Capítulo 17.

775 72 4
                                    

Abro mi laptop, la luz dá con mi rostro e intento rápidamente adaptarme. Ingreso la contraseña, y cuando carga me voy directo al internet, tecleo playbox inmediatamente, y tarareo una canción vieja mientras espero a que carguen los resultados. Hace media hora que llegue de la cafetería, Dina a llegado sola, y no ha parado de hablar sobre sus clases de baile. Eso no me incómodo, para nada, era genial ver como una persona se animaba al hablar de sus intereses, de sus logros o metas, también era genial ver como Noah se iluminaba con cada palabra que decía su novia, tampoco fue eso lo que me incómodo, sino, el vacío en mi pecho y las ganas inmensas de correr a casa y encerrarme en la habitación. Por eso, cuando me despedí de Noah y Dina en las afueras del cine, corrí a casa sin importar lo demás. No sabía que me sucedía, solo quería huir de ahí.

El internet carga y una página directa se presenta en mi pantalla. Suspiro aliviado, el anuncio vuelve a presentarse frente a mí, y esta vez más información es planteada. Se trataba sobre un campeonato juvenil, bastante dinero estaba en juego, el local no era ilegal, tan solo se estaban iniciando como negocio, solo boxeo, nada de bar ni otras cosas. Sonrío dispuesto a ingresar mis datos, pero dos llamados a la puerta me hace cerrar la laptop de golpe.

Papá azoma la cabeza.

— ¿Sucede algo? —pregunto un poco alterado.

— ¿Qué hacías? —señala la laptop y el leve temblor en mi mano. Lo miro petrificado.

— No, yo... —hago un puño para evitar el temblor— Nada de eso papá, solo... una tarea de literatura.

Él asiente, no lo he convencido, aún así opto por la opción de que crea lo que sea.

— Ahh —dice—. Te quería avisar que tienes visita.

Enarco una ceja, ¿visita? Habrá Noah olvidado algo aquí, no, él podía entrar sin ser anunciado, o tal vez Dina, no, ella hubiera ingresado con Noah. Miro a papá y me levanto de la cama.

— ¿Visita? —le pregunto al llegar hasta la puerta.

— Te espera en la sala —dice.

Recorremos juntos el pequeño pasillo que dá con el resto de la sala. Me detengo asombrado al verla; con su cabello atado a un moño alto, su piel casi pálida y sus labios rosas. Muerde su labio inferior al verme, y yo emboso una enorme sonrisa a su dirección. Debía admitir que su visita no me la esperaba, imaginaba que después de mi reposo en casa debía ser yo quien la buscara, pero a pesar de aquello me sentía alegre, porque ella estaba aquí.

— Les dejaré solos —habla papá— Estaré en mi habitación, con Ale.

Asiento. Papá desaparece, me acerco a Audrey con paso apresurado, y cuando estoy frente a ella la saludo con un beso en su mejilla, aquello la hace enrrojecer. Antes de preguntarle qué hace aquí o cómo se encuentra; la miro detenidamente, caigo en cuenta de la cantidad de pecas que le resaltan sobre en sonrojo, miro lo claro de sus ojos, la pontencia con la que me mira, y por último sus labios. Entonces es ahí donde imaginarla besandome no me es tormentoso, porque ahora la tengo de frente, y su rostro no se vuelve sangriento ni tortuoso, sino, hermoso y juvenil.

— ¿Cómo te encuentras? —finge parecerle indiferente, como si hubiera venido por mero peso de conciencia. Pero la ilusión en su mirada me hace creer lo contrario, quiere, al igual que papá, mamá y Noah, que le diga que estoy bien.

— Un poco de dolor —le respondo— y incomodidad al llevar el soporte, pero dos semanas y listo.

Le sonrío, eso parece tranquilizarla.

— ¿Y las clases? —muerde su labio inferior, y al otro lado del pasillo se escucha un crujir en la puerta; es papá, lo sé. Debe estar esperando a que algo sobre quién me golpeó salga a luz en nuestra conversación. Aquello me hace sentir vigilado.

DEMONS.✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora