Un golpe va directo a mi nariz, lo siguiente a ello es la sangre corriendo por mi rostro y una risa tan hermosa que me hace olvidar que es ella quién me ha golpeado.
— ¿Todo bien Kyle? —la voz de papá suena más a burla que a preocupación.
Levanto mi dedo pulgar como respuesta, este no es buen momento para hablar, ya que debo protegerme del siguiente golpe que me envia la chica, y del otro, el que le sigue, la patada, y todo su cuerpo que se avienta sobre mí y me hace caer de espaldas sobre la lona, lo que me obliga a soltar un quejido de dolor. Audrey posiciona sus piernas a mis costados, y en un movimiento sensual —al menos para mí— se sienta sobre mi pelvis y levanta su puño sobre mi rostro.
«Okay, eso no es sensual» me digo en el instante en que golpea mi rostro una y otra vez, como si fuese un costal de papas, y como si este no fuera en realidad un entrenamiento en el ring de mi papá. ¡Por Dios! ¿En qué momento se convirtió esto en una masacre para mí?
— Alto, alto —vocifero entre quejidos mientras golpeo mi palma contra la pierna de Audrey— ¡Detente por favor!
— ¿Todo bien Kyle? —de nuevo la pregunta cargada de burla. Esta vez papá sube a la lona y me ayuda a levantarme— Dijiste que podrías con la chica.
— Audrey —le recuerda ella.
Papá asiente y se disculpa con una sonrisa. La cabeza me duele, pero a pesar de aquello y de los golpes no puedo dejar de ver a la causante de todo aquello. Y es que desde el momento en que la invite a entrar en el bar de papá no he dejado de pensar en lo genial que sería verla, volver a hablarle, poder invitarla a salir, entrenar nuevamente con ella. Sabía que era absurdo idealizarme algunas cosas, pero con lo bien que ibámos era imposible no hacerlo.
— Todo por hoy —vuelvo a la conversación que Audrey mantiene con mi papá.
— ¿Todo por hoy? —perguiso a la chica mientras baja las escaleras del ring.
— Sí —se detiene en medio del pasillo— ¿Algún problema?
La miro, miro sus ojos, sus mejillas, sus labios. La miro y muero por acercarme un poco más a ella y tener la valentia de besarla sin pensar en qué sucederá después.
— No, digo, sí —reacciono— es decir, tenía pensado que podíamos salir a almorzar.
Le sonrío.
— ¿Por qué? —¿habría algún momento en que Audrey me la haría fácil?
Muerdo mi labio inferior en busca de una escusa creíble. Engañar a Audrey sería difícil, al igual que hacerla ceder. ¿Y si le decía que en realidad sería una cita? Era obvio que se negaría, y dejaría de hablarme al instante, perdería todo el camino ganado en segundos. Aunque mentirle me llevaría al mismo final.
— Porque ya casi es hora de almorzar y sería genial hacerlo juntos —contesto esperando un gesto positivo de su parte.
— Está bien.
Puedo jurar que una infinitud de sentimientos bailan euforicos en mi interior.
— ¿Dentro de cinco en la salida? —reprimo una sonrisa de victoria.
— Bien. —se encoge de hombros y la dejo seguir por el pasillo.
Suspiro aliviado cuando la veo entrar al vestidor, y deseo con todas mis ansias perseguirla y besarla, pero sabía que aquello sería imposible, tan imposible como el hecho de lograr un progreso en estos días. Vuelvo a suspirar y regreso al ring, papá me mira desde la liga de la lona, su sonrisa se agranda y me guiña un ojo. Sé lo que piensa, y está en lo correcto; querer hacer de Audrey mi novia sería un desafio tan grande. Pero el problema no era ese, sino, aceptar las consecuencias en caso de no lograr nada.
— ¿No vemos en casa? —ya han pasado los cinco minutos; papá estrecha mi hombro y besa mi mejilla.
Asiento repetidas veces.
— Tranquilo hijo —su tono vuelve a ser de burla—. Sé que no será un buen consejo, pero en la primera salida con tu mamá la llamé hija de papi y en la segunda me emborraché con ella en una pista de baile. Así que tan solo evita hacer lo mismo que yo, ¿sí?
Lo miro, y no logro entender como mamá y papá se aman con tanta intensidad.
— Bien —contesto.
Él sonríe, y espero nervioso mientras veo a papá alejarse del local. Debo admitir que mis manos sudan, y que uma sensación parecida al cosquilleo en mi estómago me deja claro que algo saldrá mal, muy mal. Y no sé si es el simple hecho de mi no ta bien planeado «picnic» en el parque o la forma tan espledorosa y sexi en que he visto a Audrey hoy.
— ¿Listo? —sale del bar mientras ata su cabello en una coleta alta. Sus risos largos caen en su espalda cuando termina, y luego son atrapados por la chaqueta que pasa por sus hombros. Me pierdo en el momento en que se detiene frente a su auto y quita uno de los mechones que pasan por su frente. Es hermosa, y no sé por qué es que ahora siento todo eso a lo que Noah llama “fase de enamoramiento”.— Hey, ¿estás listo?
Asiento repetidas veces y camino con pasos torpes hacía su auto. «No lo arruines, Kyle» me digo cuando paso el cinturón de seguridad por mi pecho y lo encajo en el seguro.
— ¿Dónde iremos? —ajusta el espejo retrovisor y luego arranca el motor.
— Tenía pensado ir al parque. —espero su respuesta. La miro centrar su vista en el camino.
Los rasguños en su rostro aún son visibles.
— ¿Comida rápida? —frunce el ceño.
Miro mi bolso con emparedados hechos por mí.
— No, tenía pensado...
— Aunque no está tan mal, se me antoja una pizza —me interrumpe.
— ... un picnic —acabo en medio de su respuesta.
Su gesto cambia por completo. Detiene el auto frente al parque, espero el momento preciso para hablar, pero aquello se alarga cuando Audrey baja la mirada y vuelve a ser la misma chica que lloró junto a mí mientras contaba todo aquello que se guardó por años.
— Será genial —dice, una vez pasada la tensión.
Salimos en busca de un lugar perfecto. Es imposible encontrar uno frente a la fuente, y al parecer algo incómodo para Audrey quedarse cerca de los niños que corrían y jugaban con sus mascotas. Al final terminamos sentados en el verdoso pasto lejos de los niños y bajo un frondoso árbol de hojas marrón.
— Espero te guste —le digo al instante en que le entrego uno de los emparedados.
Lo mira, luego lo toma.
— ¿Lo has hecho tú? —afirmo su pregunta con un movimiento de cabeza.— Está delicioso.
Sonrío ampliamente, sintiendome tan euforico como uno de los muchos niños presentes.
Admiro a Audrey mientras le dá otro bocado, sus pupilas se dilatan cuando lleva la salsa que ha caigo en su camisa a su boca. Se me es difícil apartar la mirada, pero lo hago cuando me doy cuenta que parezco un loco acosador.
— Quiero irme —susurra después de un tiempo.
Levanto la mirada de la última migaja de pan que había en mi camisa.
— ¿Por qué? —cuestiono.
— Las personas, detesto que me miren así.
La miro, luego miro a todas las personas que se pasean a nuestro alrededor y se toman el descaro de mirar el rostro herido y maltrado de Audrey.
— ¿Es por tus cicatricez? —pregunto al instante en que acaricio su rostro.
— Son horribles —admite.
La ánimo con una ligera sonrisa.
— La cicatricez son hermosas, joder. Muestran lo hermoso de la imperfección. —le vuelvo a sonreír.
— La imperfección no es hermosa.
— No. Pero tú sí.
La encuentro bajando la mirada y sonrojandose por completo.
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DEMONS.✅
Teen Fiction《 Todos tenemos demonios. La mayoría de nosotros hace lo posible para esconderlos, para no mostralos a la sociedad y ser marcados como monstruos, pero quienes restan muestran orgullosos las cicatricez que les ha dejado la batalla con ellos. Pero cua...