Miro la boleta de notas finales, mi corazón se estruja contra mi pecho y me es difícil respirar. Tengo en mis manos las llaves de mi futuro, pero no abren las puertas a las que necesito entrar. Levanto la mirada encontrándome con un sonriente Noah, le devuelvo el gesto de una manera tosca, la verdad es que no quiero seguir, mi cuerpo pesa y siento que me he fallado, no sólo a mí, sino a mis padres, a mi amigo. He fallado en lo único que me pedían hacer, en lo único que debía mantenerme.
Ahora no sé cómo decirle a mis padres que mis notas son fatales y que he aprobado sin buenos méritos, no sé cómo decirles que desde hace mucho tiempo me siento mal, y que estudiar es lo que menos he hecho. Les he fallado, les he fallado cuando más tenían puesta su fe en mí.
Noah se acerca con el rostro radiante, es así hasta que a mitad del pasillo, y entre todos nuestros compañeros de generación; ve que yo no estoy feliz. No quiero pensar en que la mirada que me dá es de decepción y un «te lo dije», mucho menos quiero pensar en las palabras que hace más de una semana me dijo, aquellas que la misma Audrey escuchó.
— ¿Todo bien? —termina por acercarse y cuando su mano toca mi hombro se vuelve imposible retener las lágrimas.
Hay dos voces en mi cabeza: Una que me explica con dulzura que todo estará bien, que mis padres entenderán y me dirán que hay bastantes oportunidades con estas notas, pero hay otra, y la otra me grita y golpea mientras dice una y otra vez que todo esto está, que todo lo que haga estará mal. Y el problema radica en que la voz agresiva es quién gana, y duele, duele demasiado.
— ¿Qué tan mal, Bro? —los brazos de Noah me acercan más a su pecho cuando con un llanto lastimero le doy respuesta.
Esto estaba mal, estaba mal haber aspirado a más y no haber llegado pero ni a la mitad de aquello. Noah me aleja de su cuerpo y me sostiene los hombros mientras que con movimientos leves me pide que lo mire, y lo hago, lo hago al mismo instante en que más lágrimas se asoman. Él me sonríe, me sonríe de la manera en que deja claro que siempre estará ahí, tanto para las buenas, como para ahora las malas.
— Limpiate esas lágrimas, Bro. Que a las chicas no les gusta ver a los chicos como nosotros con el rostro lleno de mocos —pasa uno de sus brazos a mi hombro, y me acerca a él.— Debemos celebrar que llegamos a nuestro último día de clases, y que estamos a poco de la graduación.
Limpio mi rostro en mi uniforme y río cuando mi amigo desordena mi cabello.
— Todo va a estar bien Kyle, yo sé que tú puedes recuperarte de esta, recuerda que te vi levantarte después de unos buenos golpes —susurra solo para mí.
Miro a nuestros compañeros de clase reuniéndose con sus amigos, todos hablan sobre las notas finales, sobre la graduación y la universidad, se abrazan y algunos lloran mientras cuentan anécdotas sin sentidos de ellos aquí. Yo por mi parte miro a Noah, y en él veo reflejado los últimos años: los últimos meses y los últimos tranquilos pero asfixiantes días; cuando cada tres minutos dejaba los libros de estudio para asegurarme que Audrey estaba bien, que desde el día en que Nath se presentó a la casa y ella escuchó todo lo que Noah dijo ella no cambiará de parecer respecto a lo «nuestro», porque se suponía habían algo ¿no? Había hecho hasta lo imposible para que ella no pensara en aquello y al parecer eso había consumido mi tiempo.
— Gracias, Bro —le devuelvo la sonrisa.
— ¿Comida chatarra y un buen vídeo juego?
Asiento con la cabeza y es cuestión de tiempo para salir corriendo por los pasillos en dirección a su auto.
Llevaba toda una vida conociendo a Noah, juntos acompañábamos a nuestros padres a sus peleas, a su apuestas. Cuando crecimos, solo yo quedé con esa rara sensación en el pecho que me hacía querer subir al ring y demostrar mi fuerza. Pero su padre y mi padre lo impedían, entendí el porqué años después; Teníamos 15 años y mamá lloraba mientras nos contaba.
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DEMONS.✅
Ficção Adolescente《 Todos tenemos demonios. La mayoría de nosotros hace lo posible para esconderlos, para no mostralos a la sociedad y ser marcados como monstruos, pero quienes restan muestran orgullosos las cicatricez que les ha dejado la batalla con ellos. Pero cua...