Introducción.

189 19 15
                                    

Tres años antes.

Dariana Larios dormía inquieta, como tantas noches atrás, su rostro se encontraba empapado, por una fina capa acuosa. Su corazón palpitaba frenético. Al repetir aquella pesadilla que aparecía de forma constante. Sin poder evitarlo, las lágrimas comenzaron a escurrir sobre sus mejillas, ante las crudas escenas que estaba reviviendo en aquella terrible ensoñación.

Mientras se encontraba oculta en el ático, varios impactos lograron hacerle saber que la fatalidad, estaba por llegar a su familia. Dariana comenzó a percibir que le faltaba oxígeno. Trató de controlar el miedo que sentía, creyó que la iban a escuchar por la manera que intentaba jalar aire desesperada, «Van a oír mi llanto, ¡estoy perdida!», pensó para sí misma.

—Te dije que te encontraría...

La joven observó cómo iban abriendo la puerta, sintió la forma en la que la tomaron por el cabello.

En ese momento un estrepitoso estruendo se escuchó, haciéndola despertar.

— ¡No! —exclamó gritando con fuerza, mientras se sentaba sobre su cama, percibiendo como su pecho subía y bajaba de manera agitada, entonces giró su rostro hacia el otro extremo de su cama, observándola vacía. Sin poder evitarlo, las lágrimas volvieron a aparecer sobre su entristecida mirada.

Tomó su bata colocándosela y se puso de pie, descendiendo hacia la cocina del loft, de doble altura, en donde vivía, hacía un tiempo cuando Eduardo, la persona que cuidaba de su familia y del cual se enamoró desde que era una adolescente. Decidió hacerse responsable de su protección, llevándola con él, sin embargo las cosas cambiaron y ahora él también la había dejado.

Se sirvió un poco de chocolate caliente, para irse a la sala y observar a través de la ventana hacia las luces del exterior, sintiendo mucho frío, miró en su móvil la temperatura, registraba 4° centígrados. Tomó una frazada y cubrió su cuerpo, buscó el reproductor para escuchar un poco de música, entonces «Love me like do you by Ellie Goulding», comenzó a sonar.

Grandes cantidades de lágrimas escurrieron, recordando el modo en la que la miraba. La dulce manera, en la que le hablaba y su única forma de tocarla, hacerla sentirse protegida y amada, pero todo había finalizado y ahora buscaba la forma de seguir.

Mientras la melodía se escuchaba ella comenzó a recordar la noche en la que se entregó por primera vez a él, después de vivir un año juntos, meses posteriores a cuando salió del mutismo en el que se encontraba y comenzó a luchar por reconstruirse.

Eduardo regresó de correr un rato por la tarde, observó que Dariana intentaba preparar algo en la cocina, sonrió con ternura al verla esforzarse, cuando no solía guisar ni un poco. Depositó un tierno beso sobre su frente, se dirigió a la ducha para regresar y ayudarla.

Antes de llegar a la cabina del baño giró observándola por la espalda; su corazón se agitó al verla bailar de manera tan sensual, mientras picaba un poco de vegetales, su mirada la recorrió de abajo hacia arriba con lentitud, deleitándose de las hermosas curvas que poseía.

—Eres preciosa —susurró bajito y se encaminó a ducharse.

Luego de unos minutos el joven se acercó estrechándola por su pequeña cintura, depositando un beso sobre la delicada línea de su cuello.

Dariana hizo hacia atrás su cabeza, recargándola en su pectoral de él.

—Intentas negociar con la cena —bromeó.

—No, jamás haría algo así —susurró en su oído—. Solo lo hacía con el postre —externó con la voz ensombrecida.

Dariana se estremeció al escucharlo, una gran descarga se apoderó de su interior, sintiendo un fuerte deseo por él. Giró para poder verlo a los ojos a profundidad.

LA PROTEGIDA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora