Capítulo 12.

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Audrey.
Un año atrás.

Mi rostro golpea lo frío de la pared, y en mi mente se reproduce una y otra vez las mismas palabras; «Es mi culpa». Las manos de Emerson me vuelven a tomar por el cabello, me arrastra por toda la habitación y me empuja hasta la cama, ahí me hace caer sobre la alfombra, donde me obliga a pegar el rostro contra el suelo y, con su pie, golpea mi estómago. Escupo sangre por el golpe. Él llevaba haciendo esto desde hace días, los primeros meses de nuestra relación fueron un sueño; con sus detalles lindos, sus palabras tiernas, las visitas cada dos días, las idas al cine. Siempre intentaba defenderme de él, pero todo terminaba peor de los pensado, con sus amenazas a mi familiar y los golpes de advertencia. Era doloroso ver como la persona de quién te habías enamorado cambia de la noche a la mañana, convirtiendose en la peor de las pesadillas.

— ¿Por qué le hablaste? —me levanta del suelo— Te gustó, te llamó la atención, ¿es tu amante?

Miro su rostro sumergido en furia, las lágrimas rodean mis mejillas, y deseo en lo más profundo de mi corazón que todo esto se acabe, que la sangre que hoy mancha mi cuerpo salga de una vez por todas. Que Emerson pare, que se detenga, que me permita alejarme de una buena vez por todas.

— Y-yo nunca lo vi —trago saliva.

— ¡Maldita perra! —su mano me abofetea, es lo único que necesite para explotar.

La vista se me nubla, pero mis otros sentidos se activan como acto de reflejo. Encuentro fuerzas para golpear su entrepierna y salir corriendo hacia la cocina en busca de las llaves. Lo escucho maldecir y gritarme desde la habitación. Las manos me tiemblan, todo lo que tomo se cae y, cuando por fin encuentro las llaves, Emerson aparece en la cocina y me avienta contra la alacena.

— No te irás hasta que te deje claro cuál es tu puesto en esta relación —la respiración me falla cuando se quita el cinturón, la vida se me va a los pies, y pienso lo peor.— Lamentarás haber nacido.

Miro la olla hirviendo en la cocina, el agua debe estar tan caliente como para hacerlo sufrir. Me levanto del suelo, tomo las olla en mis manos y se la aviento al pecho, me quemo los dedos con aquello, pero ignoro todo dolor cuando tengo las llaves en mano y Emerson se lamenta en el suelo.

— ¡Das asco Audrey! ¡Nunca estarás con otro hombre! ¡Eres un asco!

Corro hasta la habitación entre llanto y sangre, saco los ahorros de él y los tomo todos. Sus ahorros de toda la vida, con lo que pagaría su carrera y el apartamento. Salgo de ahí. Con el corazón retumbandome contra el pecho, sin poder dejar de llorar y con un ataque de pánico próximo a suceder. Varias personas se detienen en el camino, me hablan, me piden que pare, pero a ninguna le hago caso, tan solo corro hasta mi casa, rezando para que mis padres o Dina aún se encuentren ahí.

Mis cuerpo duele y siento que no puedo más, caigo de rodillas en el portico, y el ataque de pánico me inunda, llevandome a un cumpleto silencio y negrura. Caigo desmayada al instante.

Actualidad.

— Debieron soltarlo —retoco mi maquillaje en el espejo del baño. El reflejo de Dina me hace detenerme, ha llegado hace unos minutos, con su rostro de agustía y desesperanción.

— Es lo más seguro —contesto—. Su padre ha de haber hecho lo posible para que le rebajaran la condena. Como ya sabes es director de policias.

Salgo del baño siento perseguida por mi amiga. Sus pasos se detiene cuando yo lo hago, en la cocina. Tomo una bolsa de hielo y la coloco en mi rostro, las dos tomamos asiento en la mesa. Sus rubios cabellos están hechos un desastre y las orejas bajo sus ojos muestran lo cansada que se encuentra, debió haber llorado, ya que su mirada es cansina y sus labios pálidos están rojos. Reprimo mi impulso de preguntar por Kyle.

— ¿Te sientes bien? —dice.

Bajo la bolsa de hielo, le muestro mi gran herida.

— Volví a colapsar al verlo —suspiro pesadamente recordando aquello— Kyle me defendió, cuando debí ser yo quién enfrentara a Emerson.

Cubro mi rostro entre mis manos. Revivir el pasado era como volver al infierno, era como dar paso a los demonios que jodian mi vida; a Emerson, a mi debilidad, mi sumisión. Odiaba todo eso, odiaba volver a sentirme como una tonta que sedia cualquier cosa, una chica débil la cual dejaba que la usaran a su gusto y antojo, alguien que dañaba por no defender, por no creer.

— Kyle está bien —susurra—. Noah lo ha llevado consigo a casa.

Su cuerpo tirado en el suelo me atormenta de nuevo.

— Audrey, él no te culpa —me rodea con sus brazos— nunca lo hará, es un chico genial.

— Pues debería hacerlo —contesto— debería culparme por todo, por sus golpes, por... Por la manera en la que perdió el tiempo defendiendome.

— No Audrey. No —acaricia mi cabello con su rostro. Dina era lo único puro que tenia en mi vida en estos momentos.

— No sé porque se empeña en agradarme —le confieso— ¿Qué tengo de especial? Lo único que sé hacer es romper narices, ¿Qué tienen eso de genial si cuando estoy frente a mi exnovio toda mi valentía desaparece? Dime Din, qué haya fascinante Kyle en mí.

Bufo frustrada, manteniendo en mi mente el rostro claro de Kyle, su cabello castaño casi rubio, sus labios finos, su sonrisa esplendorosa, y su maldita insistensia por ser amigos.

— Solo tú no ves lo genial que eres —dice.

«No lo veo porque no existe» callo mis pensamientos con un movimiento de cabeza.

— Deberías visitarlo —añade—. Está deseoso por verte.

Din regresa a su casa media hira después. Me remuevo en la cama, hirviendo en calor y llena de sudor, las pesadillas me persiguen, cuando despierto son las 3:00 am. La voz de papá me toma por sorpresa, habla con mamá sobre su siguiente viaje. Caigo en cuenta que apenas vienen llegando de sus trabajos y que los dos toman ese tiempo para ponerse al día sobre sus vidas. Papá un agente de viajes y mamá una enfermera a tiempo completo.

Me cubro con las sábanas para retomar el sueño, pero al cerrar los ojos la sonrisa de Kyle se aferra a mí, y una vocecita irritante me pide que lo vea, que acepte de su ayuda, que deje de encerrarme en aquella burbuja que había creado para solo para mí, la que me ha alejado de mis padres y de la sociedad. Sabía que Kyle no era un chico malo, ni dañino, él era diferente a todos, tan amable que me descolocaba, y tan compresivo que me llenaba de terror, un terror que me recordaba a cada instante que nada era lo que parecía.

Ni tan siquiera yo, quien fingia ser una chica insolente y altanera, pero que en enrealidad era una chica incapáz de enfrentarme a los demonios que acechaban mi presente.

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Ando celebrando que supere mi bloqueo de escritor, espero hayan disfrutado los caps.
<3

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