1. Reencuentro

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Tres años después.

 Dariana recordaba en algunos momentos aún con gran dolor a Eduardo, ese hombre que la hacía sentir tan distintas emociones, ese hombre que la estaba tratando de ayudar a sobre llevar la gran pena, ante la tragedia que vivió. Lo rememoraba con un tinte de nostalgia, sintiendo un gran nudo en la garganta. Inhaló profundo, se preparó para salir y arriesgarse a lo que viniera, resignada que todo se había acabado entre ellos.

Luego de que él se alejó de su vida; ella no tuvo otra opción más que mudarse a otra ciudad y matricularse en un nuevo colegio. En ese momento, al recordar su pasado, sintió que debía darse una oportunidad para comenzar de nuevo.

Sin poder evitarlo una gran tristeza se apoderó de ella, ante su recuerdo; inhaló profundo tratando de sobreponerse. Entonces, se preparó mentalmente, decidida a arriesgarse a vivir lo que viniera. Se dirigió despacio hacia la puerta de su apartamento para abrirla y salir para encontrarse con la persona, que la esperaba afuera en la calle. Convencida en darle una nueva oportunidad a ese compañero, quien llevaba el último año insistiendo en salir con ella. Cuando la joven, por fin aceptó, él no dejaría perder esta buena ocasión para intentar algo distinto:

La tomó de la mano, mientras caminaban por las calles del centro de la ciudad, de pronto la detuvo en seco, se posó frente a ella, acercando sus labios a los de la chica y la besó, fue un beso lento, un beso quizás cálido, pero solo eso para la joven. Dariana lo correspondió, a pesar de no sentir nada, al finalizarlo, ella no dijo nada, solo lo miró a los ojos fingiendo sonreírle, después de esto continuaron el camino charlando y riendo.

Momento después, David se detuvo para entrar a una tienda a comprar unos botellines de agua mientras ella, se quedó mensajeando en su móvil, con unos amigos que los esperaban en el cine, justo en ese momento sintió que algo le fue pegado a su espalda presionando duro, mientras el sujeto que estaba detrás de ella, le comenzó a susurrar:

—No intentes nada perra, si te mueves, gritas, volteas, o haces algún movimiento estúpido, date por muerta, ¿entiendes?, ¡¿entiendes?! —el hombre mencionó en voz baja.

Caminó con ella, disimuladamente hasta llegar a su auto, en donde abrió la puerta obligándola a subir por el lado del conductor, hasta que llegó al asiento del copiloto. Dariana intentó inmediatamente abrir la puerta para escapar.

—No te canses, la puerta no se abre, por ese lado—sonrió complacido.

Después de eso encendió rápidamente el auto, conduciendo a toda marcha para dirigirse hasta los suburbios de la ciudad y bajarla en un callejón.

—¡Camina! —le ordenó.

—Espero que tengas tus plegarias listas, porque estás de suerte, hoy será tu gran día, te reunirás con tu apreciada familia, niña ¡Híncate! —el sujeto gritó.

—No lo voy a hacer—Dariana respondió, sin dejarse intimidar.

Bastó con decir esto, para girarla y tenerla de frente para soltarle un golpe con la cacha de la pistola, un quejido ahogado salió de sus labios, para después sentir la sangre escurriendo por la comisura de sus labios, posteriormente a esto fue fácil, para el sujeto hincarla y apuntar con el cañón de su arma.

Ella lo miró a los ojos, se repitió una y otra vez que, si este iba a ser su último suspiro, no permitiría que notara todo el miedo que la invadió, varios flashes de momentos distintos pasaron por su mente... Finalmente inhaló profundo y cerró sus ojos, queriendo que las últimas imágenes que tuviera fueran las de su linaje.

De pronto una fuerte detonación, la hizo estremecerse, provocando que una gran sacudida la recorriera por todo su cuerpo; haciendo que la joven recordará, aquel día en el que lo perdió todo, sin poder evitarlo las lágrimas comenzaron a salir, mientras permanecía con los ojos cerrados.

LA PROTEGIDA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora