Capítulo 37

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Una semana después.

Salidas, risas, caricias y besos robados son las palabras correctas y perfectas para definir como había había sido esta semana. Me había acostumbrado a su presencia, su cercanía y su aroma.

El solo leve roce de sus dedos en mi mejilla despertaba miles de sensaciones indescriptibles en mí. Black había despertado nuevas emociones y reacciones en cuerpo que nadie jamás había hecho, con solo verlo mi pulso se acelereba, mi corazón se derretía y mis neuronas se iban de fiesta, nunca pensaba con claridad estando con él.

En el pasado tuve varias citas e incluso existieron chicos que llegaron a gustarme bastante, pero ninguno hizo que sintiera lo que siento con él, con ellos sentí mariposas revoloteando en mi estómago y con Black sentía como si unos dragones hubieran organizado una fiesta de rock pesado en mi estómago. Aunque sonaba exagerado; yo lo sentía así.

Mi mente divagaba por todos los momentos que habíamos vivido juntos, algunos sencillos, pero memorables para mí. Una duda me carcomía y hacía que mi burbuja de amor explotará, ¿Qué eramos nosotros?, No éramos novios, eso lo tenía muy en claro, tampoco amigos, pues los amigos no se besan ni se dicen cosas románticas

Los pasillos del colegio se encontraban vacíos, todos estaban en clases, a excepción de mí, quién había pedido permiso para ir al baño.

Mojé mi rostro, lo hacía cada vez que mi cabeza estaba un lío, me ayudaba un poco. Sequé la humedad con una toalla de papel, la lancé al basurero y comencé a caminar hacía mi salón.

Estaba apunto de entrar a mi salón cuando una escena en especial llamó mi atención. Dos adolescentes se encontraban besándose de manera desesperada, como si su vida dependiera de eso. Ella lo besaba de una manera pasiva-agresiva, mientras enterraba sus dedos en los cabellos de su acompañante, mientras el otro tenía una mano en su espalda impidiéndole que ella se apartará, y su otra mano realizaba una inspección a su cuerpo.

Mi asco incrementó al igual que mi sorpresa cuando pude ver de quien se trataba.-¡¿Michelle?!. -Pregunté con asombro.

Ella se apartó de manera brusca cuando me escuchó, sus ojos se abrieron de manera exagerada. Limpió su boca con el dorso de su mano y luego miro de manera ofendida y enojada a Carlos, quien por cierto se encontraba muy feliz, ella levantó su mano y le dió una fuerte bofetada, su cara se volcó debido a la brusquedad del golpe, incluso me dolió a mí. -¡¿Cómo pudiste aprovecharte de mí?!, ¡Eres un pervertido!.-Señaló a Carlos, y luego salió como una damisela que acababa de vivir algo traumático.

Siempre supe que esos dos tenían algo de química, aunque no lo aceptarán, mejor dicho, Michelle no lo aceptará, pero por lo visto la química ganó. Aunque eran muy diferentes... ¿A quién engaño?, Esos dos son iguales, son tal para cual, como mi madre decía, "Dios los hace y ellos se juntan" .

Aún confundida por lo que acaba de pasar, miré a Carlos quien se dedicaba a sobarse su mejilla. -¡Está loca!.- Grito molesto y luego sonrió. -¡Por eso me encanta!.-Exclamó, para luego irse sabrá Dios donde.

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El receso había comenzado y solo había logrado encontrar a Jess y Nadine, las tres tratamos de encontrar a Michelle pero era una misión imposible.

Cansadas por la búsqueda de mi loca amiga, decidimos salir al patio y sentarnos debajo de un árbol debido a que todas las mesas se encontraban ocupadas.

- Pensé que el hecho de que eres la capitana del equipo de básquet nos permitiría tener una buena mesa.- Comentó Jess captando mi atención.

La miré confundida. - Las cosas no funcionan así, si quieres ser una chica popular, tiene que importarte más como te ves y como te vistes. - Dije con la mirada en el césped.

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