Capítulo 2.

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Volvería. Nada me detenia en hacerlo, ni tan siquiera el rostro furioso de mi padre y los quejidos quedos de mi mamá, quien por cierto, limpiaba la sangre que cubria gran parte de mi rostro, mientras papá se encontraba cruzado de brazos mirandome con un rostro de pocos amigos. No negaría que me dolia la nariz como a un demonio, y que toda la sangre que había perdido me había metido en miedo, pero por favor, había sentido la furia de esa chica, causando que la adrenalina se despertara en mí como lo haría la electricidad a una batería.

Ese golpe fue lo único que necesite para darme cuenta que esto era lo que me gustaba, los golpes, la victoria, el deseo por dejar claro quién mandaba. Y entre más me lo prohibían, más rápido crecia mi deseo por hacerlo.

— ¿Quién te lo hizo? —la voz de papá lleno de tensión la habitación.

No podía decirle que fue una chica, porque primero; se reiría y no me creería. Y segundo; se suponía que yo estaba encerrado en mi habitación escuchando música, no en un local de apuestas clandestinas, viendo a chicas boxear.

— Intentaron asaltarme —digo, y la mano de mamá se unde más en mi nariz— Ahg, —me quejo.

— ¿A sí? —papá se acerca, alejando a mamá de mí— ¿Y dónde?

— Salí por una pizza —debo admitir que soy genial mintiendo— intentaron asaltarme y como me resistí me golpearon.

Él asiente varias veces, y pide a mamá salir juntos de mi habitación. Ya solo me levanto de la cama y corro hasta el espejo, ahí miro como lo rojo del golpe va disminuyendo, volviendo mi nariz a su forma habitual, aún así no borro mi plan de volver a ese local y pedirle a la chica que me compartiera de su experiencia.

Sonrío fascinado por los recuerdos de la noche anterior. Suspiro como bobo al tocar mi nariz. Pero aún así no me importa seguir pensando en aquella chica, la cual, se veía tan atractiva subre esa lona. Por otra parte, hoy era la fiesta de Noah, y desde la llamada de ayer no había vuelto a hablar con él, así que tomo mi laptop e inico una video llamada por Skype.

— Son las jodidas nueve de la mañana —gruñe, llevando su laptop hasta su cama.

— Buenas días, entonces —lo molesto, mientras tomo mi celular y guardo más dinero en mi abrigo.

— ¿Vas de salida, niño? —acerca su rostro a la pantalla y niega varias veces— qué con tu nariz, decidiste al fin volverte un reno de santa.

Ríe con locura por su burla.

— Sí y no —respondo a sus preguntas en tal orden—. Necesito un favor tuyo amigo.

Se aleja, vuelve a negar.

— Por favor —suplico, esperando una respuesta.

— Con una condición —bosteza mientras habla.

— Dale.

— Dónde carajos estabas metido ayer —frunce el ceño y se vuelve a acercar a la pantalla.

— En un local a unas cuadras de aquí. Ahora que ya lo sabes; cubréme de papá, si te llama dile que estoy contigo.

Dejo la laptop a un lado y vuelvo al espejo para mirar el golpe. Ya no hay inchazón, y el color morado sobre la nariz se ha ido, dejando únicamente un poco de rojo por algunas áreas. Regreso a laptop, y Noah no ha dejado de renegar.

DEMONS.✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora