamiento, tanto como yo lo he hecho con él.

—¿Nada más? No me digas que llevas leyendo todo el puto día.

Ese hombre me pone nerviosa.

—Me tienes encerrada, ¿qué quieres que haga?

No sé de dónde he sacado el valor para decirle todo eso. Mi corazón comienza a bombear con más fuerza y soy incapaz de mirarlo.

—No es mi culpa que decidas estar todo el día metida en tu habitación. Podrías socializar con las otras mujeres.

—No les caigo bien.

Mi tono de voz no decae, es alto y firme.

—Mírame—ordena de inmediato, le hago caso—. ¿Por qué no le caes bien? A veces eres muy aburrida pero también sueles ser divertida. A mi me caes bien.

Sin poder evitarlo mis labios se ladean hacia un lado. Solo es una pequeña sonrisa, pero sonrío después de todo. Él nota mi cambio de humor y se aferra a ello para sacarme más palabras.

—No lo sé—me encojo de hombros—ellas han hecho un club llamado anti Leila.

Por la forma en la que lo digo, provoca una carcajada por su parte.

—¿Por qué será?—pregunta con cierto sarcasmo.

—Oye no es mi culpa que ellas no me acepten. He intentado de todas las maneras posibles para caerles bien, pero no lo logro. ¡Hasta me ofrecí en darles clases de lucha!

Él esboza una sonrisa que hace que algo dentro de mí, se mueva.

—¿Sabes pelear?

—Te patearía el trasero—bromeo y suelto una carcajada.

—Oh, no dudo de ello. Y dime... ¿qué hacías antes de que todo se fuera a la mierda?

Su pregunta me toma por sorpresa. Jamás habíamos cavado en el pasado.

—Era secretaria, detestaba mi trabajo.

—Ya veo.

Hablamos un poco sobre mi pasado, no fue mucho pero sí lo suficiente para terminar la cena y descansar. Negan me tiende la mano para levantarme, me conduce hasta la cama. Sus manos se pasean lentamente sobre mi espalda y con una delicadeza que no sabia que poseía, me acuesta sobre la cama. Sus labios devoran los míos y yo me estremezco ante su tacto. Es más mayor que yo, y se nota lo experimentado que es en todo. Cuando tenemos sexo suelo olvidar todo, pongo la mente en blanco y disfruto.

Levanta sobre mi cabeza el vestido de seda, dejándome solo con un tanga de encaje y mis pechos quedan al aire. No tarda nada en atacar y yo me dejo gustosa. Tomo la iniciativa y mis manos se pasean sobre su abdomen, deja que le quite la camisa. Entre besos, tocamientos y gemidos, quedamos desnudos. Y por primera vez, él es delicado conmigo.

Continuará...

Los capítulos no serán demasiado largos, de momento. Recién la comienzo y ya estoy pensando en el final lol.

Nos leemos pronto.

Me perteneces. [Negan]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora