Dariana llevaba un mes viviendo en Italia, regresó al hotel que doña Sofía generosamente le ayudó a pagar, a ninguno de ellos 'Eduardo, Sarah y Alessandro', les pareció que se quedará allá, pero ella no consideró apropiado quedarse con ellos.
No siempre los veía, algunas veces se quedaba en el hotel, otras, salía a caminar, ellos le llamaban o le mandaban algún mensaje solo para saber cómo se encontraba, o preguntarle si necesitaba algo. Lo que ella no sabía es que se encontraba vigilada por un par de amigos de los chicos, eran quienes andaban discretamente 'convertidos en su sombra'.
Estaba sentada observando las fotos, en verdad podía darse cuenta de lo enamorados que se veían. Le dolía tanto, no poder recordarlo. Tomó su móvil, dudó mucho, pero se armó de valor, le marcó, en cuanto su teléfono comenzó a marcar la llamada se sintió muy nerviosa.
—Hola—Eduardo respondió de inmediato.
—Hola buenos días. Ambos hicieron una pausa— ¿necesitas algo? —Eduardo le preguntó, al percibir ese silencio que lo incomodó.
—Yo... me preguntaba si deseabas venir a desayunar conmigo. Bueno si no estás ocupado, yo lo podría entender, te estoy avisando en el momento.
—Claro que puedo—. Escuchó su tono de voz entusiasmado—, en veinte minutos estoy en el hotel, ¿en dónde te veo?
—En mi habitación, sino te importa—su voz sonó con timidez.
— De ninguna manera, allá te busco.
— ¿Te apetece algo en especial?... «Por qué me pones tan nerviosa?», se preguntó. Mientras seguía hablando con él.
—Lo que sea está bien, ya voy saliendo—respondió.
Dary pidió el desayuno a la habitación. Corrió al espejo del tocador, comenzó a arreglarse el cabello, dejándolo suelto y liso, escogió un vestido en color claro con unos finos tirantes de espagueti, se colocó unos zapatos de suela corrida de plataforma.
Tocaron a la puerta y corrió a abrirla entusiasmada.
—Hola—Eduardo la saludó, su mirada denotó un gran brillo al verla abrirla, externó una sonrisa que llegó hasta su mirada.
—Hola—respondió haciendo contacto visual con él, ambos sonrieron como si fueran un par de colegiales.
—Pasa—le invitó Dariana.
Al adentrarse a la habitación ella aspiró su aroma profundamente, cerró sus ojos intentando guardarlo en su memoria.
—Que rico hueles—sus palabras salieron sin pensarlo, de manera espontáneamente, ella lo vio sonrojarse
—Gracias—sonrió halagado al mismo tiempo presionó su labio internamente.
—Estabas viendo las fotos—Eduardo señaló la cámara que estaba sobre la cama. Ella bajó la mirada y él la observó atento ante sus reacciones. Deseaba tanto identificarse con ella como en el pasado.
—Es solo que me duele no recordarlos—'la melancolía la invadió'.
Él se acercó tomándola por los hombros entonces, ella contuvo el aire, su frecuencia cardiaca se disparó. Volvieron a hacer contacto visual, él desvió su mirada hacia sus labios. Eduardo estaba dudando si besarla o no, no sabía si era muy pronto, pero al verla cerrar los ojos, comprendió que le estaba autorizando hacerlo, se fue acercando despacio, colocó sus manos sobre su rostro para atraerla más a él. La sintió estremecerse, entonces, los unió a los de ella. Disfrutó tanto sentirlos, le causó un remolino de emociones.
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LA PROTEGIDA.
RomanceDariana es una chica de veintidós años que, para poder sobrevivir, tiene que dejar su vida atrás. Huir de un pasado cruel que la ha hecho desconfiar de todo el mundo. Con el alma partida, Dariana tratará de comenzar una nueva vida. Eduardo es un com...