Capítulo 15

1.7K 149 20
                                    

Los minutos pasaban lentamente, cada que detenían el reloj en el juego mi corazón se detenía porque eso extendía la agonía de estar ahí, a tan sólo un asiento de distancia. Estaba a punto de pedirle a Tom que nos fuéramos, pero la parte masoquista de mí no quería irse, lo más probable es que fuera la última vez que lo viera y quería guardar esos recuerdos, su sonrisa natural, tan encantadora, sus gritos por la emoción del partido, era un chico normal, que disfrutaba de la vida.
Cuando los Gigantes anotaban Julieta lo abrazaba emocionada, se sentía una conexión especial entre ellos y por un momento deseé ser ella, yo conocía al amante, pero ella conocía al hombre y era afortunada por eso, no estaba limitada a ninguna regla y disfrutaba de ambas facetas, la sonrisa en su rostro me lo demostraba y yo sabía perfectamente lo que Christopher te hacía sentir en la cama. Sentí que iba a romper en llanto y fui al baño otra vez. Me mojé de nuevo la cara, no podía llorar, no debía, había sido una aventura que no podía tener un final feliz, quise jugar con fuego y me quemé, ¿por qué me afectaba tanto que tuviera pareja?, yo tenía a Tom y a Chistopher parecía no importarle, estábamos bajo las mismas condiciones, "la vida es un equilibrio y no podemos ir en contra de eso", ¿acaso a esto se refería?, ¿él y yo estábamos buscando un equilibrio en nuestras vidas amorosas?
Suspiré apoyado en el lavabo, después salí del baño y me acerqué a la mesa a servirme otro jugo.

– ¿Disfrutando del partido?– susurró en mi oído erizando mi piel, pero, ¿qué pretendía?
– No tanto como tú– respondí sin mirarlo tratando de calmar los latidos de mi corazón.
– ¿No te emociona tanto porque tu novio no está en el terreno de juego?– volteé a verlo más que sorprendido –él me contó que jugaba cuando iba en la escuela.
– ¿De dónde lo conoces? supongo que dadas las circunstancias te puedo preguntar lo que quiera – dije dándome la vuelta para enfrentarlo, pero dejé una mano en la mesa y la otra me la puse en la cintura.
– Hace un par de semanas cerramos un negocio– dijo sonriendo, quizá por mi comentario anterior– por cierto, es muy talentoso con los números... y ya veo que para otra cosa también– agregó poniendo su mano en la mesa y rozando la mía, pero yo la retiré nervioso.
– ¿Por qué me llamaste en la tarde?, no me digas que no sabías que vendrías aquí.
– No pensaba hacerlo– puso su pie pegado al mío –pero, en vista de que no estabas disponible, no tuve otra opción, jamás me imaginé que tu compromiso fuera este.
– La vida es un equilibrio– dije irónicamente –no me la paso teniendo sexo todo el día –agregué un tanto serio.
– Yo tampoco– dijo muy sonriente –aunque... con cierto "desconocido" de ojos color cafés con el que estuve toda la noche del viernes- se acercó a mi oído –sí podría– agregó en tono sensual disparando todos mis sentidos.
– Basta de juegos... eso no puede continuar, tus reglas están rotas– aseguré haciéndome para atrás.
– En ese caso... disfruta de este otro juego– soltó una risita –es decir, del partido – me guiñó un ojo y luego caminó hacia su lugar.

Yo me quedé ahí parado, sosteniéndome del filo de la mesa, tratando de regular mi respiración, ¿qué se traía entre manos?, cómo podía ser tan cínico de coquetearme de esa manera cuando su novia estaba ahí y además Tom, ¿acaso no le importaba que se dieran cuenta?, ¿ahora ese era su juego? Moví la cabeza y me fui a mi lugar.
El partido terminó, ganaron los Gigantes y Julieta propuso ir a cenar, para celebrar, pero yo les dije que me dolía la cabeza y que mañana tenía que estar muy temprano en la oficina para armar una nueva campaña.

– Ni modo, tú te lo pierdes– dijo Julieta sonriendo –en verdad me dio mucho gusto conocerte– agregó mientras yo pensaba si le daría el mismo gusto saber que me había revolcado con su novio en más de una ocasión.
– El trabajo es primero, ya habrá oportunidad de convivir en otra ocasión– intervino Tom haciendo que yo entrara en pánico, no, yo no podía volver a convivir con ellos.
– Viejo, es bueno trabajar, pero no olvidándose de la diversión– dijo mirándome.
– Tú porque eres millonario, pero uno que es un simple mortal, tiene que echarle todas las ganas al trabajo para conseguir lo que uno quiere– rebatió Tom.
– El dinero no lo es todo Tommy, hay que darse tiempo para los placeres que la vida nos da o, ¿tú qué opinas... Joel?
– Que la vida es un equilibrio– repetí desviando mi mirada.
– ¿Lo ves Tom?, no todo puede ser trabajo.
– Tienes razón Chris, tienes razón, otro día vamos a cenar.
– Un viernes por ejemplo, para así no tener que levantarse temprano al otro día– propuso Julieta que sostenía a Christopher de un brazo.
– Claro– dijo Tom titubeante.

Nos despedimos, Julieta volvió a abrazarme mientras Tom y Christopher hacían lo mismo, definitivamente algo le debía a la vida y ahora me lo estaba cobrando muy caro.
Me despedí de mano de Christopher que me regaló otra de sus sonrisas y abracé a Tom mientras caminábamos al coche.  Agradecía que al fin pudiéramos estar solos porque así podría buscar las respuestas que Christopher evidentemente no me daría.

– ¿Son geniales, verdad?– exclamó Tom al subir al coche, que bueno que él había sacado el tema, así no me vería tan obvio en mis preguntas.
– Sí, ¿cómo fue que los conociste?
– Hace un par de semanas, Christopher fue a la casa de bolsa y ya sabes cómo es mi jefe , de inmediato me lo mando, estuvimos hablando de negocios y el día que firmamos el contrato fuimos a cenar y llevó a Julieta.
– ¿Es su novia?
– Pues a mí me la presentó como su amiga, creo que se conocen hace muchos años, pero quizá son amigos con derechos.
– Quizás – dije mientras miraba hacia la noche.

En el trayecto a mi departamento me quede dormido, Tom me despertó suavemente cuando llegamos, adormilado le di un beso y bajé de su coche. Al entrar a mi habitación pudo más mi curiosidad que mi cansancio, así que encendí el ordenador y mientras tanto me puse el pijama.
Una vez conectado a internet me metí en Google, quizá encontraría alguna información de él. Con los dedos un poco temblorosos tecleé su nombre y aparecieron varias páginas, entré a una donde estaba una especie de biografía

Christopher Bryant Vélez Muñoz. Nació el 23 de Noviembre de 1995 en la ciudad de Loja , Ecuador.  Segundo hijo de Yenny Muñoz y Leonardo Vélez, uno de los más grandes empresarios del país. Su hermano mayor, Jonathan Vélez jugador de fútbol profesional. Estudió en las escuelas más prestigiosas del país y siempre obtuvo las mejores calificaciones.
Cuenta con una maestría en Economía. Actualmente es dueño de una pequeña cadena de hoteles, uno de ellos conocido como "Hotel Rosé Imperial" y también cuenta con una casa de descanso en Las Vegas.
Desde muy chico se mostró su interés por las chicas, hasta que confirmó que era bisexual, ganándose así la fama de conquistador, cosa que lo ha llevado a ser el soltero más cotizado del medio.
Es socio de la fundación que inició su padre hace siete años, la cual se dedica a apoyar a personas con enfermedades terminales.

Eché un vistazo en otras páginas y, en una había fotos de la boda de su hermano, me sorprendió ver que estaba casado con una de las más importantes modelos del país, Diana Ross, quien era la imagen exclusiva del nuevo perfume del que había estado eligiendo las fotos hace pocas semanas.
Y donde casi me caigo de la silla fue cuando mi mente proceso que su hermana es nada más y nada menos que la nueva diseñadora a la que le estábamos organizando el evento del lanzamiento de su línea de ropa y que sería el jueves de la semana siguiente precisamente en uno de los salones del Hotel Rose Imperial.

Parecía ser un chico ejemplar, a excepción de su fama de playboy, "algún defecto debería de tener, nadie es perfecto", me dije en voz alta. Me llevé las manos a la cabeza, pensando en que  él era el dueño del hotel donde me citaba, ahora comprendía muchas cosas, porque siempre íbamos a la misma habitación, porque sabía lo de las cámaras en los elevadores y lo del servicio a cuarto las 24 horas.

Tentación - Virgato 🔥 Primera Parte Donde viven las historias. Descúbrelo ahora